Ellos lo Saben
Ángela Mallén
Llueve
sobre los campos de colza crecida y sobre los arcenes forrados de genista. Llueve sobre los pastos, los châteaux de la colina y el asfalto que chisporrotea de charcos. Al pasar por debajo de los puentes cesa el sonido por un segundo, un suspiro, un impasse . Y otra vez las vacas mojadas, pastando increíblemente tranquilas. Tres filas detenidas de coches empotrados entre camiones de alto tonelaje y gran cilindrada conducidos por camioneros tan impertérritos como las vacas. Las filas no avanzan. La lluvia no para. El cielo licuándose como si antes hubiera sido de hielo, una pieza de hielo. Pronto caerán los ángeles, los pájaros y todos los habitantes de los planetas y todos los tropezones del cielo que estaba congelado.
Avanzamos.
Un puente en forma de peineta, otros como media luna, medio barco, media escalera… Radio Nostalgie . Radio Bleu Limousin . Las áreas de servicio con su obstinada perpetuidad, combinatoria de olores y productos para el consumismo pasajero. Zonas atestadas como plazas mayores. Todas serán olvidadas. Tierra de Nadie regentada por jefazos-marqueses-virreyes que viven a miles de kilómetros. Ahora vienen las pinadas que acercan el mar. Y otra vez el peaje. La barra blanca y roja se alza como un palo amenazante pero no descarga, sino que invita, o cede, o se rinde, o concede (el paso) tras el diezmo.
Oscurece
sobre un mundo lejano y detenido. Sólo la cinta transportadora de la autopista se mueve llevándonos hasta los cruces. Distribuyéndonos allí. Cada vehículo a su destino. Las autopistas lo saben. Ellas y los GPS también. Ellos saben adónde llevarnos, qué hay allí, qué nos va a pasar… Entretanto el cielo se despeja. Algo hace que las nubes se dispersen y se haga la luz para los pequeños habitantes de los vehículos. Vemos cómo un rojo majestuoso se apodera del horizonte y nos aturde su belleza, porque apenas podemos comprender otro rojo que no sea el de los semáforos.