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ISSN 1989-4163

NUMERO 23 - MAYO 2011

Diez Motivos para Realizar el Camino y Llegar a Compostela

Joaquín Lloréns

Sobre el año 830 d.c. un ermitaño llamado Pelayo vio una serie de luminarias en un bosque cercano. Allí se encontró una necrópolis romana en la que el obispo de Iria, Teodomiro, descubrió la tumba del apóstol Santiago sobre la que Alfonso II construyó una pequeña iglesia ‘supra corpus apostoli’. Desde entonces y a lo largo de más de mil años millones de personas han peregrinado al santo lugar, tercero en importancia para la cristiandad tras Roma y Jerusalén a pesar de que muchos afirmen que es una simple leyenda la afirmación de que allí están los restos del apóstol. ¿Por qué? ¿Cómo es que en pleno siglo XXI, en pleno apogeo del agnosticismo y anticlericalismo en Occidente, las peregrinaciones son más multitudinarias que jamás en el pasado? Permitidme que os dé alguno de los posibles motivos para realizar el Camino de Santiago.

  1. Visitar la tumba del apóstol. Sin duda, para los católicos, sólo este motivo justifica sobradamente la visita. Pero incluso para los agnósticos, ese ya podría ser un buen motivo. ¿No peregrinan a la tumba de Elvis? Para los que refutan la presencia del discípulo de Cristo, y siguiendo la comparación, también afirman muchos que Elvis sigue vivo y, a pesar de ello, visitan donde reposan sus restos. Pero este motivo no justifica el Camino y sus mínimos 100 kilómetros.
  2. Tener una petición para el apóstol. No cabe duda de que esta es una motivación sólo para creyentes o desesperados. Si tienes una persona querida de verdad desahuciada por los médicos, si tienes un anhelo imposible, sólo un milagro, un impulso universal inexplicable puede remedar la situación. Desde que el hombre es hombre con alma, siempre se han pedido imposibles a entidades superiores (Dios, sus elegidos, Zeus…).
  3. Contemplar un milagro. Es común entre los peregrinos a Santiago el preguntarse los unos a los otros: ¿Tú ya has contemplado un milagro? Y aunque multitud de ellos deben afirmarlo por no ser menos, muchos otros están convencidos de haberlo vivido a lo largo del camino.
  4. Llorar. Es también una frase hecha entre los peregrinos a Santiago de Compostela que “todo peregrino llora al menos una vez durante el Camino”. Puede parecer un motivo baladí pero moran entre nosotros muchas almas que, cerradas a la sensibilidad, llevan décadas sin haber llorado de verdad. Para quien ha convertido su corazón en una piedra de granito, el volver a sentirse vulnerable sin la vergüenza de mostrarse débil ante los demás, puede ser verdaderamente importante.
  5. Recuperar la voluntad. El Camino es duro; muy duro. Cualquiera puede caminar seis horas un día, pero hacerlo durante una, dos, tres, cuatro… o más semanas se consigue sólo con voluntad. Y como decía Schopenhauer, la voluntad es lo que define al hombre. Dicho de otro modo, el Camino y su inmisericorde exigencia de voluntad de seguir adelante es una manera de volver a sentirse hombre. Y eso no es poco, no.
  6. Encontrarse a uno mismo. La mayoría de las personas que logran culminar el Camino afirman que una de las mejores cosas que le han ocurrido a lo largo del mismo es que han vuelto a encontrarse a sí mismos. De cinco a ocho horas diarias caminando la mayoría del tiempo en silencio hace que uno vuelva a pensar. Y ese diario ejercicio durante semanas, acompañado a veces, agotado otras, destrozado algunas, sin las distracciones de la vida diaria, permiten que uno reflexione largamente sobre sus debilidades, sobre lo importante –llegar al refugio, comer- y lo superfluo.
  7. Reencontrarse con la verdadera solidaridad. Durante cientos de kilómetros, todos los peregrinos desfallecen, padecen accidentes, supuran sus ampollas. Aunque ahora se comparte el Camino con gentes de todo tipo y condición, ningún peregrino dejará de parar ante otro caminante que necesite de su ayuda. En el Camino no hay clases sociales, se deja el egoísmo aparcado en tu otra vida. Tengas creencias religiosas o no, todos son tus hermanos y harás lo que esté en tu mano para ayudar a quien lo necesite.
  8. La cultura. No en vano, el Camino de Santiago fue declarado el primer itinerario cultural de Europa. A lo largo de todas sus ramificaciones, uno encuentra miles de edificaciones de gran valor. Acostumbrados todos ya a los viajes empaquetados, donde uno absorbe como un borracho cultural las grandezas artísticas de las ciudades, el Camino, con su ritmo sosegado y personal, te permite disfrutar de cientos de tesoros artísticos a la velocidad que se te adecúe. Sin olvidarnos de la cultura gastronómica de las diferentes comarcas, que no son despreciables, ni mucho menos.
  9. Encontrar la amistad. Como en toda experiencia especial, uno tiende a vincularse de un modo diferente con las personas con las que se comparte el día a día. Si uno lleva un ritmo normal, uno va coincidiendo muchos días con las mismas personas. Se tiene una referencia común que te une. Incluso, y aunque no forma parte de la idea originaria del Camino, hoy en día, especialmente en los meses de verano, multitudinarios, se dice que hay quien lo hace por ligar.
  10. Ganar la Compostela. Demostrando haber recorrido a pie los últimos cien kilómetros antes de llegar a Santiago –doscientos si uno va a caballo o en bicicleta-, uno gana la Compostela. Para los católicos, eso significa que el tiempo que se pasará en el purgatorio será la mitad. En año santo (si Santiago cae en domingo), la indulgencia sería plenaria. Se da una credencial con un texto latín que lo demuestra, pero lo importante no es el papel, sino el haberla llevado a cabo. Para los no creyentes que lo acrediten, existe otro documento para mostrar a quien se quiera que ¿da fe? de haberlo logrado.
  11. Fuera de Concurso: Escribir un relato sobre el Camino.

Santiago

 

 

 

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