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ISSN 1989-4163

NUMERO 73 - MAYO 2016

Tierras Baldías

Juan Luis Calbarro

 

     

La mirada de diez mujeres artistas muestra una cara sospechada pero no siempre divulgada del mundo islámico.

Waste Lands - Es Baluard. Hasta el 19 de junio de 2016


Era una exposición necesaria. Aunque el montaje presente algunas deficiencias debidas probablemente a las limitaciones de la sala, Waste Lands supone un recorrido a medio camino entre lo documental y lo artístico por un mundo de sufrimiento que sólo vislumbramos a través de informaciones desarrolladas en escasos segundos, a veces sesgadas y rígidamente contextualizadas con las letras más gruesas del conflicto entre Occidente y Oriente. Lida Abdul (Kabul, 1973), Tamara Abdul Hadi (Abu Dhabi, 1980), Zoulikha Bouabdellah (Moscú, 1977), Amina Benbouchta (Casablanca, 1963), Gohar Dashti (Ahvaz, 1980), Rena Effendi (Baku, 1977), Yara El-Sherbini (Derby, 1978), Mariam Ghani (Nueva York, 1978), Kinda Hassan (Beirut, 1984) y Larissa Sansour (Jerusalén, 1973), artistas de orígenes, edades y formaciones diferentes, pero que comparten un muy alto grado de aculturación occidental, componen gracias al esfuerzo de la comisaria Piedad Solans un potente caleidoscopio con vistas al interior del mundo islámico, sobre soportes heterogéneos pero, principalmente, audiovisuales. El hecho de que se trate de diez visiones de mujer es decisivo: la muestra se basa en la sensibilidad, en la sabiduría y en el humanismo laico, mucho antes que en las ideologías, a la hora de traducir la realidad de la guerra, la contaminación, la especulación, el terrorismo, la servidumbre femenina o los conflictos religiosos, con una sobriedad y una discreción, en casi todos los casos, de tintes estoicos.

Dejando aparte bromas y trabajos manuales, que nunca faltan en una colectiva de arte contemporáneo, hay que destacar la enorme carga metafórica de las fotografías de la serie Stateless, de la iraní Dashti, verdaderas joyas plásticas con referencias al desarraigo y al extrañamiento e inteligentes alusiones irónicas al arte clásico; el aprovechamiento de un paisaje estático como elemento metafórico y su combinación con la presencia de personajes para crear un efecto dramático –incluso narrativo– es sencillamente magistral. Igualmente cargada de significado está su serie anterior, Slow Decay, que insiste en la confusión entre miseria física y moral y en la minuciosa teatralidad. Golpean con fuerza la conciencia los libros de fotografía de Effendi, sobre la intensa pero olvidada contaminación fruto de la explotación y transporte de los hidrocarburos; y el revelador vídeo de Hassan que, a propósito de un crimen terrorista en el Líbano, permite apreciar en toda su crudeza la deshumanización de una parte del periodismo del que depende nuestro conocimiento.



 

 

Tierras baldías

Gohar Dashti, Stateless, serie de ocho fotografías, 2014-2015

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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