Poemas del libro Informativos Tele Nada , publicado en 2013 por la Fundación Cultural del Bajo Martín-Comuniter.
LA MUJER QUE HABLA
La mujer de ojos imposibles,
de belleza incómoda de mirar
como solo las adivinaciones lo pueden ser.
Perfectamente maquillada cual modelo,
para algunos de lencería, para otros de suspiros vespertinos.
Ropa demasiado ceñida, escote demasiado estudiado,
para minimizar la desazón, el incordio de la culpa.
La ropa demasiado moderna y demasiado elegante
para recordarnos que seguimos vivos, que algunos tenemos
suerte de haber nacido en un buen sitio.
La mujer, esencialmente bella, como todas quizá,
sueña, sin embargo, con despojarse de los tacones
demasiado altos, demasiado sublimes
para estar encerrados en un lugar invisible.
Sueña con sus zapatillas de andar por casa,
sueña con regresar a su pijama demasiado cotidiano
y, al menos, no luchar con la desazón de la narración,
la simple narración que nada puede hacer por el pasado.
Sueña con ir a comer y buscar refugio en su casa,
acordonada por las imágenes demasiado terribles,
acorralada por las imágenes demasiado frecuentes:
la hambruna en Etiopía, la ayuda humanitaria en Darfour,
las bombas arrasando un país, las manifestaciones inútiles,
casos cotidianos, normales, frecuentes de destrucción de almas,
Y mientras todo eso pasa le entra el hambre y el sueño de su casa,
sus jugos gástricos han estallado hace unos segundos
en medio de las imágenes de penurias infinitas,
embutida en su traje perfecto, ya no se siente culpable.
Recuerda que tiene alma.
ALGUNA GUERRA EN ALGÚN SITIO
Mira cómo se retuerce entre sus cenizas
y mira al cielo mientras cae la lluvia,
sin reconocer nada de lo que ve
porque no siente nada.
Ni las bombas como granizo en los ojos,
ni la muerte de sus amigos,
ni los muchos ladridos de los perros en jauría
que vuelven a la carga una y otra vez para apoderarse de lo quedó.
Ellos son los únicos dueños ya de este mundo infernal
de aspavientos del dolor y de quejidos nada.
Y tú que te piensas y te crees mejor que ellos,
sentado en un cómodo sofá con la nevera a rebosar
de mentiras que te llegan con un mando a distancia
que te da un cierto poder, el mandar en algo.
Pero en ese resquicio de poder deberías leer la advertencia:
mira a tu alrededor, lee estos informativos y date cuenta de una vez
de que no tienes ni idea de nada,
de que no has entendido nada
porque ese poder es como todos,
terrenal y pasajero, y el reloj sigue contando
tarde o temprano te los encontrarás,
y todas esas caras de los informativos
te estarán esperando, tarde o temprano.
¿Y ahora vas a cambiar de canal?
EL FINAL DEL AMOR
Tú me prometiste un cielo azul infinito,
poblado de nubes benignas y vientos de amor.
Yo te prometí que cazaría para ti un dragón
con alas de terciopelo y aliento de sándalo,
Y tú amaestrarías para nosotros y nuestros hijos,
y que las estrellas dibujarían nuestro nombre,
y nuestros hijos llegarían de pasión de luna llena.
Tú me prometiste que el amor no entraría en nuestro hogar
porque sería imposible que cupiera más.
Yo te prometí que el amor sería, dentro de mi limitado léxico,
la única palabra de mi vocabulario
todos los días, a todas horas.
Nos prometimos tantas y tantas cosas
que con el paso del tiempo del tiempo se nos olvidaron.
Y se mudaron las promesas
en pieles muertas, abandonadas por los rincones.
Y nos prometimos tantas cosas y tan bellas,
que cuando todo eso pasó
no supimos qué hacer de nosotros y de los dragones,
de las estrellas, de la luna, de las noches de pasión y de nuestros hijos.
Cuando todo eso pasó, de igual manera que todas las promesas,
la palabra amor también se nos borró de nuestro vocabulario.