‘Veinte años veinte’ con Ricardo Cupido. En esta ocasión, Cupido recibe un encargo en plena pandemia del Covid-19. Una trama tranquila en un pueblo, Breda, que sólo existe en la mente del autor. Detalles muy numerosos y un elenco de personajes secundarios que dan mucho juego al relato.
Santiago, médico a cargo del servicio de urgencias del Gregorio Marañón, disfruta de unas merecidas vacaciones tras el estrés de la primera ola de la pandemia de la Covid-19. Viaja con su mujer y su hijo a Breda, pequeño pueblo donde él ejerció la medicina por primera vez veinte años atrás, y estaba recién licenciado. Cuando a los pocos días aparece muerto, su viuda contrata a Ricardo Cupido, el detective que ya es viejo conocido de los lectores de Eugenio Fuentes, para que le ayude a esclarecer el caso.
Cupido, que no logró resolver el último caso encargado (el accidente de tráfico en el que murió una mujer embarazada de siete meses en la carretera de Breda), se implica hasta el fondo en este nuevo, en el que tendrá que investigar si las razones de este asesinato están en el presente o en el pasado que vuelve.
En esta novela se homenajea a todos los sanitarios que estuvieron en primera fila cuando “desembarcó” el coronavirus en nuestras vidas. Según el autor: “La pandemia está en el corazón emocional de la novela, está en la elección de la víctima, en la elección del verdugo, en la forma de matar y hasta en cuestiones ‘éticas’”.
Eugenio Fuentes (Montehermoso, Cáceres, 1958) ha logrado con éxito situarse como uno de los autores españoles de novela negra con mayor proyección en el extranjero gracias a su detective privado Ricardo Cupido, protagonista de las novelas “El interior del bosque”, “La sangre de los ángeles”, “Las manos del pianista”, “Cuerpo a cuerpo”, “Contrarreloj” y “Mistralia”.
Fuentes también ha publicado en Tusquets Editores “Venas de nieve” y “Si mañana muero”. Su anterior libro, “La hoguera de losinocentes”, es un ensayo sobre las diferentes formas que ha adoptado la intolerancia a lo largo de la Historia. “Con Piedras negras” nos llevó a un Toledo espectral, en pleno boom del ladrillo.
Con “Perros mirando al cielo”, Fuentes vuelve a su territorio de interior, y a las durísimas circunstancias de la pandemia, en una trama con sorprendentes giros, atravesada de misterios que se entrecruzan.
Mirando de reojo al cielo…charlamos, para los lectores de Agitadoras, con Eugenio Fuentes… Gracias…
P.- Por favor recuerde, a los despistados, quién es Eugenio Fuentes.
R.- Un lector que escribe intentando aprender de los maestros, pero sin parecerse a ninguno de ellos.
P.- ¿Cuándo y por qué nace “Perros mirando al cielo”?
R.- La novela nace en paralelo a la aparición de la pandemia del coronavirus. En principio, la historia se desarrollaba a partir de un accidente de tráfico de una joven pareja cuyo coche choca contra una vaca. La chica, embarazada, muere, y así se da pie a la investigación: un par de personajes envueltos en una situación dramática. Sin embargo, fue tan intenso y aterrador lo que vivíamos en la primavera del confinamiento que la pandemia se coló dentro de la historia, como un virus narrativo muy benéfico.
P.- ¿Qué le ha supuesto ‘La Covid’ para la redacción de esta historia.
R.- La pandemia ha sido una fuente de inspiración, una cantera de emociones, una influencia en el tono narrativo y, sobre todo, una protagonista más, pues determina la elección de la víctima, la forma de matar, la dinámica de la investigación, los comportamientos de los personajes y creo que hasta el debate ético. No es un simple marco.
P.- ¿Cómo llegó Ricardo Cupido a su "vida literaria"?
R.- Ricardo Cupido aparece en mi primer libro, una novela corta de formación, como un adolescente más de un grupo de amigos. Por entonces, ni él ni yo imaginábamos que se convertiría en detective y que esa profesión le regalaría una vida intensa y una forma de contemplar el mundo.
P.- ¿Qué papel juegan las emociones en sus relatos?
R.- Un papel sustancial. Tengo la sensación de que el siglo XX fue un siglo frío, más intelectual que emocional, quizá como reacción a los excesos sentimentales en que derivaron muchas artes a finales del XIX. Pero ahora mismo, como lector y como espectador, lo que busco es una buena historia que me emocione, incluida la emoción estética. Me interesa menos la acción que el misterio, el misterio menos que los personajes, y procuro que los personajes despierten emociones.
P.- A su juicio, ¿ha aumentado la picaresca con 'La Covid'?
R.- En mi opinión, no ha aumentado. Al contrario, creo que hemos visto comportamientos extraordinarios de solidaridad durante la pandemia. Pienso en médicos y en profesores.
P.- ¿Es la lectura la mejor medicina contra el aburrimiento?
R.- Sin ninguna duda.
P.- ¿Qué es más divertida, "la verdad o la mentira"?
R.- La verdad es mucho más divertida, porque basta contar los prodigios de la vida, mucho más fantásticos que los de la ficción. La mentira es cansina y tediosa.
P.- Venda su libro ¿por qué hay que leer "Perros mirando al cielo"?
R.- Porque quizá te divierta, te distraiga, te recuerde algo… y hasta puede que te emocione.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- Decidir qué proyecto emprender entre las varias ideas, de géneros diferentes, que tengo sobre la mesa.