El ver uno de los cuadros más populares y conocidos, como es, el de: La Libertad guiando al pueblo de Eugene Delacroix, donde una mujer con un fusil en un mano y una bandera en la otra encabeza a un grupo de gente, mientras los arenga, y que se convirtió en imagen y símbolo de la Revolución francesa, me trajo a la mente a todas esas otras mujeres, cuya trayectoria apenas conocemos, y que sobresalieron por sus hazañas guerreras, ya fuera como soldados, a veces haciéndose pasar como hombres, hasta que fueron descubiertas, por alguna circunstancia inesperada para ellas, o a aquellas que lo fueron sin ocultarse, como las gladiadoras romanas, cuya popularidad y fama hizo, que fueran incluso representadas en relieves, con sus nombres colocados debajo, para que se supiera quienes eran, como fueron Amazona y Anchilia del s. II. Pero también hubo mujeres samurais que se enfrentaron con éxito a sus iguales masculinos venciéndolos.
Parece ser que era tal la excitación que producían los combates de gladiadores que a la salida de estos espectáculos, los prostitutos ( que los había) y prostitutas, situado/as bajo los arcos del los Anfiteatros , los "fornix ", no daban abasto, de ahí que la palabra "fornicar".tenga en estos elementos arquitectónicos, o mejor dicho de lo que se hacía bajo ellos, su origen. No es de extrañar que un avispado empresario, Hostiliniano, consiguiera su éxito político y económico, con los espectáculos que montaba con las 15 mujeres gladiadoras que poseía.
Pese a la apariencia, de invisibilidad histórica apenas rota por hazañas como la de Agustina de Aragón, la historia está llena de mujeres guerreras y soldados que destacaron. La mitología plasmó esta imagen, de mujer guerrera en la diosa Diana, o la imaginó en las amazonas, cuyo nombre deriva en el hecho de que se amputaban un pecho, en griego ( a-mazón) ( a=sin. mazon= seno) porque en las leyendas estas hijas de Ares, el dios de la guerra y de Armonía, se cortaban el derecho para poder manejar mejor el arco.
En 1541, Francisco de Orellana, se batió con una tribu de la que afirmó era de temibles mujeres guerreras, motivo por el que dio este nombre al río que descubrió, "Amazonas".
Muchas han sido las mujeres que han pasado a la historia por sus hazañas guerreras, entre ellas algunas españolas como Catalina Erauso, la llamada "monja alférez", porque ingresada por sus padres, a los cuatro años, en un convento, junto con sus hermanas para aprender las labores de su "sexo", coser, tejer, cocinar...por su rebeldía la llevaron a otro de régimen más estricto, pero a los 15 años, robó las llaves y vestida de hombre se escapó. Se alistó en el ejército, destacando por su fiereza en el combate, y fue ascendida a Alférez y no lo fue más debido a su mal carácter y a la crueldad con sus enemigos. Marchó a América y en una de las múltiples disputas, con resultado de muerte para el contrincante, fue detenida y para evitar ser ajusticiada, recurrió al obispo diciéndole, que en realidad era una mujer y que había estado en un convento. Enviada a España, Felipe IV le mantuvo la graduación y le concedió una pensión. Se hizo tan famosa, que fue recibida por el Papa Urbano VIII. El pontífice la autorizó a continuar vistiendo de hombre.
No sería la única española que se vistió de hombre para entrar en el ejército. Ana María de Soto, fue una gran heroína y la primera mujer infante de marina. Se alistó como soldado en 1793 en la sexta compañía del 11º Batallón de Infantería de Marina, ocultando su identidad, puesto que lo hizo bajo el nombre de Antonio María de Soto. El 26 de enero de 1796 tras pasar por diversos navíos, volvió al Nuestra Señora de las Mercedes. Participó en los ataques de Bañuls, en la defensa de Rosas y en la batalla del Cabo de San Vicente contra los ingleses, el 14 de febrero de 1797, que se saldó con la derrota española. A bordo de la fragata Matilde, participó en la defensa de Cádiz contra la escuadra inglesa. Allí mostró valentía, arrojo, honor y sentido del deber para defender el pabellón español y comportarse como una excelente infante de marina.
Pero al tener unas fiebres muy altas, el examen médico para saber el origen de las mismas, delató su sexo. por lo que fue obligada a desembarcar. Ante esta situación inédita, se envió su caso al Palacio Real para que se le castigara debidamente. Carlos IV al ver su expediente, emitió un Real Decreto, por el que en vista de su valor, se le concedía una renta vitalicia de dos reales de vellón diarios, el grado de sargento y poder llevar el traje de la marina y las divisas de su rango.
Quizás una de las mujeres más destacadas en la Conquista de América, haya sido la extremeña nacida en Plasencia, en 1507, Inés Suárez. Su esposo como tantos, se marchó a América. En poco tiempo dejó de tener noticias de él, y al cabo de unos años, consiguió permiso para embarcarse y buscarlo en Perú. Y lo encontró, enterrado tras haber caído en combate en una lucha, entre los seguidores de Almagro y de Pizarro. Y se encontró sola. Como nadie le esperaba en España consiguió una vivienda al lado de un capitán, Pedro de Valdivia. Este tenía buena posición económica e incluso prestigio, Estaba casado, pero hacía años que había dejado a su joven esposa en España y parece que no la echaba de menos en demasía, y pronto surgió un desenfrenado amor y pasión entre ambos. Ella se hizo pasar por su sirvienta, para evitar escándalo, y se lanzó con él a la conquista de un territorio hostil, Perú. En una expedición formada por unas decenas de españoles y unos centenares de indios. La travesía tardó meses, y en condiciones muy difíciles, nada raro que hubiera una conspiración contra Pedro de Valdivia pero ella la desbarató. Llegaron a un lugar fértil y decidieron fundar una ciudad, en febrero de 1514, a la que llamó Santiago de la Nueva Extremadura. Valdivia se ausentó, y el cacique Michimalonco, reunió a varios miles de indios y atacó. Asediados, rodeados y ardiendo el asentamiento y con una gran inferioridad numérica y cuando todo parecía perdido, Inés tomó el mando."Salió una dueña que en casa del general estaba, que con él había venido sirviéndole del Pirú, llamada Inés Suárez... echó mano a una espada e dio de estocadas a los dichos caciques... salió esta dueña honrada con la espada ensangrentada, diciendo a los indios 'Afura, auncaes –que quiere decir traidores-, que ya yo os he muerto a vuestros señores y caciques', diciéndoles que lo mismo haría a ellos y, mostrándoles la espada, los indios no le osaban tirar flecha ninguna […] Mandó luego el teniente llevar los malheridos a donde aquella dueña estaba y ella los curaba y animaba".
Quien así lo afirma es el soldado y cronista Gerónimo de Bibar, en la "Crónica y relación copiosa y verdadera del reino de Chile" (escrita en 1558):que coincide en lo sustancial con otras narraciones de aquellos hechos, entre ellas la de Pedro Mariño de Lobera militar y cronista que murió en Lima en 1594 y que escribió la "Crónica del Reino de Chile."
En esta relación de mujeres " de armas tomar " adquieren un especial relieve las mujeres japonesas. La tradicional cultura de Japón las relegaba a una total sumisión la marido, pero cuando se producían períodos de inestabilidad y de lucha de clanes, se les instruía en las armas para poderse defender, y uno de esos períodos fue en la mitad del s. XIX. En esa época surgieron las mujeres samurais, las Ona Rugeisha, que combatieron a veces en situaciones de inferioridad técnica, y con gran eficacia y valentía. Como cuando Nakano Takeko con un grupo de treinta mujeres vestidas con pantalones anchos y una cinta en la frente, cargaron contra las tropas imperiales, armadas de ametralladoras, fusiles y cañones, mientras ellas sólo tenían arcos y catanas, haciendo estragos en las filas enemigas. Sólo Takeko acabó con seis samurais, pero pudo con ella un disparo mortal en el pecho, Nakano Takeko, tenía 21 años.
Mujeres adelantadas a su tiempo, que constituyeron un ejemplo de valentía, y manejo de las armas, en unas épocas en los ejercitos eran una cosa exclusiva de los hombres.