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ISSN 1989-4163

NUMERO 61 - MARZO 2015

La Mujer es más Vieja, lo que Pasa es que se Quita Años

Carmelo Arribas

 

El mito Bíblico de la Creación del hombre, se cae a cachos ante la investigación antropológica. La Biblia coloca a Adán, creado de la Tierra, con todo lo que de simbolismo tiene ese hecho, el hombre es un ser terrestre, frente a los ángeles que tienen un distinto origen. Y es el hombre; el “primero” en ser creado, directamente por Dios y por lo tanto establece una jerarquía, frente a la mujer, pero si hay un aspecto sumamente positivo es que la crea de su carne; por lo tanto, son iguales.

Pero, contradiciendo el relato mítico, las teorías genetistas que estudian la Eva mitocondrial (1), de la que proviene toda la humanidad, llegan a la conclusión de que el varón, fue humano 50.000 años después de que lo fuera la mujer. Este aparente contrasentido es explicable porque las mitocondrias se heredan por vía materna, y los cromosomas “ Y ” por vía paterna. El Adán cromosómico, no vivió por lo tanto en la misma época que la Eva mitocondrial. Esta mitocondria que había mutado y que convertía a aquella “mona”, en humana, pudo haberlo hecho aproximadamente en África entre los años 140.000 y 290.000 a.C., incorporándose el hombre-varón, a la “humanidad”, muy posteriormente. De esta circunstancia se han querido sacar conclusiones sobre la evolución del cerebro femenino y masculino, pero estas carecen de la más mínima seriedad científica.

Tras esto, parecería que la situación social de la mujer en la prehistoria debía de ser preeminente respecto a la del varón. Pero no lo fue. Intentaré, con todos los condicionantes que ello conlleva, ver cuál era su situación en estas sociedades primitivas, cuyos estereotipos nos han llegado hasta ahora. La visión histórica de estos hombres/mujeres prehistóricos, hecha excepción de las llamadas Venus, que están también en el ámbito androcéntrico, muestra a una mujer invisible, a la que se ha relegado a un papel prácticamente de mera espectadora y comparsa, cuando la gran revolución humana, como fue la agricultura y el sedentarismo pudo tener en ella al protagonista y ser ella la artífice de la misma. Las investigaciones que se han realizado hasta ahora, suelen tener como punto de mira y de modo casi exclusivo, al género masculino. ((2) Incluida la peregrina teoría del biólogo e historiador alemán Josef H. Reichholf, de la Universidad Técnica de Munich, que apunta en su libro «¿Por qué los hombres se volvieron sedentarios?», y que le lleva a la conclusión, de que lo hicieron para “fabricar cerveza y emborracharse ”).

Los arqueólogos y antropólogos han volcado todas sus interpretaciones en el hombre, situando a la mujer como testigo mudo en los siglos, e incluso milenios de su presencia sobre la tierra, cuya única aparición reconocida, además de ciertas pinturas, ha sido la de las estatuillas a las que genéricamente se les ha dado el nombre de Venus. (3) Los últimos estudios están intentando dar una visión alternativa, otorgándole un mayor protagonismo y rescatándola del exclusivo papel de reproductora. Sin embargo, algunos hallazgos sugieren que la situación de la mujer, en este período, podría confirmar esa situación de ser considerada como propiedad del varón, o al menos como elemento reproductor necesario para la perduración y poder de la tribu basado en la abundancia de individuos.

(4) En 1983 un campesino alemán, encontró en un meandro del río Neckar cercano a Stuttgard, el denominado “Osario de Talheim”, formado por los cadáveres de 34 individuos, entre ellos 16 niños. Era evidente que habían sido masacrados, como lo demostraban las fracturas de los cráneos ocasionadas por los golpes recibidos con instrumentos de piedra, mientras que otros más alejados, lo que indicaría su intento de huir de la matanza, fueron abatidos por flechas con punta de sílex. Lo llamativo de este osario, es que todos los restos pertenecían a varones, lo que confirmaría que la intencionalidad del ataque, no era la posesión de un mayor territorio, o la consecución de un botín, sino el rapto de las mujeres de la tribu. Acontecimiento que se repetirá a través de la historia, y del que tendremos noticia escrita en otras ocasiones, como el “Rapto de las Sabinas” (5). Con no poca frecuencia este acontecimiento proviene, de modo exclusivo, de la consideración de la mujer, más como un elemento valioso, como objeto de botín, inferior en su cotización al de una casa, pero superior al de un siervo masculino, una sierva o un buey, que como una compañera al mismo nivel del varón con el que está casado. “No desearás la casa de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada de cuanto le pertenece” (Ex. 20, 17). (6)

(7) En Extremadura, la existencia de pinturas esquemáticas representando “danzas de mujeres” en la Sierra de Cordoneros permiten apreciar una visibilidad social de la mujer. Pero llaman la atención, en las frecuentes representaciones de este tipo de presencia femenina en el mundo prehistórico, por una parte, los adornos que a pesar del esquematismo pueden apreciarse, resaltando una de las características que identificarán a la mujer en el transcurso del tiempo, el cuidado de su estética y su apariencia exterior, a la vez que representa un nivel social, un estatus, estableciendo un escalafón, un rango social que suele compartir con el varón, que la diferencia de las que no tienen la posibilidad de poseer dichas joyas, o cuyo nivel social es inferior y en las que no estaría bien visto el que ostentasen unos signos externos de riqueza, que no les corresponden, lo que nos indica ya la existencia de una desigualdad social y un desarrollo de jerarquías, según la posesión de objetos que muestran la riqueza personal. Por otra parte en las danzas que aparecen representadas, sólo suelen participar mujeres. ¿Se trata de algún ritual religioso, en cuyo caso se destacaría la importancia de la mujer en un campo que con el transcurso del tiempo iría perdiendo? (8) Ajuares como el de Aliseda (Cáceres), atribuido a una sacerdotisa, plantean la posibilidad de tumbas femeninas auténticamente principescas, desde el siglo VII a. C.

¿O es sólo la representación de un acto lúdico y festivo? En cualquiera de ambos casos ya nos muestran una ruptura social que separa al hombre y la mujer imponiendo a ambos roles distintos. Aunque en las pinturas de la Sierra de las Moriscas de Helechal, los investigadores creen detectar, en el abrigo exterior, figuras interpretadas como humanas de dos sexos : (9) que parecen comunicarse mientras marcan una posible danza.

Pero si como supone Alonso Rodríguez (10) refiriéndose al Tesoro de Aliseda (11): “El tesoro de Aliseda no juega mayor papel que el de don o regalo, tal vez junto a otras mercancías como mujeres jóvenes, posiblemente princesas, para quien colabora desde la gestión de su territorio en la extensión del propio circuito económico suroccidental.”

Podríamos afirmar que la mujer constituye una mercancía de intercambio, y nos está dando una visión de su situación social, que si bien comparte con su marido el estatus y dignidad social, como indican los restos funerarios, por otra parte es considerada como una propiedad, que sirve de pago o de intercambio de mercancías.

Pero el papel de la mujer prehistórica está últimamente siendo considerado como el eje principal sobre el que se asienta el sedentarismo, base de la urbanización y cultura, ya que ella sería la encargada, fundamentalmente, de las tareas agrícolas. En algunas pinturas rupestres se las puede ver inclinadas sobre la tierra con un palo, quizás removiéndola en lo que podría considerarse como el inicio de la labranza, algunos (11) consideran que si bien el pastoreo y la caza son un elemento importante en la economía de estos pueblos, la agricultura es la base principal y destacan que entre las figuras de la Sierra de “Las Moriscas”, ( Helechal, (Badajoz) se encuentra; una graciosa figurilla femenina que parece llevar en la mano una hoz y que tal vez sea un ídolo femenino agrícola.

(12) Tímidamente algunos empiezan a pedir una revisión sobre la posible paternidad, (maternidad en este caso), de gran número de pinturas rupestres, hasta ahora atribuidas, de modo exclusivo, a mano masculina. Con cuya revisión, nos adentraríamos en conceptos más profundos, como el de la situación social de la mujer en el seno de estas sociedades primitivas. Ciertamente, nadie ha demostrado de modo fehaciente, que las pinturas rupestres, de cualquier abrigo del mundo, fueran exclusivamente masculinas. Es más, por lógica, deberían ser femeninas.

Si ella, como se supone, era la encargada de aspectos sociales tan importantes, y de tanta trascendencia, como la recolección de frutos y la agricultura, actividades más sedentarias que la caza, que la obligarían a permanecer mucho más tiempo que el hombre en la cueva o el abrigo, hay que suponer, que sería partícipe, cuando no autora, de gran parte de las pinturas rupestres existentes, o cuando menos, aquellas en las que la mujer aparece con un toque de coquetería en su indumentaria, con largas faldas o diademas, pinturas, que por su estilo y ejecución anecdótica, parecen más propias de mano femenina, que gusta más del detalle en lo referente al vestuario, frente a otras, en las que la representación de violentas escenas de caza o guerra, corresponderían a una mano masculina, más propensa a la plasmación de escenas guerreras y de hazañas cinegéticas, en las que el valor y el éxito, han de ser plasmados para la posteridad o narrados a los demás.

Lo que parece evidente, además de su invisibilidad histórica es que la mujer es mucho más vieja que el hombre y hasta es posible que el mito de Adán se lo soplara su mujer al escritor Bíblico, para demostrar que ella era posterior y por lo tanto, más joven, vamos, que se quitó miles de años de golpe, algo que debe estar en su cromosoma mitocondrial, no en vano se trasmite sólo por vía materna.

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(1) La mitocondria es una estructura celular de doble membrana responsable de la conversión de nutrientes en adenosintrifosfato (ATP), cuya función es producir energía.

En los mamíferos se heredan por vía materna, cuando el espermatozoide fecunda al óvulo, el cigoto fecundado hereda sólo las mitocondrias de la madre. Esta herencia materna crea un árbol familiar que no se ve afectado por la recombinación de genes que tienen lugar entre el padre y la madre.

(2) Periódico ABC. Miércoles, 10-09-08. El ser humano se volvió sedentario para fabricar cerveza y emborracharse. El hombre no abandonó la vida nómada para cultivar el campo, sino para beber cerveza y embriagarse. Esta es la versión de los hechos que defiende el biólogo e historiador alemán Josef H. Reichholf, de la Universidad Técnica de Múnich. En su libro «Por qué los hombres se volvieron sedentarios», presentado ayer, el catedrático califica la teoría clásica como «totalmente errónea», ya que «el cultivo de plantas no trajo consigo ninguna ventaja sobresaliente para la supervivencia».

El experto sí admite que los primeros asentamientos humanos se dieron en Oriente Medio, pero considera que la caza era abundante en la región y, por lo tanto, no se precisaba de la agricultura. En su opinión, aquellos cultivos no otorgaban «garantías de subsistencia», además de ser «unas prácticas demasiado laboriosas». En este sentido, el alemán sostiene que el hombre del Neolítico continuó cazando para alimentarse y que no comenzó a trabajar la tierra por necesidad.

«De hecho, yo afirmo que la agricultura surgió de una situación de abundancia», dice Reichholf, que estima que el hombre «no comenzó a cultivar cereales para alimentarse», sino para «fabricar cerveza para su fermentación». Asimismo asegura que la humanidad siempre ha sentido la necesidad de alcanzar estados de embriaguez con drogas naturales que «transmiten la sensación de trascendencia, de abandono del propio cuerpo». También subraya la importancia de los chamanes, líderes espirituales de la tribu que conocían los efectos de las drogas y las empleaban habitualmente en rituales religiosos. La cerveza habría servido, según la teoría del muniqués, para fomentar el sentido de unidad entre los miembros de la comunidad mientras los cazadores aportaban el alimento. La fermentación de los alimentos tampoco se aprendió de forma espontánea: «La humanidad ya conocía esta técnica, empleada anteriormente para fermentar la uva y obtener vino de ella».

(3) Cepeda Ruiz, Jesús. La Mujer en la prehistoria. Revista Historia de Iberia Vieja.Nº 17. Pag. 46.

(4) J.T. El primer rapto de mujeres. Pag.6. Rev. Memoria,la Historia de cerca. Nº XI.Julio 2008

(5) Según la leyenda , tras la fundación de Roma, no había mujeres. Rómulo organizó unas pruebas deportivas a las que acudieron los de Sabinia, con sus mujeres e hijos.Tras el comienzo de los juegos, a una señal cada romano raptó a una mujer y posteriormente echaron a los hombres. Los sabinos tras un tiempo, atacaron Roma y los acorralaron en el Capitolio. Una sabina, Tarpeya, les ofreció abrirles la entrada a cambio de que le entregaran lo que llevaran en los brazos, pensando en los brazaletes de joyas que solían llevar, pero sólo llevaron escudos con lo que esta mujer murió bajo el peso de los escudos, tomando el lugar el nombre de; la roca Tarpeya. Ante la batalla decisiva, las mujeres se interpusieron, entre ambos contendientes, pues si ganaban los romanos, ellas perderían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos perderían a sus maridos e hijos. El rey de Sabinia y Rómulo ante esta actitud, firmaron la paz estableciendo un mandato conjunto.

(6) Sagrada Bíblia. Versión, Nácar Colunga. Ed. BAC, año 1958. Pág 14.

(7) Ambel Albarrán, Mercedes. Araya Iglesias, Carmen. Blanco Nieto Guadalupe y Grau Lobato Germán (Coordinación). Materiales para la Historia de la mujer en Extremadura. Edita:JUNTA DE EXTREMADURA .Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología. Dirección General de Ordenación, Renovación y Centros

Mérida. 2002

(8) Ambel Albarrán, Mercedes. Araya Iglesias, Carmen. Blanco Nieto Guadalupe y Grau Lobato Germán (Coordinación). Materiales para la Historia de la mujer en Extremadura. Pag.18 .Edita:JUNTA DE EXTREMADURA .Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología. Dirección General de Ordenación, Renovación y Centros

Mérida. 2002.

(9) Idem. Pag. 19.

(10) Rodríguez, Alonso: “Extremadura Protohistórica”. Cáceres. 1998. 10 Tesoro de Aliseda.

(11) Vila Izquierdo, J. (1983): “Pinturas rupestres en Helechal”. Rev.Alminar, nº 47, septiembre. Pág.12-14).

(12) Arribas Pérez, Carmelo . Ilustres y desconocidas . Edita Junta de Extremadura. Instituto de la mujer.2007

 

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