TRECE AÑOS
a los trece años
mi padre me dejaba
solo en el cine de barrio
para supervisar las obras
del bar que iba a abrir
un chaval de trece
a cargo del ambigú
de la taquilla
de la puerta
porque no había
más empleados
mientras tanto
mis primos
mis amigos
estaban por ahí
divirtiéndose
en la piscina
o por la calle
hoy, cuando los demás
creen que escribir no
es un trabajo
y que me dedico
a vaguear
me pregunto:
¿dónde estabais
vosotros a los 13?
yo estaba atado
al negocio familiar
estaba preso en la soledad
de una taquilla silenciosa.
COMO NOVIOS
a. y á. volvieron a las andadas
a salir como novios, a pasear
por la orilla del río, cogidos de la mano
mis padres revivieron su romance
vivíamos en aquella ratonera
del piso inferior de la casa de mis abuelos
y a veces, ocultándose de la familia,
él iba a buscarla y la esperaba en la esquina
y se divertían hasta caer la noche
él prometió que cambiaría
(es lo que hacen todos)
dijo que era un hombre nuevo
que había aprendido la lección
que detestaba perder a su familia
míralos, pensaba yo,
ahí van, como dos adolescentes
de cuarenta años, mano sobre mano
y todos sonreíamos por el regreso
de la estabilidad y las posibilidades
de volver a una casa auténtica:
con ventanas, con luz natural
y calefacción y una tele en color
y un día a. dijo:
tenemos que volver
a casa, ¿qué os parece?
y a nosotros nos pareció bien
porque habíamos olvidado
que la estabilidad de un hogar
no la dan los radiadores ni las ventanas
sino el calor natural de una familia unida
y á. rompió sus promesas poco después
las rompió en pedazos, una vez más
así que no me pidas, que nadie me pida,
que sea capaz de comprender y perdonar.