AGITADORAS

 

PORTADA

 

AGITANDO

 

CONTACTO

 

NOSOTROS

       

ISSN 1989-4163

NUMERO 101 - MARZO 2019

 

Situación Social de la Mujer Desde el Medievo Hasta el S. XVII

Carmelo Arribas

El deseo de una familia nuclear y el ideal cristiano de la mujer casada "optima uxor", esposa excelente, que reflejan en sus escritos los escritores cristianos orientales del S. IV y V, hace que se establezcan y tipifiquen unos estados de la mujer, cuya filosofía perduraría tanto, que todavía en el S.XVI lo reflejaría en su libro, "La Perfecta casada" Fray Luis de León.

Estos estados, que definían la  vida y modo de actuar, dentro de ellos, de la mujer, eran: Virgo, vídua, diacona y maritata. (Virgen, viuda, diácona y casada) y cada uno conllevaba una actuación y un comportamiento, ante la vida, diferente. Pero fijémonos en la mujer casada. Adquiría este estado mediante el matrimonio, pero esta situación coloca a la mujer en una evidente desigualdad frente al hombre, que se convierte, a partir de ese momento, en jefe y guía de su esposa.

Tales argumentos los basan y justifican en la doctrina de los filósofos clásicos griegos, esencialmente en Platón que en la República insiste en la debilidad natural del sexo femenino, aunque tampoco faltaba la referencia Bíblica a Eva y el pecado cometido, que con su conducta arrastró tras sí a Adán. Sin embargo esta debilidad puede ser superada por la "virtus", la fortaleza cristiana, que convierte a la mujer casada en "optima uxor", esposa ideal. Esta conducta la contrapone a la mujer casada impúdica y perversa, carente de pudor y rectitud, que atrae y seduce a los hombres.

Evidentemente, tales estados no constituían la variedad real de la situación social. Porque aunque la característica definitoria de la unión marital era la celebración del matrimonio, en esta decisión, con no poca frecuencia, poco o nada había decidido la pareja, fruto de acuerdos pactados entre los padres o familiares de los contrayentes. Los intereses que se ponían en juego, con los enlaces matrimoniales, no eran como para dejarlos en manos de los jóvenes "a los que les impulsaba más la pasión, que los dictados de la razón".

Si este intervencionismo era duro para el varón, todavía lo era más para la mujer, que se veía condenada a la tutela y dominio de un hombre que le habían impuesto. Resultan sumamente significativas algunas ilustraciones de los libros medievales, en los que se muestra la escena de dos recién casados; el hombre se encuentra metido en la cama mientras que la mujer totalmente desnuda va a meterse dentro, pero una cosa llama la atención, lleva la cabeza cubierta con un velo, lo que indica el estado de sumisión, y respeto a quien está dentro de la cama; y al lado de la cama, dos mujeres, posiblemente madres de ambos contrayentes, dándoles la espalda en la escena, pero presentes en la misma, charlan, lo que indica la implicación de la familia en tal acontecimiento. Y a todo esto se añade un problema sobreañadido que afectaba a la mujer, ya que si carecía de dote era muy difícil el poderse casar, e incluso, hasta para entrar en los conventos se le solía solicitar.

No resulta pues extraño que exista una abundante documentación de pleitos iniciados por mujeres solicitando la separación matrimonial, aunque también la hay de hombres Los comentarios de Eugenio López, notario y funcionario de la corona, en Medina, Mérida y Madrid, en el S. XVII, asustado por la abundancia de estos, nos muestra la realidad que originaba estas uniones y las abundantes peticiones de separación: "Se comenzaron a introducir por parte de las mugeres malcontentas de sus maridos muchas y diversas caussas de nulidades de los matrimonios que havían contraydo y después de haver coavitado con ellos algunos años y tenido hijos, fundando demandas hordinariamente en que sus padres, o las madres, o otras personas, las forzavan para que se cassasen y que las havían hecho malos tratamientos dándolas de porrazos y mojicones hasta arrastrarlas de los cavellos y quererás aogar y otras amenazas que las hacían, y provada la fuerza en plenario juycío con citación de los maridos, como ellos por la mayor parte no lo contradecían, ni havían ningunas defenssas, benían a concluir con las mugeres, y aunque por esto se dava traslado al fiscal, como no se hacía por el probanza ninguna de lo contrario, luego los vicarios y provissores davan por ningunos los matrimonios, y con esto se dexavan passar las sentencias en cossa juzgada aunque nunca passan".

Como reacción a esta situación de la mujer en el matrimonio, en el que el amor es un sentimiento relegado a un plano muy secundario, tras intereses "más importantes" como pueden ser el poder o la unión de fortunas, cuando no, por desgracia, el apremio por solucionar situaciones de necesidad perentoria como puede ser la miseria, o en casos de viudedad y con hijos, la protección y mantenimiento de estos, surge una corriente literaria divulgada por poetas y trovadores por palacios y plazas con la exaltación del amor cortés y la idealización de la mujer. Los libros de amor y los dibujos en los manuscritos del S. XV, en los que la felicidad está simbolizada por el amor, son la contrapartida a esta situación, con la mitificación del amor de los enamorados, que las mujeres no podían encontrar en la vida real. En el mundo de la nobleza, con la proliferación de guerras, se produce un fenómeno digno de tomar en cuenta, la necesidad de la mujer de administrar, en ausencia de su "señor", situación que podía prolongarse meses o años, la hacienda y tierras, cuando no incluso proceder a la defensa de los castillos ante las ambiciones de otros señores feudales. Esto le obligaba a una formación, que solía recibir en los conventos en los que, habitualmente, la abadesa tenía una independencia y autonomía, casi total, del estamento eclesiástico masculino.

La creación de núcleos de población en los que se agrupaban artesanos y gentes, libres de la dependencia del señor feudal, dio origen a las ciudades, y en ellas la labor de la mujer, muchas veces provenientes del campo, en el que habían ejercido una labor "todoterreno", ya que igualmente se ocupaban de las labores de siembra y recogida de la mies, ayudando con frecuencia al marido, como de cuidar los animales de la casa, gallinas y cerdos , o de tejer la lana y confeccionar prendas para la familia o incluso para otros, además de cuidar a los hijos, le daba unas posibilidades de desarrollo mucho mayor; por lo que comenzaron a abundar mujeres ocupadas en trabajos cada vez mejor pagados, aunque solían estar controlados por los hombres, este es el motivo por el que aún estando sujetas a la misma reglamentación que los hombres y al mismo escalafón que ellos en los gremios artesanos; aprendices, oficiales y maestros, les era muy difícil conseguir el acceso al grado de maestros, aunque hay ejemplos de haberlo conseguido. "Vamos encontrando escultoras, que esculpen para catedrales: Es legendaria la figura de la escultora Sabina von Steinbach, de quien se dice que hizo las esculturas de la puerta sur de la catedral de Estrasburgo. Al menos una estatua, la de San Juan, tiene en sus manos un pergamino que dice: "Gracias a la sagrada piedad de Sabina, que de la dura piedra me ha dado forma". Se conoce  su existencia porque trabajó y dejó su marca en las piedras de las catedrales, formando parte del cerrado y exclusivo mundo de los canteros. Para obtener el grado de maestro de obra en las catedrales del s.XII y XIII había que superar un examen ante un tribunal compuesto de varios miembros. Algunas mujeres alcanzaron ese grado, una de ellas fue Sabine de Pierrefonds (también llamada  Sabina von Steinbach) que trabajó en la catedral de Notre-Dame de París; donde formó un taller con oficiales y aprendices. De entre todos ellos destacaría Villard de Honnecourt, de 1200, que fue el autor de un libro, dirigido a sus aprendices: Livre de portraiture. Ilustrado con dibujos que les servían de ejemplo. "En este libro se puede encontrar una ayuda válida para el gran arte de la construcción y de algunas instrucciones de carpintería y encontraréis el arte del retrato y sus elementos tal como lo requiere y lo enseña el arte de la geometría".

Aunque también casos de negación de concesión de grado de maestro en los tribunales de artesanos. Como el del veedor de artistas Francisco Rincón, que en 1516 se negó en Huete (Cuenca), a examinar a María Gutiérrez de Valdeomar, que tras haber hecho los preceptivos años de aprendizaje se presentaba a examen para conseguir el grado de maestro de policromía.

 Aunque a partir de finales del S. XV, durante la terrible crisis económica, a las mujeres se les fue arrojando de los gremios o impidiendo que accedieran a ellos.

 

 

 


 

 

Mujer

Mujer

Mujer

Mujer

Mujer

Mujer 

 

 

 
@ Agitadoras.com 2019