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ISSN 1989-4163

NUMERO 71 - MARZO 2016

¡Afrodisíacos al Poder!

Carmelo Arribas

 

     

En el escudo de la localidad cacereña de Madrigalejo, figura de modo destacado una f  en fondo negro. La F, podría ser de "finado", palabra castellana que significa muerto, porque viene del latín finis, o sea: fin, se acabó, pero lo es de Fernando,  el marido de Isabel la Católica, los  del Tanto Monta, Monta Tanto.

Y para cumplir con el famoso eslogan, tras  la muerte de su insigne señora, quiso seguir con el  Monta, aunque esta vez se tratara con otra mujer, a la que le llevaba la friolera de treinta y cinco años, ella con 18 y él con 53.
El miedo de los españoles a ser gobernados por un extranjero,  llevó a los consejeros del rey a convencerle para buscarle una sustituta de la difunta Isabel la Católica y que le diera un heredero. Hay algunos historiadores que incluso sospechan que la prematura muerte de Felipe el Hermoso, marido de su  hija no fue por causas naturales, a no ser que consideremos natural el morirse porque te han envenenado. La elegida para tal menester fue Germana de Foix, que tenía varias cualidades; además de la de  ser joven,  tenía un historial familiar de muchos hermanos, lo que  hacía preveer  cierta predisposición familiar, a quedarse embarazada, en lo que no andaban muy desencaminados, y seguramente también habría dado muestras de cierto vigor sexual, que le alegrara el alicaído cetro real a Fernando. Y efectivamente tuvieron un hijo, Juan de Aragón y Foix, pero murió a las pocas horas. Fernando no debería estar ya para muchos trotes y le ayudaban, en ausencia de Viagra, con los remedios habituales que se utilizaban en estos casos. Los testículos de toro, debidamente aderezados y la famosa cantárida. Producto que hasta la irrupción de los sildenafilo, sus extractos, se seguían vendiendo, todavía, como afrodisíacos con el nombre de  spanish fly, o mosca española aunque de mosca tiene poco, nada.

El sucedáneo del Viagra, es algo más asqueroso y peligroso que la famosa pastilla azul, pues  la cantárida, es  un escarabajo de bonito color verde, que seco, machacado, y tomado, mezclado con algún alimento, consigue levantar las macilentas carnes de la entrepierna, pero pasarse de dosis no sólo pone rígida dicha parte masculina, sino que acaba poniendo rígido a todo el cuerpo, algo que científicamente se llama "rigidez post mortem".

Y este colorido bichito, posiblemente acabó, si damos un repaso a la historia, con más reyes, nobles y caballeros que la misma espada. Porque además de darle el pasaje a la otra vida al bueno de D. Fernando el Católico, en el citado pueblo cacereño, también se lo dio a personajes tan famosos en la antigüedad, como el general romano, Lúculo, del S.I, al que se lo administró uno de sus libertos, Clístenes, guiado por la sana intención de ver en "perfecta forma" a su señor, y acabó quedándose sin señor, o el gran poeta latino Lucrecio Caro, que enloqueció con el brebaje, y acabó suicidándose.

La  llamada " mosca española" es un escarabajillo muy habitual en los tilos y los fresnos, y que contiene la "cantaridina". Seco, machacado y reducido a polvo, el bicho,  consumido en pequeñas dosis, por vía oral, produce irritaciones en el aparato urinario y de resultas, la erección del pene. Pero el no adivinar con la dosis adecuada, ocasiona una insuficiencia renal, demencia, y también, la muerte. Nada me extrañaría que la imagen de “eros y tánatos”, (sexo y muerte) que acuñaron los clásicos, tuviera algo que ver con el dichoso animalejo.

Muerto Fernando en Madrigalejo, Germana se quedó descolocada. La llegada del joven heredero  hijo de Juana y Felipe el Hermoso, le impulsó a salir a recibirlo, como viuda de su abuelo, y para saber, en la nueva situación, cuál sería su futuro. Pero de lo que no cabe duda es que el jovenzuelo Carlos V, no se esperaba tan ardiente recibimiento. 

Él  tenía 17 años y ella 29.Ya en la primera entrevista en Valladolid, Germana de Foix lo cogió por banda.  Y la vida de aquel muchacho, se convirtió en una fiesta. Comenzó a organizar torneos y banquetes en su honor. Fueron unas semanas intensas de las que nacería una niña, Isabel, que no sería reconocida oficialmente. Aunque residió y fue educada en la Corte de Castilla.

Pero había que lavar la imagen del Emperador, y cuando le acompañó a ser jurado como rey por las Cortes de Aragón, aprovecharon los asistentes de Carlos, para quitársela de encima (nunca mejor empleada la frase) y la casaron con uno de su séquito  Juan de Brandenburgo-Ansbach, supongo que en agradecimiento o como contrapartida, lo nombraron capitán general del reino. Pero a Germana le duró poco, era mucho enemigo, para el Capitán General  y enviudó. Poco tiempo  después la casaron con Fernando de Aragón, duque de Calabria, nombrándolos, a ambos,  virreyes y lugartenientes generales de Valencia. Quizás con este no pudo gastar las mismas energías, porque engordó considerablemente.

Pero centrémonos en un detalle, que los afrodisíacos son cosa masculina, no femenina. Uno de los grandes problemas  de la mujer, la frigidez femenina, el desinterés por el sexo, parece que  le preocupa, habitualmente, más  a su pareja, si la tiene, más que a ella.

 La potencia y el deseo sexual masculino siempre han estado unidos al concepto de poder. Por lo tanto, su disminución es percibida, por el hombre, como una pérdida de este carácter dominante frente a los demás. La existencia de harenes se podría contemplar más en este contexto,  como una muestra en quien lo posee, de hombre poderoso, que como una  necesidad de desfogar su libido, con diversas mujeres. Y  es este, el motivo subconsciente, más incluso que el del goce sexual,  por el que el hombre, desde la época prehistórica, ha buscado sustancias de todo tipo, para potenciar ese poder sexual que le iba desapareciendo con el transcurso de los años La multitud de sustancias que se emplean o han empleado, para aumentar el deseo sexual o producir  una potente erección, ha variado y varía según culturas y momentos históricos determinados, sin embargo han permanecido  algunas, y mientras que la mayoría son de dudosa eficacia  clínica, otras sin embargo muestran una actuación determinada, ya sea con la inervación de centros nerviosos, como la cantaridina, o con la vasodilatación arterial periférica que facilita la erección del pene, y la congestión venosa y secreción de las mucosas vaginal y vulvar, efectos producidos por la yohimbina, el alcaloide sacado del Pseudocinchona yohimbe, un árbol originario del Africa Tropical.  

La utilización iconográfica de penes esculpidos en las piedras en las grandes obras de ingeniería romana, significan y demandan para las mismas, fortaleza, (podemos todavía encontrarlos esculpidos bajo los arcos del puente romano de Mérida, o entre las piedras que se encuentran bajo los edificios de las Consejerías, pertenecientes a la antigua muralla romana de la misma ciudad). De igual manera abundan entre los objetos expuestos en el Museo Nacional de Arte Romano, pequeños amuletos colgantes, hechos de bronce, de penes, que debían transmitir a los niños que los portaban, fortaleza y vigor.

Pero sigamos con los afrodisíacos.

El número y variedad de sustancias y objetos que se han utilizado como afrodisíacos en todas las culturas y épocas, desde el antiguo Egipto, Grecia, o Roma,  hasta la actualidad, han sido y son de lo más variado y pintoresco. A los ya citados, podíamos añadir: el pene de león en polvo, los huesos de rana, los testículos de toro, las ostras, la mandrágora, el ginseng, sin contar un larguísimo etc. entre los que estarían como los más utilizados en nuestra sociedad moderna, el alcohol, o la marihuana. 

El origen de la palabra afrodisíaco, proviene  del mito de  la diosa griega del amor, Afrodita, que surge desnuda entre la espuma del mar de Citerea en el s.VI a.d.C, y a la que Homero declara responsable del deseo de fieras, hombres y dioses, incluso posee un poder tan grande, que nubla la razón hasta al mismísimo Zeus.

Que desde el mismo momento, en el que el simio evolucionado puede ser considerado hombre, ha utilizado plantas y alimentos para potenciar el deseo o la potencia sexual, es evidente. Pero la primera noticia escrita que se tiene del uso de afrodisíacos  proviene de los papiros egipcios de los años 2.200 a.C. aproximadamente. Los primeros afrodisíacos que se utilizaron eran aquellas plantas o alimentos que podían tener una semejanza con los órganos sexuales, tanto masculinos como femeninos, o un olor semejante. Algunos de ellos, como las ostras, las almejas o el marisco, siguen teniendo una buena literatura al respecto. 

Los griegos y romanos utilizaban un brebaje al que pusieron el nombre de Satirión, por referencia a los sátiros, dioses de los bosques, con cuernos y patas de cabra que pasaban su tiempo bebiendo vino y persiguiendo a las ninfas. Esta bebida se sacaba de unos bulbos de orquídeas que tenían forma de escrotos.  Se dice, que Hércules, al beberla, pudo desflorar en una sola noche a quince vírgenes. Sin embargo el ingrediente más importante de los filtros de amor, solía ser el polvo de cantárida, ingrediente cuya popularidad ha llegado hasta nosotros.  

La edad media es una de las épocas más pródigas en la confección de filtros amorosos, que solían estar en manos de mujeres, a los que juntamente con los brebajes, aplicaban la fantasía, y sin duda uno de los ingredientes más importantes a la hora de que funcionen, la sugestión. No en vano el porcentaje de resultados con productos placebo que se contabilizan, a la hora de recoger los estudios comparados con algún medicamento, suele ser a veces semejante.

La mandrágora, era una de las plantas más utilizadas, por estas mujeres. Su olor fétido, y forma casi humana arrastraba la leyenda de que cuando se ahorcaba a un hombre este eyaculaba y la mandrágora salía de la tierra en donde había caído el semen. Sus propiedades alucinatorias les hacían creer a las brujas que volaban. En un primer momento estas prácticas, acompañadas muchas veces por oraciones, que con frecuencia en ausencia de relojes o medios de cálculo de tiempo tenían como función calcular los tiempos de cocción de los ingredientes, fueron toleradas por la Iglesia, porque eran unas prácticas  muy arraigadas en el pueblo. La secularización, la creencia en hechizos, y la pérdida de poder de la Iglesia hizo caer sobre estas mujeres (en los filtros amorosos, el componente femenino es parte de ritual) el peso de la Inquisición, sobre todo a partir de la aparición del: "Malleus maleficarum" (El martillo de las brujas), escrito en 1486 por  dominicos alemanes.

Uno de los grandes "amadores" como fue Giacomo Casanova, no podía dejar de tener su arma secreta, el chocolate caliente, que según las últimas investigaciones aumenta la producción orgánica de diversas sustancias que elevan la capacidad amatoria. La mayoría de las sustancias tóxicas que producen relajación.  El beleño y el estramonio abundante en terrenos baldíos de nuestros campos, han sido utilizados como afrodisíacos, si bien su peligrosidad puede originar graves daños para la salud o la misma muerte. Otros más inocuos, como el jengibre, el perejil, el apio, el chile o la albahaca, pueden aumentar el riego sanguíneo o estimular el aparato urogenital.

La lista de productos afrodisíacos, podría ser interminable. Dependiendo del período  histórico en el que nos fijemos, unas sustancias o plantas han tenido más aceptación que otras.  Como los tomates y las patatas, a los pocos años después de su traída a Europa, quizás por su escasez y desconocimiento.

Diversas drogas, como el alcohol, las anfetaminas o la coca, en pequeñas cantidades  producen más una desinhibición,  que una auténtica acción afrodisíaca, provocando a un plazo, no excesivamente largo, disfunciones sexuales.

Es evidente que para llegar al amor, no hay nada mejor que utilizar el plano, que los asistentes  al salón literario de Madeleine de Scudery confeccionaron entre el 1653 y 54 y que llamaron Mapa del Jardin del Amor. Con este mapa, el amante debe encontrar el camino del corazón de su amada. Hay en esta búsqueda, el peligro de hundirse en los mares de la Enemistad, o en el Lago de la Indiferencia.

Este jardín está regado por los tres grandes ríos; La Estima, el Reconocimiento y el Interés por la persona amada. Y poblada de ciudades y aldeas como: La Generosidad, los Mensajes cariñosos, los Agradables versos... Pero también existen otras, en las que puede perderse el enamorado; La falta de sensibilidad, el Olvido, la Negligencia, el Orgullo, los Celos...Si se recorren estos lugares, acompañado por el ardor de la pasión, se podrá llegar finalmente a conseguir el premio buscado.

Es evidente, que ni la aleta de tiburón, ni las flores de saúco, el gingko biloba, ( utilizado en farmacia como producto para mejorar el riego cerebral), ni la vitamina E, la ortiga, el nabo, la pimienta, ni tan siquiera el pygeum africanum, que se emplea en urología para mejorar los problemas prostáticos,  o el Viagra y otros productos similares, aparecidos en el mercado farmacéutico últimamente, son suficientes para sustituir el más importante afrodisíaco, cuya fórmula descubrieron los tertulianos del Salón de madame Madeleine, el amor, que no necesita ninguna de las substancias externas que adormecen nuestra conciencia y provocan obnubilaciones, porque quizás el mayor y mejor efecto secundario que produce el amor, es la ceguera de los amantes.

 

 

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