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ISSN 1989-4163

NUMERO 83 - MAYO 2017

Pasos en la Piedra

Francisco Marín

Autor: José Manuel de la Huerga. Editorial Menoscuarto (2016). 368 pag. 21,90 €

El pasado 9 de abril, se cumplieron 40 años de la legalización del Partido Comunista de España (PCE). Fue el 9 de abril de 1977, sábado Santo, conocido como “Sábado Santo Rojo”. Es por ello que este mes de mayo –en algún lugar también llamado ‘mayo rojo’-  le rendimos un pequeño homenaje a dicha efeméride, tomando como base Pasos en la piedra de José Manuel de la Huerga.

Pasos en la piedra se desarrolla en cinco días, desde el Miércoles Santo al Domingo de Resurrección de 1977, en una pequeña ciudad de la Meseta, Barrio de Piedra. Una semana extraña ya que a las celebraciones religiosas se unió una revolución política como fue la, ya señalada, legalización del PCE. Tras legalizarse en sábado Santo, aflora el larvado conflicto entre las tradiciones locales y las ansias de libertad.

Una novela coral en la que los personajes se mueven en distintas coordenadas que vienen a converger en dicha semana, guiados por un sentimiento universal… la necesidad de una suerte de redención en sus vidas: Dos estudiantes, Germán Ojeda y Peter Gesteine. Germán, hijo del Gobernador Civil, ha de distanciarse momentáneamente del movimiento izquierdista al que pertenece. Peter, estudiante de Antropología, reúne datos para una tesis. El padre Alas, defensor de la Teología de la Liberación y enfrentado al Obispo. Juan, seguidor de Alas, y Ashma, una joven que simpatiza con Juan. El Pajarero, un profesor obsesionado con encontrarse con un ejemplar de pájaro solitario. Claudio, poeta eremita. Y Tapias, un imaginero ateo. A todo esto hay que añadir el papel que juega la naturaleza, enloquecida en el plenilunio primaveral, añade raros fenómenos atmosféricos que crean escenarios de turbadora belleza en la urbe medieval asomada a su río.

Durante estos cinco días vamos a convivir con ellos. La vivencia con estos personajes hace que la novela tenga distintas lecturas: Política, urbana, poética, ecologista, antropológica… Apuntar que es un trabajo de lectura intenso y de mucha atención, enriqueciéndonos en cada una de sus páginas: costumbres, pasos, tronos, imaginería… en definitiva Semana Santa y más…

José Manuel de la Huerga (Audanzas del Valle, León, 1967) ha levantado un territorio narrativo propio desde Conjúrote, triste Plutón (1992) hasta SolitarioS (Menoscuarto, 2013), libro donde surge Barrio de Piedra, lugar imaginario que adquiere aún más relieve en su última novela, Pasos en la piedra (2016). Toda su obra narrativa y poética recrea espacios de la memoria, como en el volumen de relatos Historias del lector (1999), la novela Este cuaderno azul (2000, Premio Ciudad de Móstoles) o el poemario La casa del poema (2005). No obstante, el arte y la música llegan a adquirir gran protagonismo en La vida con David (2003) y en Leipzig sobre Leipzig (2005, Premio Fray Luis de León de Creación Literaria), al igual que la evocación del mar en su exitosa novela Apuntes de medicina interna (Menoscuarto Ediciones, 2011), Premio Miguel Delibes de Narrativa. José Manuel de la Huerga ejerce como profesor de Literatura en un instituto de Valladolid, ciudad donde vive desde hace décadas. Compagina su labor literaria con la colaboración en prensa escrita y digital, así como la participación en foros de crítica y creación literaria, y talleres de lectura y escritura creativa.

 

En este mes de mayo charlamos con José Manuel de la Huerga para los lectores de Agitadoras…muchas gracias…

P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace Pasos en la piedra? ¿Por qué la ambienta en Semana Santa? Resalte algún hecho de la Semana Santa que más le haya impactado. A su juicio ¿qué supuso para España la legalización del Partido Comunista de España el sábado Santo, 9 de abril, de 1977?
R.- Por formación y elección sentimental, la Semana Santa siempre ha formado parte de mi vida, desde niño.  Mi padre, un antropólogo avant la lettre, me inició en el juego teatral de la asistencia a distintas procesiones de ciudades y villas entorno al corredor del Duero: Valladolid, Toro, Zamora, Medina de Rioseco... Para mí la Semana Santa además de la rememoración del sacrificio del Justo y la renovación del ciclo natural en que la Naturaleza se despierta del crudo invierno, es fiesta y encuentro con amigos, familia y ciudadanía en general, en la calle, en una exhibición y reconocimiento de nosotros mismos ante nosotros mismos. Es arte, música, resistencia física, luz y frío de madrugada, noche y luna llena en su plenilunio.

Si a estos elementos, vamos a decir tradicionales por cuanto hunden sus raíces en la memoria colectiva, insertamos un discurso disruptivo, es decir, la legalización del PCE de abril de 1977 en lo que los historiadores han llamado el "Sábado Santo Rojo", tenemos por fuerza un momento histórico capital que me pareció conveniente narrar y sobre el que especular. Nadie, que yo sepa, lo había hecho antes.

P.- ¿Cuál ha sido su base documental? ¿Por qué sitúa la acción en una ciudad imaginaria, Barrio de Piedra?
R.- El trabajo de documentación a partir de lecturas, arte, música, cine y visitas a enclaves naturales junto al Duero ha sido largo, tres años, pero altamente satisfactorio. El lector atento encontrará al final de la lectura la lista pormenorizada de referentes que han enriquecido y fundamentado la novela.

La creación de Barrio de Piedra, una ciudad imaginaria enclavada en la Meseta norte, en lo que podríamos llamar las ciudades de Poniente en palabras del magistral Antonio Pereira, obedece a la necesidad de entroncar la novela con algunas obras para mí fundamentales de los grandes narradores del realismo del XIX. Sólo menciono la Vetusta de Clarín para que el lector comprenda mis intenciones. En la libertad suprema del escritor está levantar un territorio mítico que le faculta para disponer con solvencia elementos que le resulten eficaces en la narración. Además el ejercicio de la crítica y del distanciamiento como catarsis colectiva se resuelve con total libertad.

P.- ¿Cuánto hay de autobiográfico en la novela?
R.- Un amigo, lector cómplice de la novela, me dijo el día que terminó: "Has necesitado 48 años para escribirla". Y es cierto: introduzco en Pasos en la piedra todas mis experiencias de niño, joven y adulto en una pequeña ciudad de provincias, muy en contacto también con la naturaleza, con el arte y, por fortuna, atento a los sutiles vientos de renovación y cambio social que traía la incipiente democracia. Los discursos en torno al arte de la escultura en madera, de la música coral pero también la militante del momento histórico, las reflexiones sobre la poesía en la naturaleza, sobre la compasión como modelo de vida, los he ido aprendiendo a través de lecturas y experiencias personales con personas para mí fundamentales que han ido transformando mi mirada sobre la vida.

P.- La literatura ¿es un oficio de solitarios?
R.- Pasos en la piedra es una novela coral que resulta de la tensión entre la fuerza colectiva del grupo predominante y las singularidades de cinco individuos solitarios: un teólogo de la liberación, un imaginero, un músico, un naturalista buscador de un pájaro singular en la ribera del río y un poeta ermitaño que vive en una isla del río, en un chozo de piedra. La Historia, en los libros de texto, se suele contar con fechas, guerras y tratados comerciales entre naciones, pero la intrahistoria es la que toma el pulso del verdadero rostro de las sociedades y nada mejor para ello que contarla a través de la mirada singular de algunos individuos que transitan por la vida a contracorriente.

P.- Cuando escribe ¿lo hace pensando en el lector? ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos? ¿Qué está leyendo ahora mismo? ¿Cuál es el libro favorito de su biblioteca? Como lector, prefiere: ¿libro electrónico o papel?
R.- Escribo pensando en una obra que me gustaría tener en mi biblioteca y que no está. Escribo para mantener viva la memoria familiar, la historia anónima de los desheredados, los apaleados de la Historia en palabras de Walter Benjamin, para que los perdedores al menos en mis páginas puedan tener un arrimo en la esperanza, una puerta de salida.

Leo en papel, escribo en papel, aunque no renuncio a las nuevas tecnologías, solo si me son útiles, no dependo de ellas.
Mis autores: los poetas del 50, Claudio Rodríguez, Francisco Pino o Matsuo Basho; los narradores de mirada humana como José Jiménez Lozano, Karen Blixen o Kjell Askildsen, imprescindibles también José Saramago, Antonio Pereira o Tomás Sánchez Santiago. El cine de Pasolini y la música de Bach y Tomás Luis de Victoria ponen la banda visual y sonora a la novela.

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- En cuanto a mis manías, no son tales: trabajo de madrugada, me levanto temprano a las 6 de la mañana todo el año y antes de irme a mis clases intento sacar un rato de lectura y escritura. Solo necesito estar bajo la claraboya del estudio de mi casa y silencio... absoluto. Soy un maniático de los ruidos: cualquiera (cañerías, voces, taconeos...) me despistan. Escribo primero en cuadernos por ejemplo marca Miquel Rius (pero no en exclusividad), me gustan mucho en papel preferente blanco, sin pautar, y con una pluma que puedo cambiar por cualquier bolígrafo azul o negro  sin inmutarme. Luego el texto descansa una temporada larga, lo paso a un archivo informático y ahí, en ese proceso, puede el texto sufrir importantes cambios. Nuevo descanso. Nuevo y nuevo. Pasos en la piedra ha tenido del orden de cuatro o cinco versiones, cada vez más ajustadas y sintéticas: lo llamo trabajo de "liposucción" y cuando lo práctico siento físicamente el beneficio del adelgazamiento.

P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y permanezca inédita hasta hoy. Venda su libro ¿por qué hay que leer Pasos en la piedra? Sus planes a corto y medio plazo ¿son? 
R.- Hubo algún feliz acontecimiento, emotivo, en el momento de entrar la novela en máquinas: paseaba yo esa mañana por un camino paralelo al Duero y encontré un pájaro solitario recién muerto, era un pinzón vulgar que recogí en mi regazo y que llevé a casa. Dos horas después mi hija hizo un apunte al natural del animal, incompleto porque los adolescentes dejan sus trabajos casi siempre a medias. Y así quedó, y así debe quedar. Desde ese día para mí es la Lunada, el Carduelis lozania, que el profesor Antonio Lozano el Pajarero llevaba cincuenta años buscando a las orillas del río de Barrio de Piedra y no terminaba de hallar.

Tengo especial interés en saber cómo reciben los lectores murcianos esta novela. Ellos tienen algo que yo añoro a diario: el mar. Me gustaría saber cómo se vive la Semana Santa cerca del mar. El mar es mi otra pasión. La obra en la que estoy trabajando ahora trata de la pesca de la última ballena franca, la de los vascos, un homenaje a dos escritores muy queridos para mí: Melville y su Moby Dick e Ignacio Aldecoa y Gran Sol.

Pasos en la piedra

 

 

 

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