El país está en crisis, las arcas del estado no disponen de fondos suficientes. Los sueldos y las pensiones bajan, los precios y los impuestos suben y el número de parados aumenta día a día, para desesperación de todos. A los ciudadanos se nos hace imposible vivir, y nos conformamos con sobrevivir, a base de suerte y esfuerzo. Careciendo a menudo de los medios para cubrir necesidades básicas y asumir los alquileres e hipotecas a las que nos hemos visto abocados.
En medio de este panorama desolador, la monarquía vive en el lujo y la opulencia más indecente, libres de culpa, de responsabilidad social o de vergüenza. El hecho en sí palidecería si se trataran de unos millonarios cualquiera, de algún petulante insolidario más. Pero si la vida a espuertas, la costeamos todos nosotros, a pesar de no poder atender las nuestras, a mi parecer se incurre en un delito, cuanto menos moral. Evidenciando el lastre anacrónico que la monarquía nos supone en pleno siglo XXI.
La casa real en un alarde de transparencia, ficticia, de la que no han hecho gala en todos los años de reinado, hicieron público la asignación que se les presupuestaba de modo anual, valorada en la módica cuantía de 8,3 millones euros. Pero esa cifra no es la suma total a la que ascienden los gastos que costeamos. Sin ir más lejos y según confirmaron diversas publicaciones, el coste de la guardia Real, dedicada en exclusiva a su guarda y protección, asciende a la friolera de 45 millones de euros. A parte computarían, distribuidas en los presupuestos de los diferentes ministerios, cuyos fondos proveemos todos, gastos como los del mantenimiento de sus humildes residencias, es decir, los palacios, con sus jardines. No vayan a mal vivir en un adosado. A esto sumariamos, por nombrar algunos, el coste de los aviones privados, para los diversos desplazamientos de cada uno de sus miembros, ciertas cenas de gala y actos de representación, no incluidos en la asignación mencionada o bien eventos extraordinarios, como bautizos y comuniones o bodas millonarias.
Como colofón del absurdo y como muestra del absoluto desprecio y despreocupación por la situación que vivimos, los monarcas se han ido de vacaciones de semana santa, con el subsiguiente gasto público. Para descansar de tanto recibir reverencias y asistir a cenitas de gala, ya que no se han prodigado mucho, visitando comedores sociales o familias desahuciadas.
Para colmo del cinismo, trasciende que el Rey, ocupa su tiempo en asesinar animales, con fines no alimenticios, por el mero placer de matar, actividad que, por otro lado, lleva ejerciendo toda la vida. Haciendo así evidente su catadura moral.
Ante el revuelo ocasionado, el monarca, con cara de niño pillado en una travesura sin importancia, se ha disculpado diciendo “Lo siento, me he equivocado no volverá a pasar”. Lo que no dejó claro es si lamentaba los homicidios animales, el dispendio de fondos públicos que ocasionó ,la total indiferencia hacia la ruina en la que se sume el país, o el hecho de que le hallan pillado.
Me aventuro a decir que lamenta esto último.
Los medios más rancios en un despliegue de servilismo y pleitesía, aseguran, cual fieles súbditos plebeyos, que mantener la monarquía es una ganga, y que mantener un presidente dentro de una República seria más caro. Yo les diría que no insulten nuestra inteligencia, con afirmaciones de ese calibre y recuerden que un presidente siempre es electo y no engloba el mantenimiento de toda su progenie de modo vitalicio, al contrario que la monarquía, que en la actualidad es impuesta y cuyo único mérito es la consanguinidad. Aunque si tanto aman la monarquía me atrevo a sugerirles que corran ustedes con sus gastos.
Así que mientras luchamos contra la más cruenta adversidad, yo seguiré soñando con una República, Libre y Democrática y con el fin de la expoliación Borbónica del pueblo.
Permitidme la licencia, pero creo que ha llegado el momento de hacer, Jaque al Rey.
