Shoegazing
Il Gatopando
Al exitoso regreso de Slowdive el pasado año –extensa gira y rumores de nuevo disco en ciernes-, se suma ahora la reunión de Ride. ¡Quién lo iba a pensar! Y es que hasta hace muy poco nada hacía prever que, tras su abrupta y amarga desaparición hace ya más de veinte años, dos de las bandas más emblemáticas del sonido shoegaze se encontrarían activas en pleno 2015.
Recapitulemos: el shoegaze irrumpió en la escena musical de finales de los años ochenta como una vaga amalgama de after punk (Slowdive tomó el título de una canción de Siouxsie & The Banshees) y psicodelia, con la creación de densas murallas de sonido de guitarras repletas de efectos y de distorsión gracias al profuso empleo de pedales como principal seña de identidad, de ahí su denominación dada la pasividad y actitud estática de sus intérpretes sobre el escenario siempre pendientes de sus pies con los que contribuían a manipular el sonido. Entre los precursores del sonido shoegaze es frecuente citar, como antecedente, a The Velvet Underground (“Venus In Furs”), y entre sus referentes más próximos a The Jesus and Mary Chain –en especial su primer disco, Psychocandy- y a Spacemen Three, entre otros.
El shoegaze prendió sobre todo en Gran Bretaña, es ahí donde surgieron la mayoría de bandas: a las dos ya citadas hay que añadir otras menos conocidas como Chapterhouse, Pale Saints o Catherine Wheel, si bien son numerosas y relevantes las que exploraron y difundieron dicho sonido, en ocasiones como pioneras, aunque sin limitarse al mismo, tal es el caso de My Bloody Valentine, Cocteu Twins o Lush. De hecho, una constante de las bandas de shoegaze, incluidas las más características, es la rebaja progresiva de los decibelios y la densidad de su atronador sonido inicial. En cuanto al componente vocal cabe mencionar una cierta predilección por el lirismo, por el recurso a largas cadencias, a sílabas que se arrastran conformando etéreas melodías que se funden con el sonido de las guitarras, si bien a este respecto no hay reglas.
La vigencia del shoegaze fue efímera. Slowdive solo llegó a sacar tres álbumes y Ride, cuatro, dándose la circunstancia de que los dos últimos casi en su totalidad escapaban ya a las premisas de dicha corriente. Ilustrativo, a tal efecto, es el sonido del último disco de Slowdive, Pygmalion, prácticamente antitético respecto al de sus inicios: un intimismo minimalista inspirado en la música de Brian Eno reflejo de la frustración y la incomprensión que la banda de Reading sufrió por parte del emblemático sello Creation, el cual abandonaría para acabar abrazando un sonido más carnal y próximo a las raíces en su nueva encarnación como Mojave 3. En última instancia, el shoegaze se vería pateado, con la complacencia de la prensa musical, por la irrupción del grunge procedente de Seattle mientras desde Gran Bretaña se respondía con la irrupción de Oasis y del britpop.
Nadie parecía haberlo echado de menos durante todo este tiempo, de ahí la sorpresa porque tras permanecer olvidado, arrinconado, durante más de veinte años al volver a probarlo resulte que el zapato ahora por fin parece que encaja. Sí, igualito que en el cuento ése en el que estás pensando.