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ISSN 1989-4163

NUMERO 02 - MAYO 2009

El Engendro de Vattimo

Holly

Hablaba Vattimo de los llamados postmodernos, aquellos ¿vacíos? entes que valoraban la estética sobre la ética y que habían perdido el norte buscando a Teo y cayendo en la red de la marea de Internet. Ahora, los postmodernos han pasado de moda. Han llegado los modernos, los neo, y los new rave. Ahora los postmodernos, aquella generación del vaso vacío, no como la botella aquella perdida o medio vacía, ¡No!, el vaso vacío en cuanto a carente de contenido, bello pero vacío. El mensaje escrito en tinta roja y sellado con un lacre que oculta una carta en blanco. Pero la pregunta no es esa, la verdadera pregunta no es qué o cómo o porqué el engendro de Vattimo sino: ¿Quién relega al engendro de Vattimo? Oui, han acertado, es (aún) peor.

Ahora llega otra generación, los neomodernos, ése selecto club. Sinceramente, es una tribu online que me supera. Los herederos se llaman, pero lo que tienen es aspiración y un ego muy, muy pequeño. Son ésa horda que se creen hijos de la contemporaneidad cual Versace (realmente tienen que ser hijos del presente porque esto no puede durar el futuro) y que adoran/aman/les gusta la moda. Quieren ser
a) diseñadores
b) fotógrafos
c) diseñadores-fotógrafos-modelos-socialities-celebrities.
Y sólo son mediocres.

Ya no sirve pensar en una palestina, keffiya I’m sorry (el inglés es mucho más chic que el tono ¿castizo? del español) porque desde que Ghesquière, otro ídolo, la utilizó en su desfile para Balenciaga es más que un símbolo: es un icono. Tampoco sirven las Wayfarer, por mucha Audrey Hepburn o Tom Cruise, porque es un concepto demasiado amplio debido a la moda democrática-inquisitorial-dictatorial. Tampoco las Converse, icono de la modernidad por antonomasia, horda y manada de la vulgaridad, encanto perdido y fascinación ególatra. Eso sí, tienen actitud o total falta de ella. Hay que tener, mucho, mucho, muchísimo aplomo. Eso desde luego. Eso y una mano ágil para borrar el historial del fotolog a medida que uno pasa de pijo a guay a moderno a lo siguiente porque es terrible ser hijo mutado de una tendencia muerta. Es como si ves a una polianna pija de Nueva York vestida de alguna marca que no adore su legado o de algo que no se resuma en beige.

Si hay algo que distingue a un engendro, pardon, moderno es que parece tener a) tuberculosis, b) enfermedad venérea (por decirlo suavemente), c) problemas mentales asentados en lo profundo de su ser, d) problemas con las drogas, e) problemas de ego, f) problemas de sexualidad, g) problemas de orientación sexual, h) problemas de abstinencia, liberación, promiscuidad (etc.) sexual, i) complejos (y muchos), j) carencias (y muchas) y una corte de fans que quieren a) parecer tuberculosos, delgados hasta el infinito; b) sexualmente activos y decadentes; c) influenciados por los psicotrópicos cerebrales; e) drogadictos (que Kate esnifa, yo también; que Amy se pincha, yo también), etc.
El problema de la corte de modernos es que no entienden el emblema “Eres lo que vistes”. Ellos creen que son únicos, miembros de una tribu pero únicos, seres con potencia, y recluidos en su pequeño universo, el otro Petit Trianon, pero en realidad su pequeño universo es el de un mundo que se ha rendido (y reído) de ellos. Sinceramente se me antoja una generación triste, miembros de un grupo que nunca creó nada y que solo consumió lo que otros les dijeron que llevaran. Cuando una generación es recordada como la falsa apariencia y la droga cool hay que preocuparse. Y esto no es Woodstock, esto no son los setenta, esto no es el amor libre, Vietnam, ni el verano del amor. Esto, lo que es, es un fraude. Aunque Dios Guarde Internet.

El Engendro de Vattimo
 

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