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ISSN 1989-4163

NUMERO 91 - MARZO 2018

Tempo Rubato - Mayte Martín

Itziar Mínguez

Tempo Rubato es la expresión musical que se usa para referirse a la ligera aceleración o desaceleración del tempo en una pieza. Es también el título elegido por la cantante Mayte Martín para dar nombre a su autobiografía musical. Veintidós años de trazado vital y amoroso quedan registrados en el extraordinario CD que acaba de salir a la venta después de llevar un año girando por los escenarios con el espectáculo homónimo. El proceso habitual suele ser inverso. Primero se graba el disco, después se gira. Puede parecer que Mayte Martín va al revés del mundo. Pero no. Es el mundo el que va al revés. Lo natural sería subir un espectáculo al escenario, presentarlo en un cerrado tú a tú con el público -único juez competente de un artista- y terminar de elaborarlo encima de las tablas, con los matices que sólo se pueden hallar en la respiración, en las reacciones del público y en el aplauso que unas veces toma forma de ovación y otras de silencio. Porque el silencio también es un aplauso, un reconocimiento. Pocas veces he escuchado tanto silencio como en un concierto de Mayte Martín. Recuerdo a la grandiosa Chavela Vargas. Su manera de aparecer en el escenario, su forma de pisar las tablas, su porte, eso convertía el escenario en un templo. Mayte Martín lo consigue también. Su porte sobrio, su verdad, su reverencial respeto a su público –y viceversa-  infunden una pátina sagrada al escenario que aporta lo necesario para que las canciones suenen a oración y el público se convierta en fiel seguidor de un discurso musical cada vez más claro, más preciso.

Tempo Rubato, su último trabajo, tiene todos los elementos para seguir alimentado este ritual que es su música. Dice la autora sobre su último trabajo que es mi cardiograma. El trazado sonoro de mi registro vital y amoroso. Cuando una palabra, ‘registro’, tan unida a lo musical, va seguida de ‘vital y amoroso’ ya tenemos pistas suficientes para saber que en este trabajo vida y música no sólo avanzan de la mano sino que se funden para ser la misma cosa.

Frédéric Chopin –dice Wikipedia- usó una estricta forma de rubato en algunas de sus obras; la mano izquierda siempre tocaba en el tiempo exacto de la pieza, mientras la mano derecha, la que llevaba la melodía, tocaba con libertad, o sea, con rubato. Leo esto maravillada. Porque no imagino una forma más exacta de definir lo que es el Tempo Rubato de Mayte Martín. Trasladando esta ecuación a su trabajo pienso que la mano izquierda, la que toca el tiempo exacto de la pieza, no puede ser otra que la vida, que marca indefectiblemente nuestro devenir; la mano derecha, la que toca con libertad, es decir, con rubato, imprimiendo la emoción, es nuestra voluntad, la voluntad de someternos o no, plegarnos o no a lo que la vida nos ofrece, a aquello que nos tiene reservado. Así la exactitud del tiempo que nos toca vivir y la libertad con que lo vivimos, acaban componiendo una melodía que define perfectamente lo que somos. Tempo Rubato es, por su larga concepción en el tiempo, tal vez el trabajo que más define a la artista. Es –dice Mayte Martín- fruto del amor. Está hecho de vida.  Qué rareza hoy en día, un producto que no responda a una moda o que no esté hecho de lo que se lleva. Un trabajo que está hecho de vida. Y, ojo, que no es una frase de venta, es que está hecho de vida y es fruto del amor. Literal y literariamente. Literalmente porque Mayte Martín ha ido componiendo a lo largo de veintidós años de su vida estos temas y cada pieza es consecuencia de una historia de amor o de desamor que ha dejado una herida que ella ha traducido en música. Cada tema, fechado como si de un diario se tratara, responde a cada historia de amor que nacía y moría, cuenta la autora en el delicado libreto, diseñado por Isabel Camps, que acompaña la edición. No siguen los temas un orden cronológico y en alguno de ellos conviven varias fechas, cuestión que da la medida de lo vivo que ha estado este trabajo del que destaco, además de su factura y calidad impecables, la verdad que desprende. Se nota que está vivo, que se ha alimentado de verdad y que cada tema, cada momento arroja sobre otro un aliento distinto. La suma de todos los instantes y el aliento que cada uno arroja sobre otro dan como resultado un cuadro completo de vida.

Tempo Rubato tiene también una gran carga literaria.  ‘Soneto de amor’, del extraordinario poeta Rafael de León; ‘Sus ojos se cerraron’, con letra de Alfredo Le Pera y música de Gardel y ‘Gacela del amor imprevisto’, de García Lorca, son los tres temas a los que pone música Mayte Martín imprimiendo a los poemas –como ya hiciera en su trabajo AlCantarAManuel- una dimensión nueva pero sin descargarles de su propia personalidad, defecto que tienen muchas de las adaptaciones musicales que se hacen de poemas. El resto de canciones están firmadas por Mayte Martín, letra y música, quien demuestra que además de su buen hacer musical, tiene una gran capacidad como letrista. Ya lo había hecho antes. Desde su primer álbum ‘Muy Frágil’, donde ya firmaba letras de su autoría, hasta otros trabajos posteriores pero es en Tempo Rubato donde se descubre la verdadera dimensión de esta faceta de la artista que, auguro, vamos a seguir disfrutando a partir de ahora. Porque si Tempo Rubato es el diario musical de la autora, me pregunto, ¿seguirán escribiéndose las páginas de ese diario, traduciéndose musicalmente, seguirá creciendo este legado vivencial? ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? Porque la emoción, la vida, sigue pasando y, mientras sigue pasando, sigue escribiéndose y contándose y cantándose. Por eso es una obra viva, que puede tener tantas formas como la propia vida le dé y como la propia autora traduzca desde un lenguaje musical cada vez más rico, más amplio, con más registros, sin otro límite que el de la verdad y muy lejos -quede esto claro- de la experimentación y originalidad, esos valores tal en alza que pueden conducir a caminos de dudosa calidad.

En un testimonio musical que abarca una temporada tan extensa podría parecer difícil hallar un resultado homogéneo pero los arreglos de Joan Albert Amargós, encargado de hacerlos a medida que nacían los temas, consiguen que de esta suma de momentos –a lo largo de los cuales la autora crecía, cambiaba, evolucionaba musical y personalmente- se extraiga una sensación de unidad, de complejidad matizada que lejos de hacernos pensar en un puzle de piezas separadas da una visión de conjunto, compactada y sólida de cuya escucha se sale verdaderamente emocionado. La autora de S.O.S., ese clásico contemporáneo (1991) es la misma que ha compuesto Antes de ti (2005/ 2009) y el tiempo transcurrido entre ambos, con todos los cambios que implica a todos los niveles, no hace sentir el salto sino la continuidad de las vivencias. La vida, otra vez, mezclándose con la libertad, la mano izquierda y la derecha, el tiempo exacto y la libertad para dotarlo de más emoción. Porque emoción es lo que destila este disco. Emoción y verdad. Dos cosas que son estandarte y bandera de Mayte Martín.


 

 

 

 

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