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ISSN 1989-4163

NUMERO 81 - MARZO 2017

Trilogía del Mar, tus Labios y su Locura (II)

Ramón Asquerino

El parpadeo de tus labios (II, marzo)

de amar en alborada, mar:
Y de seis a nueve metros de besos, de Esa plácida lasitud del mar.
 

Y se adentró en  mi vida
y en aquella noche
la deshojó hasta la tersura del alba.
  Clara Janés: [Desplegó una sábana azul]

**

Esa mirada de perfil, alfil de beso,
cruza el tablero de tus ojos
y se come el parpadeo de tus labios,
mientras el caballo de marzo
balbucea el calendario,
con suaves gritos a jardines,
ante un frío que se aprieta contra tu bolsillo
y reclama las propinas de otro año,
entero para ti, cierto, con las huellas
de tus besos por imágenes
y un paseo repleto de tu pelo,
mejor que aquel día largo de pasillos
y salas de caras de un miedo expectante,
un miedo sin hambre, cadavérico, esqueleto de sí mismo,
enseñando sus costillas desvaídas
en la antesala de los desesperados.

Febrero se había insertado loco de recuerdos,
dando empujones por derecho propio,
y confiado en quedarse para siempre,
en durar más que sus días,
en alargar sus madrugadas
para que pasees, para que tus huellas
de pies y manos recojan la arena,
dibujen mareas y reciten estrellas,
para que tus tobillos se venguen de la arena,
y roces la orilla con sus besos
hasta que me hayas contado
todos los parpadeos de tus ojos,
la vuela yema de los versos.
Febrero loco de muerte.

Y en marzo, el sol sacudiendo su lomo,
 me quedas tan quieta
que parece que resucitas a mi lado,
al margen de las fotos,
en el borde mismo de mis manos,
al alcance sur de tu figura,
con el tacto de tus ojos y
el parpadeo de tus labios,
mar de silencios que nos hablan,
inquietos por tu sombra de venas
que, a lubricán de tanto beso,
se apagan de humedad encendida,
húmeda cicatriz entre palabras,
grabadas, graves, en el tronco
de tus voces, raíz de deseos,
savia de temporal sin rumbo,
como otra nueva derrota, inhóspita,
asolada por el orgullo del viento.
Es ese orgullo del viento que trasmina

con una sábana azul,

salpicada de besos, mar y locura,

 al pulso, el parpadeo de tus labios,

 la caricia toda por la deuda del tiempo,

que se echó a un lado para dejar pasar

las vías contenciosas de mi juicio:

Y se adentró en  mi vida
y en aquella noche
la deshojó hasta la tersura del alba.

 

 

El parpadeo de tus labios

 

 

 

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