El hombre es la especie a proteger de este siglo XXI bajo el endeble andamiaje de esta maldita crisis que parece no acabar nunca y los signos de la volubilidad y la incertidumbre que nos azotan, incapaces de adaptarnos a tantas variables.
Tengo muchos amigos que superan la cuarentena y viven una situación que, en ningún caso quisiera vivir este muá que les escribe. Muchos de mis amigos son buena gente que ha tratado de sacar adelante su vida lo mejor que han podido y/o sabido. No les considero tipos detestables de esos que maltratan física y/o psicológicamente a las mujeres, individuos que no merecen la tierra que pisan. Pero por unos episodios u otros, no siempre buscados, que en muchos casos les han venido encima sin proponérselos (misterios de la vida esta) les han caído encima rupturas matrimoniales, separaciones y/o divorcios que les han dejado con una situación de indefensión y algunas veces estrechez económica lamentable.
Digámoslo, aunque sé que seré objeto de múltiples críticas. Defenderé un pensamiento muy políticamente incorrecto en estos tiempos convulsos. El hombre está siendo terriblemente malherido con la perfecta coartada de leyes que luchan contra la violencia de género y las normas sobre igualdad entre los sexos. Es más, advierto que en los casos de separaciones y/o divorcios, la custodia de los hijos (al menos hasta ahora) es demoledoramente femenina en un amplio margen de supuestos, condenando a los hombres a la más terrible de las indefensiones y precariedades afectivas y económicas. Ahora parece que quiere arreglarse con la custodia compartida de los hijos y el domicilio conyugal pero hasta ahora la balanza se ha apoyado enormemente en el lado femenino.
¿Cuántos hombres cuando se separan y/o divorcian tienen que abandonar el domicilio familiar, perder la custodia de los hijos, pasar la manutención de los infantes y ver a sus hijos cuando les permite la pareja con el placet del sr. juez/jueza?
Conozco enormes tragedias de hombres, buenos hombres, créanme, que han intentado llevar su familia adelante y de la noche a la mañana se han visto de patitas en la calle, viendo a sus hijos cuando los ven y con secuencias judiciales si no pasan la manutención mensual a los hijos, cuando muchos de ellos se han visto obligados a volver con más de 40 años a casa de los padres y se encuentran en paro o sin ingresos estables, golpeados por esta puta crisis que no cesa.
A estas personas les costará mundos remontar este río revuelto. Sin casa propia, trabajo estable y carencias afectivas al perder el contacto regular con los hijos. Y no son maltratadores, señores/as. No.
Algunos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad me comentan que no siempre las denuncias por malos tratos físicos y/o psíquicos son fundadas. Pero en caso de denuncia, el hombre va por delante al cuartelillo y luego que defienda como pueda su situación. Amén del sambenito de "maltratador", palabra de moda donde las haya, que le cae encima en su medio ambiente social como un ladrillazo difícil de superar. Supongo que muchas denuncias por parte de las mujeres serán fundadas (no voy a manejar datos que ustedes leen y escuchan todos los días en los media) pero en el monte también crecen cardos (a un lado y otro) que no todo son margaritas y galanes de noche.
Pero el hombre- estoy convencido- es la especie a proteger del castigo mediático que está padeciendo. Ya sé que hay hechos terribles que soportan y sufren las mujeres pero también conozco que los altavoces mediáticos se centran en las desgracias y ensombrecen el panorama general de los hombres y mujeres de este país aún llamado España que todavía viven en pareja y convivencia y no salen ni se comentan en las portadas.
Es terrible ver cómo amigos que no han hecho nada especialmente gravoso, pierden sus casas, el contacto regular y cercano con sus hijos, son condenados a la miseria económica quién sabe si hasta la jubilación (si la pueden cotizar y cobrar) y deben volver a casa de sus padres jubilados con cuarenta y... o en la cincuentena.
Acérquense a los centros multitudinarios de ¿diversión?. Las concentraciones de los denominados "singles" son pavorosa mayoría en muchos garitos. Gentes que buscan una segunda, tercera, cuarta o no sé cuál oportunidad para sus vidas con la inquietante espada de una nueva separación o derrota sentimental en sus castigadas vidas.
Uno es un solterón, cuarentón que ya no tiene nada claro si su vida será un completo camino en soledad o compañía pero vistas algunas compañías, a veces es preferible apretar las manos en los bolsillos y seguir vereda sin esperar que el incierto milagro del amor te bese la boca y al tiempo pueda devolverte la separación y el desengaño de los que no se encuentran. Y no porque haya maltratadores por medio.
Conste.