Regresaba a su casa, a su templo que le protegía del cierzo exterior, de las inclemencias de un mundo oscuro y frío.
Regresaba tras un día más de rutinas y mediocridades a su alrededor, una jornada fotocopiada a la anterior y a la que vendría mañana y después de mañana. Una sesión perfectamente insustancial que no le dejaba paso reconocible en su vida. Pensaba y repensaba cuánta gente insatisfecha habría como él. Cuántos corazones desgastados en esta ciudad impía, esta urbe que enviaba a sus moradores a los leones del asfalto para despedazarlos y devorarlos en el clima de la monotonía.
Esta ciudad, culminación del desamor, ejercicio de las competencias y las soledades de colmena. Su cabeza bullía de sensaciones entre el desencanto y las llamadas a la maldita competitividad y los "ajustes", conjuros mágicos para los pretendidos gurús de la caverna.
Repitió el gesto de abrir el bombín de su buzón, uno más de los muchos actos de su mecánica cotidiana y entre la publicidad de las comidas a domicilio, compro oro al mejor precio, arreglos en el hogar a precios increíbles, soluciones dentales a las caries y demás halagos del consumo pret â porter, descubrió una hoja plegada. Otra factura más del teléfono, agua, luz y demás, pensó.
Abrió la hoja y no esperaba encontrar lo que vio. La ruptura de la normalidad. El aviso de un tiempo nuevo. En el centro del papel, escrito en letra mecanográfica Times New Roman, cuerpo 20, estaba la palabra, la llamada, el grito hecho letra.
VUELVE
Nuestro héroe anónimo quedó en mitad del postigo. Sacó del bolsillo su paquete de cigarrillos y retomó el curso de las calles de la ciudad impía."Vuelve", resonaba en su cabeza como el reclamo a un tiempo nuevo. La palabra hecha carne y promesa pero... ¿de quién?, ¿por qué?, ¿cuándo? Sus circunvoluciones cerebrales daban vueltas buscando las causas, los motivos, los porqués. Una llamada a la hipotética y volandera felicidad con el envoltorio de seis letras.
"Vuelve", el regreso eterno y ¿necesario?, ciclo vital en la peripecia del hombre insatisfecho. La exploración a las nuevas posibilidades, de la nueva época que quizás le tocara vivir.
Nuestro héroe impersonal encaminó sus pasos al parque cercano entre anuncios de Coca-Cola, detergentes milagrosos y señoritas de placer inmediato. Se sentó en uno de los pocos bancos en pie y volvió a leer la palabra.
¿Volver? ¿Para soñar el enigma de la felicidad?, ¿para creer que otra vez es posible?, ¿para sentir cosas que durmieron...?
Alguien, al otro lado de esta ciudad impía, te está enviando una señal. Alguien para quien tú eres importante. Para quien tú sigues siendo necesario en su transcurso, te pide, te demanda, te llama para que regreses. Para que no te pierdas en la senda de lo oscuro, para que no te sientas maldito con el traje de perdedor que llevas puesto, según tú, claro está. Para que resucites de entre los tristes y sientes sobre tu carne abrasada que no todo está perdido.
¿Oyes la llamada? Tus ojos imperfectos han leído la noticia, la antesala a la hacienda del milagro.
VUELVE
Te busca a ti, ¿no lo ves, no lo sientes? ¿Acaso estás ciego, sordo, tonto...?
Sentado en el banco, la cabeza hundida entre las piernas, ¿notas ya el renacimiento de la maravilla, la página en blanco a nuevos días azules de vino y rosas. El advenimiento de lo hermoso que aún está por llegar.
¿Es que no lo intuyes? Esta nota apuesta por ti, Tú eres el elegido para salir de entre las sombras, para romper tu vida oscura sin aire ni salida. Está anunciando, te está anunciando la celebración del cumplimiento del milagro.
Para que sepas, para que vivas, para que sientas dentro de tu ser de hombre en llamas que no todo está perdido.