Resérvame el Último Baño
Julio Soler
En Playa Lisa.
En Julio.
En el día del milagro,
corriendo, aleteando y dando alaridos,
yo era el primer bañista.
El mar antes frío
como feldespato, cuarzo y mica
se tornaba ineludiblemente cálido,
salitroso brillante esmeralda.
No hubo verano
que una vez definitivamente
alcanzada la orilla,
no viera sin cierto estrabismo
el último gran mujol
muerto de hipotermia.
Sus branquias abiertas de par en par
habían cumplido.
Volvían de nuevo a invitarnos
a bailar calypso.
El calor que tanto tiempo pretendimos.
Esto sí que es un cambio climático,
pero por favor,
resérvame siempre el último baño.