Leamos unas palabras que aparecen en la página 101 de esta novela: “Me llamo Isco Vivas, tengo veinticinco años, vivo en La Alcayna, Molina de Segura, Murcia, y soy Policía Nacional”. Es uno de los protagonistas principales de estos Versos envenenados que merecieron ser finalistas en el VII Premio Wilkie Collins de novela negra y que ahora publica el editor Miguel Ángel de Rus. Pero no se trata del único actor en esta interesante obra: también tenemos a Carmen, que trabaja como telefonista para una gran compañía y que mantiene una relación con Carlos, que se terminará por convertir en subdirector gracias a su astucia, carácter frío y despiadado… y el consumo de cocaína, que le permite un brutal ritmo de trabajo; y tenemos a Marta, compañera de Carmen y vinculada emocionalmente a Isco Vivas; y tenemos a Juan Valdeolivas, vigilante en la empresa, enfermo de esclerosis múltiple y protosuicida… Todos ellos conforman una tela de araña en la que no tardarán en ir produciéndose misteriosas muertes: alguien que cae fulminado a la salida de su despacho, mientras una mujer lo observa impertérrita (y lasciva); otra persona que ingiere un veneno en el momento menos esperable, cuando la felicidad ha llegado a colorear una parte de su vida… El único nexo que parece vincular todas las muertes es que las víctimas tienen en sus bolsillos unos versos de Luis Alberto de Cuenca. El policía Isco Vivas, sabiendo que Carmen es lectora entusiasta del poeta madrileño, comienza a estrechar su cerco sobre ella. Pero no todo parece cerrado cuando ordena su detención… La narración que nos propone Francisco Javier Illán es, sí, una novela negra; aunque también contiene muchas más cosas: versos de José Zorrilla, Pablo Neruda o Gabriela Mistral; estrofas musicales de Los Panchos o King Crimson; reflexiones sobre el mundo de la cultura y sobre psicología… Esa amalgama enriquece el texto y lo mantiene a salvo de cualquier etiqueta genérica que le queramos adjudicar, porque las asume y a la vez las niega, gracias a la creatividad lúdica de su compositor. En suma, un trabajo libre, innovador y pulposo, donde el novelista murciano abre veredas sorprendentes para los lectores, quienes sin duda quedarán sorprendidos con sus experimentaciones.