Tenía el artículo de este mes ya escrito. Me parecía sensato, divertido, puntiagudo. Y de repente, ¡zas!, leí el último de Salvador Sostres, y el mío se congeló en la pantalla. Así que decidí, en menos que canta un gallo, reproducirlo aquí sin omitir ni una coma. Aunque peque de borde o de vaga. La cosa se titula “La única solución” y se publicó recientemente en “El Mundo”. No es que sea mi periódico de cabecera. Mi periódico de cabecera son todos. En su versión digitalizada, por más señas. Ahí va la joya, y que comulguen con ella los que quieran:
“ Sobran casi todas las autonomías, el 40% de los funcionarios, y los que continúen tienen que cobrar la mitad. Hay que privatizar escuelas, hospitales y universidades. Y garantizar el servicio público mediante la concertación y sólo a quien realmente lo necesite y haya hecho todo lo posible para no necesitarlo. Quiero ayudar y los impuestos son el precio que pagamos por una sociedad civilizada, pero yo a un tipo que cobra 1.300 euros al mes no tengo que pagarle nada, y al que no trabaja porque no le da la gana, mucho menos que nada.
Sólo Cataluña y el País Vasco han acreditado mediante el voto de sus ciudadanos la voluntad de que su especificidad sea específicamente atendida. Pero antes de exigir nada, tienen que decidir si arriesgan lo que hay que arriesgar para intentar independizarse, con el desafío al estado que ello inevitablemente conllevaría, o si se quieren quedar y liderar la recuperación económica de España. Las otras autonomías, con sus otros parlamentos y sus otros gobiernos, y sus otros cargos duplicados, y sus otras televisiones locales, y sus otros coches oficiales, son una burla al contribuyente y un espantajo para cualquier inversor, que no querrá invertir en un país que despilfarra el dinero de un modo tan salvaje.
El Estado no sabe gestionar y todo lo acaba arruinando. La Sanidad pública está en quiebra. La enseñanza pública también, y además es nefasta. Escuelas y hospitales tienen que ser privados y competir entre ellos con la lógica de una empresa, para dar el mejor servicio y al precio más competitivo, cada cual dentro de su rango. Las plazas que el Estado tenga que concertar para los realmente necesitados serán de mucha más calidad que en el sistema público, y mucho más baratas. Ni médicos ni maestros tienen que ser funcionarios.
La casta política actual carece por completo de la autoridad política y moral que se precisa para impulsar regeneraciones tan drásticas. Les hemos dado toda la confianza y nos han defraudado. Derecha e izquierda por igual, aunque la izquierda con el agravante de la podredumbre de Rubalcaba. Lo menos grave es lo que han robado. Lo verdaderamente dramático ha sido su cobardía, el cinismo de su cálculo electoral. Es mucho más grave la pasividad de Rajoy, de dejadez, su falta de valentía a la hora de afrontar los problemas y de buscar soluciones que el total del montante que haya podido desviar o robar Luis Bárcenas.
Los impuestos no son la solución: son el problema. La solución es que el Estado deje de entrometerse y devuelva al ciudadano el protagonismo de su vida. La solución es que el ciudadano pueda vivir con su dinero y de su dinero en lugar de tenérselo que entregar a un Estado que se lo fuma con su gestión delirante y que siempre acaba en bancarrota.
El Estado es el problema, su intervención es el fraude y la libertad es, como siempre, la única solución razonable. Sólo mediocres, gandules e incapaces la temen, porque no son idiotas y saben que vivir de mi dinero y no del suyo es mucho más agradable. Son socialdemócratas no por ninguna convicción, sino porque les asusta tener que vivir según la medida de sus posibilidades”.
Qué, ¿cómo os ha quedado el cuerpo?