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ISSN 1989-4163

NUMERO 63 - MAYO 2015

La Broma Está en Otra Parte

Luis Arturo Hernández

Contra la juventud , de Pablo d'Ors, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2015, 417 pp.

 

—“¡Es cierto! Estuviste unos meses por Praga —me dijo alegremente un día un viejo conocido al que encontré por la calle—. Me han dicho que es una ciudad maravillosa. ¡Tú… siempre tan afortunado!”

Pablo d'Ors, Contra la juventud , p. 416

 

Si se hubiera publicado con el “título original” en checo y firmada por un Pavel Zlatý, la mayor parte de los lectores y de la crítica, salvo algún “lector cítrico ” avisado, habría considerado Contra la juventud como el fruto de un aventajado —que no avejentado— discípulo de Kundera. Y, aunque la novela la firma Pablo d'Ors (Madrid, 1963) y está escrita en español, bien mereciera trasladarse al checo o, cuando menos, al alemán, en traducción en este caso de Eugen Salmann, el aprendiz de escritor y alter ego del autor —a quien piratea el currículum de sus 7 obras publicadas (p. 311)— que la protagoniza.

[Algo así como lo que, salvando las distancias, pero en el mismo ámbito del eslavismo, pareciera haber hecho Care Santos en su novela juvenil El anillo de Irina , revis(it)ando el tema y los motivos de El anillo de Pushkin , obra maestra de Juan Eduardo Zúñiga.]

 

SILLÓN K MAYÚSCULA o JUVENTUD Y EGOLATRÍA

 

“El Dr. K. sabe que en esta ciudad hay un ángel de bronce que acaba con la vida de los viajeros procedentes del norte y ansía marcharse con todas sus fuerzas.”

W. G. Sebald, “Viaje del Dr. K. a un sanatorio de Riva”

 

Todo ello porque, más allá —o más acá— de la alargada sombra de Kafka proyectada sobre la novela —“aún no podía saber que el culpable de todo lo que había empezado a sucederle era el mismísimo Franz Kafka” (p. 22)—, Contra la juventud es una novela de aprendizaje —como lo eran los “años de aprendizaje” de August, en Andanzas del impresor Zollinger , de d'Ors— , el bildungsroman —nunca mejor traído— de un joven alemán en la Praga de 1991, quien guiado por esa sombría manecilla del reloj de sol de la capital de Bohemia se asoma a la conciencia de fracaso en un relato del conocimiento a la maniera de Kundera —[Kafka] ha encontrado en él una nueva y buena víctima […] No se acuerda de que se ha convertido en un personaje de Kundera” (p. 371)—. Y es así porque, en efecto, y a pesar de alusiones colaterales a otros grandes escritores checos —¿el realismo crítico del Josef Škvorecsky de Los cobardes ?¿la denuncia del Ivan Klíma de ¿ Amor y basura ?;—, constituye un homenaje al “arte de la novela” del autor de La broma , cuya lectura es una puesta en abismo en el rito de iniciación de Eugen Salmann.

 

A/BRAZOS DE LA MUJER MADURA o NUEVO LIBRO DE BUEN AMOR

 

“¡Qué hermosa es y cómo la minusvaloramos en Praga!”

W. G. Sebald, “Viaje del Dr. K. a un sanatorio de Riva”

 

Sin embargo, asoma en ese alegato “contra la juventud” que constituye esta obra aquel Jaromil de La vida está en otra parte —quizás porque quien suscribe lo descubriera por entonces, como lector de español, en la misma capital de la antigua Checoslovaquia— y su grotesca iniciación a los “amores ridículos” en “ a brazos de la mujer madura” —por parafrasear el título de Stephen Vizinczey—, con “patetismo kunderiano” (p. 213), en el viacrucis de cuatro mujeres —la sumisa y cuarentona Karla, la treintañera y dominante Klára, la sensual veinteañera Hanna y la etérea Dinorah— que le harán posible —y qué simetría con el cuarteto de mujeres de la alegórica Rosa Krüger , estrasburgués dechado de la europeidad en la novela epónima de Sánchez Mazas— la epifanía de su identidad —efecto colateral/providencial del “problema de la existencia de Dios”—, en semejante ensayo de novela-ensayo que, según el proverbial método del conocimiento de ensayo-error, recorre el ensayo-horror de ”la edad lírica” —Kundera dixit — antes de abocarse a la compasión propia de la “desprestigiada herencia de Cervantes”: “Eugen comprendió que lo que tanto daño le estaba haciendo no era su propio dolor, sino el de Kafka, el de Kundera” (p. 80) vs. “la posibilidad de una sonrisa amable y comprensiva” (p. 409). Ya

que, frente al estilo grotesco nihilista y aniquilador, kafkiano –“ese castigo que busca la culpa” frente a la “culpa que busca el castigo”, en el cuarto dostoievskiano de Hanna—, del sarcasmo del de arriba —Quevedo, Clarín, Valle-Inclán, Cela, en nuestro caso—, y que diseccionara W. Kayser en Lo grotesco. Su configuración en Pintura y Literatura (1957) , la novela de d'Ors —este Kundera “a lo divino”— se inscribe en ese grotesco festivo y renovador de los escritores moravos Milan Kundera y Bohumil Hrabal, de lo “caricaturesco” —de la risa y el olvido— de Mijail Bajtin en La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento . El contexto de François Rabelais (1965) , y cuyo humor es la ironía de los de abajo, de Cervantes y sus herederos —Galdós, Baroja, Delibes—.

 

¡CA! o NUEVO MESTER DE CLERECÍA

 

“Así que es un ángel de verdad, pensó el Dr. K. cuando volvió a recobrar el aliento, durante todo el día vuela a mi encuentro y yo, en mi incredulidad, no me doy cuenta.”

W. G. Sebald, “Viaje del Dr. K. a un sanatorio de Riva”

 

En una obra estructurada como una tragicomedia grotesca —con Dramatis personae y Escenografías —, en cuatro actos, el autor-narrador —al kunderiano modo—, el clérigo — arcipreste redivivo— P. d´Ors —“A la teología, por ejemplo — […]—, aunque sólo fuese para descansar de la novela” (p. 289), invita a Eugen el líder carismático— pone en escena el proceso a la “edad lírica” desde una novela ejemplar , dando la respuesta —laica y ¿ecuménica?— del autoconocimiento—pretexto de Dios mediante—, pese a la negativa kunderiana a dar respuestas a las grandes preguntas por medio de las novelas —“Porque el novelista, se decía, debía habitar el no-saber, es decir, desconfiar de las respuestas, y hasta de la pretensión de responder”—, con arreglo al exergo de Kafka: “ Antaño me resultaba imposible entender que mis preguntas carecieran de respuesta, y hoy me resulta imposible entender cómo pude creer que era posible hacer preguntas ”.

Con el amable distanciamiento, generoso y bienhumorado, de albacea testamentario de Cervantes, el narrador ensaya una respuesta a la pregunta de la identidad personal y, con la declaración explícita de estar dibujando un esbozo de personalidad del personaje, de escribir un borrador de vida —metaliterario (“que es lo que me dispongo a narrar”, p. 112) y cómplice del lector (“Pero dejemos que los chicos conversen. No merece la pena que les sigamos escuchando”, p. 373), a lo Diderot—, de ese ensayo de vida que es una novela —frente a la vida como ensayo de una novela, por abundar en híbri dos de sen dos

géneros del pensamiento y de la acción del yo moderno —, el propio Eugen —y de bien nacido es ser agradecido— traza la cartografía de su “camino de perfección” en la carta que, dirigida a su angelical narrataria, da cuenta de su viaje a Praga —ciudad “recelosa, hermética” (p. 28), “de lengua incomprensible y fea” (p. 47), y habitada por un pueblo “humillado” (p. 72) por todos los totalitarismo—, de una peripecia de nueve meses por el purgatorio de la juventud —agelasta, egoísta, ambiciosa y sufriente, obsesa del amor e inexperta en el fracaso, intransigente, impostora, dañina, autosuficiente y totalitaria—, mudando la piel de la impostura in/humana y literaturesca —“¡Qué consuelo ser ya un adulto y saber que la juventud ya no volverá!! (p. 409)—, antes de verse abocado a una anagnóresis de sí mismo en la “ciudad hermosa” (p. 288) que reúne “ Toda la belleza del mundo ” —Jaroslav Seifert dixit —, para expresar en una “lengua hermosa: una lengua para el amor” (p. 135) “aquel amor checo” (p. 400) de sus anfitriones, superando el rito iniciático de “toda novelística”: “un tema único y obsesivo: la humillación” (p. 414). La humillación de quienes fuimos jóvenes a/en Praga, sin ir más lejos. Pues “la vida estaba en otra parte” y sería después una broma pesada. Así pues, la broma esta en otra parte .

 

 

 

Contra la juventud

 

 

 

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