(Spoiler)
1
Cuando nuestros padres llegan a cierta edad, su enfermedad convoca a los tres fantasmas de Cuento de Navidad, de Charles Dickens: El fantasma del pasado, el del presente y el del futuro.
Bárbara Blasco sitúa a Ebenezer Scrooge al pie de la cama de un hospital, delante de los mismos tres fantasmas.
2
Porque Hamlet levantaría una cama de hospital con la mano, antes que una calavera.
3
Arrancar uvas de un racimo es similar a ir arrancando del cuerpo las enfermedades, como hace Bárbara. No me refiero a extirparlas para sanar al enfermo, sino a tirar de ellas para compartirlas, hacerlas nuestras siquiera con lo que sentimos.
Rafael Camarasa explicaba en un poema lo de ir comiendo cerezas de una fuente y que unas engancharan y arrastraran a las otras, en una sucesión continua e ilimitada de amigos y recuerdos.
¿Comer uvas? Hay libros tan bien exprimidos y fermentados al ser escritos que se convierten en resacas que duran toda la vida.
4
Para Kafka una carta «es realmente una comunicación con fantasmas, no solamente con el espíritu del destinatario, sino también con el propio fantasma que se desarrolla bajo la mano que escribe la carta» (carta a Milena Jerenská, a finales de marzo de 1922)
Entre esos dos fantasmas, la protagonista de Dicen los síntomas, por si fuera poco, además escribe su carta directamente sobre el cadáver de su padre, extendido sobre una cama del hospital, como si el coma le diera la condición de papel en blanco.
5
En la novela Una habitación con vistas, de E.M. Foster, el señor Emerson observa el comportamiento errático de su hijo George en la Santa Cruz y le confiesa a Lucy que su hijo vive en el infierno porque no es feliz:
«—¿Cómo puede no ser feliz si es fuerte y está vivo? ¿Qué más puede uno darle? Piense en cómo ha sido criado, libre de todas las supersticiones y la ignorancia que llevan a los hombres a odiar a sus semejantes en nombre de Dios. Con una educación de este tipo creí que estaba destinado a crecer feliz».
En la novela de Bárbara Blasco, imagino que esa voz del señor Emerson es la misma que la del padre postrado en su coma profundo, que observa mudo el comportamiento errático de su hija porque no es feliz.
Ambos, el señor Emerson, en Una habitación con vistas, y el padre en coma de Lo dicen los síntomas, le están suplicando a la protagonista que:
«Tire de su interior estos pensamientos que no entiende y tiéndalos a la luz del sol y aprenda qué quieren decir. Comprendiendo a George aprendería a comprenderse a sí misma»
Este libro trata de analizar y comprender por qué George y la hija del enfermo terminal no son felices.
6
La única persona que venció a Sherlock Holmes fue una mujer, Irene Adler.
Hubiera habido una segunda mujer que lo consiguiera, pero Bárbara Blasco estaba ocupada con cosas más importantes.
De hecho, una tormentosa noche de noviembre Sherlock llegó atribulado al 223 de Baker Street y con los ojos fijos en la pared, dijo:
-Watson, ¿cómo después de hacer el amor puede una mujer insistir tanto en querer saber el tiempo que uno está en lo alto de una montaña cuando la corona?
7
Kafka escribió en 1919 su Carta al padre, donde reúne todos los reproches a su padre. No le acusa de nada concreto, creo que más bien lo culpa de esa ansiedad inconmensurable del hijo que no supo atender el padre.
Virginia, la protagonista de Bárbara articula reproches concretos contra la hermana y la madre, incidentes concretos por los que se burla de la madre y con los que odiamos a la hermana, pero los reproches contra el padre son más bien de desasosiego espiritual, de esa inconmensurable ansiedad que no tiene motivos concretos.
Por ejemplo, cuando Virginia escapa de una violación y llega a casa, el padre le pide que apague la luz del pasillo, eso es todo, lo que da paso a un profundo dolor. Recapitulemos, ella entra y no cuenta nada, pero el padre no se da cuenta por sí mismo. Se trata, obviamente, de una incomunicación espiritual, de cómo ella hubiese querido y necesitaba que fuera su padre.
Si el padre es el culpable de que su hija no sea feliz, volvemos al señor Emerson y a su hijo George.
8
Dostoyevski, o la novela psicológica rusa, diría que la protagonista de Dicen los síntomas va a reproducir con su hijo la misma desafección que siente que su padre ha tenido con ella.
No quiero decir que ella pretenda tener un hijo para castigar a su padre, más bien lo que sospecho es que ella quiera tener a un hijo para prolongar al padre.
9
Frente a la sensatez y sensibilidad de la protagonista queda el egocentrismo egoísta de su hermana. Ambas tienen a la buena pero histriónica madre, la incoherente y ridícula señora Bennet, la madre de las hermanas Bennet. Los caballeros desfilan de visita por la casa de la campiña, pero en este caso los caballeros desfilan por las aplicaciones de Internet para contactos sexuales. Los personajes buscan casarse, aunque en Dicen los síntomas buscan tener un hijo, un compromiso similar. Elinor Bennet no es materialista cuando no atiende a la renta anual de sus pretendientes, Virginia tampoco lo es y da poderes a su hermana para que gestione el patrimonio familiar. Antológico el incidente de la familia que entra empavonada en la habitación del hospital y pillan a Virginia in fraganti pero lo disimulan, sin el más mínimo comentario, puro carácter inglés.
En fin, a falta de sombreros, carruajes y plumas, es como si con Bárbara Blasco Jane Austen se liberase sin dejar de ser Jane Austen.
10
Pío Baroja era médico. Su tesis doctoral –y no se trata de una metáfora- versó sobre los enfermos y no sobre las enfermedades. Para él la medicina eran los enfermos.
Ramón Gómez de la Serna, por su parte, publicó El doctor inverosímil, donde el doctor Vivar investiga la vida y los pensamientos del enfermo como método para resolver sus enfermedades.
Tanta cita sobre libros, tanta cita sobre libros..., pero es que hay que colocar esta gran novela entre sus iguales.