Dice el autor, en la entrevista que acompaña a esta reseña: “…A poco que se fije, [el lector] encontrará en ella más de una lectura…”
Efectivamente… Emilio Gil ha recreado en Violín roto un mosaico perfecto en el que podemos encontrar, principalmente, una serie de personas, en principio desconocidas entre sí, que por mor de un suceso cruel -asesinato de una joven- van convergiendo poco a poco en una historia magníficamente construida y cuidada hasta el último detalle.
La convergencia se produce a través de varias historias; historias que pueden ser consideradas individualmente ya que cada una tiene un relato distinto a las demás… Un crimen brutal, niños de acogida y padres adoptivos, contrabando de violines, orfanatos rusos, corrupción a todos los niveles, sufrimientos en los procesos de adopción, servicios secretos israelíes… todo esto con el fondo del desastre nuclear de Chernobyl.
El pasado día 26 de abril se cumplió el trigésimo segundo aniversario de dicho accidente -madrugada, entre la una y las tres, del 26 de abril de 1986… la planta de energía nuclear de Chernobyl en Ucrania sufrió un catastrófico colapso del reactor…-.
Esta es una de las patas de Violín roto. Llama poderosamente la atención la fuerza narrativa y la contundencia de la prosa. Al leerla resulta muy difícil pensar en que es la primera obra de Emilio Gil. Obra que, por supuesto, tiene que volar más allá de las tierras de Alaquàs. Magnifica trama, urdida con eficacia -muchos son los sentimientos a tener en cuenta- para que cada pieza vaya encajando sin apenas darnos cuenta.
Respiramos rabia, desazón… sufrimos con esos padres adoptivos a lo largo del proceso, papeleo y extorsión. Rabiamos con la cara dura y desfachatez de los funcionarios rusos. Paseamos por orfanatos y casas de acogidas. Uso indebido de niños para contrabandear… en fin, cerca de 500 páginas, lectura que no se hace pesada y da rabia cuando nos vamos acercando al final y vemos quien es el asesino -como la vida misma-.
El cuerpo sin vida de una joven estudiante de violín, ucraniana de origen y en acogida por estudios, aparece degollado en una cabina del Conservatorio de Valencia. Junto a ella, en el suelo, el instrumento presenta una mancha de sangre en el puente. Resulta evidente que han limpiado el resto, ya que no presenta ninguna huella, ni las de su dueña. Algo no cuadra en la escena del crimen.
El inspector Alfonso Escrihuela se pone al frente de la investigación. Sus pesquisas le abocarán a conocer a músicos y lutieres, que lo introducirán en el apasionante mundo de la música. Además, conocerá de primera mano los entresijos de las acogidas y adopciones de los niños de Chernóbil. De fondo, un misterioso violín le llevará a visitar ciudades como Cremona, Roma y Kiev. Se verá envuelto en una serie de peripecias para intentar resolver el asesinato de Katia Velychenko.
No dejen de pasar la ocasión de leer Violín roto… una magnífica historia.
Emilio Gil Ibor (Alaquàs, 1958). Licenciado en Farmacia. Comenzó a ejercer su profesión en Pinarejo (Cuenca), donde se aficiona a la lectura, encontrando en ella una gran aliada para combatir las horas muertas y la soledad.
Después de una década abandona el ejercicio de la profesión para volver a su pueblo natal, trabajando durante cerca de veinte años en la industria. Con la irrupción de la crisis económica es uno más de los cinco millones de españoles que pasan a engrosar las listas del desempleo durante cerca de tres años. En la actualidad trabaja en una empresa de transporte, en la que espera sea su última etapa laboral.
Siempre con ganas de aprender y afrontar nuevos retos personales, ahora cumple el sueño de publicar una novela.
Para los lectores de Agitadoras… nos atiende Emilio Gil, en Alaquàs… Gracias…
P.- Para que lo conozcamos un poco más... ¿Quién es Emilio Gil??
R.- Soy una persona a pocos meses de convertirme en sexagenario. Padre de cuatro hijos y recientemente con un nieto gestado a la par que mi primera novela. Vivo en Alaquàs (Valencia) el lugar donde nací y al que me encuentro totalmente arraigado. En la actualidad, espero pacientemente la llegada de la jubilación para poder dedicarme a escribir con tranquilidad.
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace Violín roto?
R.- La idea de escribir hacía tiempo que me rondaba por la cabeza, más como un sueño que como una posibilidad real. Durante el otoño de 2016 tomó forma la idea original de la novela y aproveché las vacaciones de navidad para comenzar su escritura. Comenzó como un sueño y con mucho miedo, al llegar a la tercera página pensé que ya no tenía nada más que contar. El porqué es algo más difícil de explicar, creo que la escritura, en mi caso, ha sido el paso lógico y natural a miles de horas de lectura.
P.- ¿Cómo se ha documentado?
R.- La parte troncal de la novela está basada en la observación y la experiencia. El entorno en mi pueblo y Valencia. Los personajes están inspirados en personas conocidas o en características comunes a lugares visitados. Para la parte musical de la obra he contado con la colaboración de mi hijo Emili, estudiante de segundo curso de violín en el conservatorio superior de música de Valencia. Para los detalles más técnicos o históricos, Internet ha sido la gran biblioteca donde bucear, artículos, vídeos, etc.
P.- ¿Es su primera novela? ¿Por qué novela negra?
R.- Salvo una novela corta que nunca se llegó a publicar, sí, es mi primera novela. Aunque me cuesta clasificar el género en el que tiene cabida Violín Roto, creo que la novela negra sería el más cercano, el porqué está muy claro, a este género pertenece el noventa por ciento de lo que leo.
P.- Mencione un autor del género negro que podamos considerar de culto para usted.
R.- No creo tener ningún autor de culto. Me aficioné con Vázquez Montalbán, me hice militante con Henning Mankell, aunque al final son los autores con más contenido social y con personajes menos escabrosos, como Petros Markaris o Donna Leon, los que me han atrapado definitivamente. Pero no tengo ninguno de culto, sería injusto.
P.- ¿A qué personaje, policía o detective, le hubiese gustado crear?
R.- La respuesta iría al hilo de la anterior, aunque tal vez si tuviera que elegir a uno sería Guido Brunetti, el comisario de Donna Leon.
P.- ¿Prefiere la sangre o la psicología en sus novelas?
R.- Mil veces la psicología, creo que el origen de todo está en las personas, y, por tanto, en su mente. La violencia es un tema que detesto y, mucho más, cuando esta es gratuita.
P.- ¿Hay algún tema que no trataría nunca en sus novelas?
R.- Por temática creo que ninguno, pienso que todo es tratable siempre que sea auténtico y aporte algo al lector.
P.- Cuando escribe ¿lo hace pensando en el lector?
R.- Al tratarse de mi primera novela, la verdad es que no he pensado en un lector anónimo mientras la escribía. En ningún momento he creído que el alcance de Violín Roto escapase del ámbito local, y en ese sentido sí, pensaba en hacer partícipes de la historia a personas más o menos cercanas mientras la escribía.
P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?
R.- Fundamentalmente negra, de vez en cuando alguna de las que yo llamo cultas. Autores: Montalbán, Mankell, Lackberg, Junsted, Kerr, Wilson, Sierra i Fabra, Mendoza, Markaris, Leon, Silva, etc. Son todos muy buenos y me hacen pasar buenos ratos.
P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?
R.- La última confidencia del escritor Hugo Mendoza de Joaquín Camps, profesor de la Universidad de Valencia, creo que es también su primera novela.
P.- Como lector, prefiere: ¿libro electrónico o papel?
R.- Dicen que como un libro en papel no hay nada, no voy a discutirlo, tiene su encanto. Yo, hace ya muchos años que me pasé al libro electrónico: más cómodo, más barato y más ecológico.
P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- Manías ninguna. Siento la necesidad de tener una visión, lo más completa posible de la historia que quiero contar, antes de comenzar a escribir. Eso sí, un ordenador con dos pantallas.
P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora.
R.- En el tercer capítulo trato de recrear lo que pudieron ser las últimas veinticuatro horas en la central nuclear de Chernóbil antes del accidente, basándome en documentos leídos y en la pura imaginación. Meses después, mi hijo, aficionado a ver documentales en inglés en Internet, me dijo: Papa, he visto este documental y la has clavado, parece que lo hayan copiado de tu novela. Casualidades, desgraciadamente para mí, sólo entiendo castellano y valenciano.
P.- ¿Qué le diría a un lector que no conozca su obra para que se acerque a su novela?
R.- Le diría que Violín Roto es una novela que habla de personas atrapadas en su propio destino, capaces de lo mejor y de lo peor con tal de sobrellevar los avatares de la vida. Está llena de intriga, emociones y escrita con mucho amor. A poco que se fije, encontrará en ella más de una lectura.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- Primero digerir la gran acogida que, a nivel local, ha tenido la novela. Después, quitarme de encima el miedo a escribir. Mucha gente, con sus comentarios, me han puesto el listón muy alto y de momento me ha bloqueado. No obstante, la segunda novela ya se acerca a las cien páginas. A medio plazo, continuar escribiendo, creo que será una buena terapia para ayudarme a envejecer.