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ISSN 1989-4163

NUMERO 123 - MAYO 2021

 

El Hombre Mediocre

Francisco Gómez

  El hombre mediocre que soy y nunca quise ser, sabe bien que nunca llegará a casi nada o nada. Nada será la casa que le espera en los márgenes del camino, en las travesías del mañana incierto, en las noches desoladas de preguntas con pequeño margen a la esperanza. Llegar a nada es un itinerario que cumplo con estricta perfección e invita a tener cada jornada menos quebrantos a pesar de que la vida que a uno le ha tocado en suerte le golpea con bajos aldabonazos.

No haber sido, no ser, no llegar a las metas soñadas en la alborada de los días cuando la madrugada desplegaba su paleta de posibilidades. Ese tipo importante y referente en las pantallas que ahora camina como un anónimo más, como un elemento perfectamente prescindible por calles sentidas como más vacías de alma. Ni en la vida de todos los días ni el trabajo he sido y no seré el tipo que quería ser. Cierta y terrible realidad.

Ese individuo convencional que algún día deseaba ser, que no escapara de los moldes prefijados y que no soy y ya no seré. Ya sabéis; casado o separado o divorciado, con hijos, hipoteque, suegros, cuñad@s y domingos de paella en el campo o veranos familiares al dictado del ferragosto, cargado con hamacas, sombrillas y demás neceseres veraniegos. Este tipo marcado por las fechas familiares de mujer, hijos, suegros y demás con sus respectivas celebraciones.

Ese hombre, surcado por dentro por palabras vividas, literatura sí, pero después de ser vivida. Historias de carne, sangre y sueños que no se cumplirán... Lo intentó, seguirá en la brega cada vez con menores expectativas porque sabe que la cumbre es empinada, resbaladiza y plena de aspirantes aunque él no desea entrar en competencias. En vez de hijos de carne y besos tiene hijos de papel que con el transcurso del cronómetro quedarán en polvo y olvido. Desaparición. ¿No es cierto, Pasavento?

Este mediocre camina por las calles en silencio, en aparente y desarbolada soledad pero si sólo veis lo físico, estáis en el error. Está honda, humana, amadamente acompañado. Caminan junto a él muchos fantasmas, cada vez más que hacen más tranquilo su paso, en conversación con uno mismo y con ell@s que hablan en extraña charla sobre las cosas de aquí y de allá. La ciudad del misterio es una de sus rutas necesarias que cada vez tiene más estaciones y donde se detiene en conversaciones plenas de amor y preguntas.

El hombre que ya sabe que es y será mediocre hasta el “The end” ama, ha amado y querrá a hombres tan mediocres como él. Personas grabadas a fuego, amor y  recuerdos muy dentro y que le recuerdan la senda de la bondad, la fidelidad, la honestidad, la mayor coherencia posible y el vínculo. Hombres y Mujeres que se han dormido y amaron, lucharon, esperaron hasta caer un día vencidos a pesar de ser mediocres.

La mediocridad del amor que no tiene medallas, reconocimientos ni homenajes.

 

 

 


 

 

El hombre mediocre

 

 

 

 
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