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ISSN 1989-4163

NUMERO 63 - MAYO 2015

Visita al Museo de Arqueología Nacional

Julio Soler

 

Alguien que no sueña por la noche es porque su día no acaba de acabársele. Cosas del rumbo.

-¿Tienes ganas?

-Sí, ¿para qué te voy a engañar ahora, pudiéndote engañar después? Sí, tengo ganas.

-Entonces vamos al Museo Arqueológico Nacional.

-¡A correr!

-Nínive, ¿cuándo corramos tú y yo hasta llegar a la nada compartida, reclamando nuestro premio, una vez allí te temblarán las piernas?

-Claro que quiero que me hagas temblar las piernas Pompeyo.

-Gracias, no te arrepentirás.

Atravesaron posesos por en medio de las rotondas dejando separado al resto del mundo en dos mitades, en dos islas, la de barlovento y la de sotavento, Este y Occidente. Aguardaban a que los semáforos de peatones se pusieran en rojo para poder profanarlos. Los colores no siempre mandan. Redondearon el borde de las esquinas, para apurar el tiempo. Gravitaron sobre el asfalto, incendiaron kioskos, hicieron grafittis a los contenedores del vidrio, por si después se perdían poder encontrar el camino de ¿vuelta? Corrieron y corrieron.

-Escapa tú, yo te alcanzo y te cantaré La nave del olvido .

-Tenemos quince años, ¿si no nos escapamos ahora, cuando lo vamos a hacer?

-Nos quedan dos cuadras y una reflexión musicada. Estamos ya cerca:

“Espera un poco,un poquito más

para llevarte mi felicidad,

espera un poco,un poquito más,

me moriría si te vas.”

Empezó a llover, señal inequívoca de que estaban llegando.

Previa compra de los tickets correspondientes, se abocaron a la entrada y leyeron juntos en voz alta a modo de oración la leyenda que rezaba en el felpudo antes de entrar:

BIENVENIDOS AL MUNDO DE LOS RESTOS DEL ARTE EN RUINAS.OS ESTÁBAMOS ESPERANDO.RESTREGAROS AQUÍ LO SUPERFLUO Y UNA VEZ DENTRO VOLVEROS A RESTREGAR MAS Y MEJOR.

-Y ahora Nínive, vayamos al aseo de minusválidos y hagámonos la ilusión de que estamos en el Palacio de las Tullerías de París. Entremos como hombre y mujer y salgamos como niños. La Dama de Baza, la Dama de Elche y la Bicha de Balazote mientras, cómplices, miran hacia otro lado.

-¡Pompeyo, Pompeyo, Pompeyo, ya empiezo a temblar!

El día se acaba, pero el sueño se cumple, una y otra vez.

 

 

 

Monkton el loco

 

 

 

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