Tras casi una década dedicada a la creación, pero en un completo alejamiento del público, la editorial Sloper ha conseguido que Philip Meridian (el creador antes conocido como Felipe Hernández, y alter ego de Soul Meridian) salga de su eremita cueva de artista y comparta con todos parte del alquímico resultado en forma de poemario y música bajo el revelador título de “Un corazón de noche”.
El “artefacto”, como lo ha definido Miguel Dalmaú en su presentación en Palma, consta de dos partes. De un lado, y en formato tradicional en papel, un poemario de 57 poemas. No son unos poemas al uso, creados en una pulsión y unidos después para su publicación, sino el resultado de la evolución de unos poemas primigeniamente insectívoros y de alma ajena, en los que, palabra a palabra, verso a verso, la personalidad de Meridian se ha ido enlazando en ellos a lo largo de los años. Así, aunque en muchos de ellos resisten las metáforas originales (“trato de volar con enormes pétalos de blancura”, u
“… matamos la crisálida
para que no rompa
la seda del capullo
al salir a la luz”
, en el resultado final, se percibe, con el retumbar de un ku, el palpitar del alma de Meridian, su lectura del mundo. Desgarrada a veces, especialmente en los versos cursivos, fruto de la poesía de la experiencia:
“… no encontrarás a tu padre nunca…”, “…alcohol, drogas, formas de amor para mí…”, “…redactaron una carta que era una sentencia…”
, pero anhelando –y a veces logrando- reencontrar la armonía con el mundo, la proto-mujer, y el propio destino:
“… pero el deseo arde en un futuro perdido
debo aprender de nuevo los gestos, las palabras
antes que la luz se apague
y yo apure mi cáliz de silencio”.
Muchos de los poemas comparten una estructura semejante: comienzan en el páramo de la decepción, pero terminan en los cálidos brazos de la esperanza. Otros, sin embargo, rebosan de una esperanza casi mística donde Meridian insinúa la aceptación gozosa del yo y su presente. Entre las lúcidas, y a veces enloquecidas, metáforas, de un presente-pasado desgarrador, se atisba un renacimiento del poeta bajo la sombra perceptible de la mujer anhelada, diosa blanca reencarnada para él.
Y todo el conjunto, bajo una sensación constante de noctámbulo ambiente, como si el corazón del poeta saliera sólo a caminar por la noche. En muchos versos se percibe la sangre destilada por la pluma, pero la atmósfera general y los momentos y estadios anímicos que sus crudas, místicas, o epicúreas metáforas, transmiten, llevan al lector a un universo lejano, donde los sentimientos se perciben de un modo diferente al cotidiano. Y es uno de los mayores logros de “Un corazón de noche”; quizás el primer poemario escrito desde la lejana galaxia de un alma en reconstrucción.
Pero “Un corazón de noche” no es sólo es. Con el libro viene un disco en el que Meridian, no sólo lee algo más de una docena de sus poemas. Él ha compuesto la música y efectos sonoros que los envuelven. No se trata de un mero acompañamiento. En ellos se vislumbra de modo claro el prometeico objetivo final de Meridian que ¡ójala alcance algún día consiga!: la curación mediante la metáfora.
Su música, de base electrónica, se disuelve en atmósferas de música ambiental y new age, y rodea la hipnótica y mántrica recitación de sus versos para lograr un estado de alfa-espiritualidad que nos hace beber con sed de naúfragos cada palabra.
Sin lugar a dudas es una obra de arte diferente, que se sale de los trillados caminos de la poesía ultramoderna y que logra que Philip Meridian haya sido capaz de crear un camino propio por el que muchos estaremos encantados de seguirle.
En ese objetivo último, pero no incluido en la presente edición, Meridian también ha creado vídeos que acompañan a la palabra y la música. Os traemos uno hoy, el de la abeja, pero tenéis muchos más en su página de myspace, la mayoría en inglés, pero subtitulados y bajo su alias de Soul Meridian.
A fin de que os hagáis una idea del proyecto, os propongo el ejercicio de leer aquí el poema “Numero el firmamento”, que veáis su versión en vídeo y música, a la derecha de la página en inglés –“bee song”- y que, después (arriba a la derecha. “Abeja”), escuchéis su versión en español que incluye el disco que se adjunta con “Un corazón en la noche”. Disfrutad y sorprendeos:
“Numero el firmamento
produzco horas para un mundo atrasado
toco los objetos terrenos
con manos de brisa
oscilo sobre un pistilo
penetro la flor
danzo como un derviche
con álgebra extasiada
busco una ruta
entre dialectos desconocidos
una conversión al placer y el arrobamiento
más allá de la mente gris de la colmena
esa música que un día oí
en los espinos, cerca del río
guía aún mi anhelo de dulzura
inflama mis alas, pues
quiero posarme en tus labios
y sorber el miedo y los néctares del miedo
hasta que tus inflorescencias
y tus estambres se abran y tiemblen
instilo palabras en sueños,
despliego la suavidad de las corolas
hago vibrar tus células voltaicas
mientras un hilo de seda envuelve nuestra vida anterior”
Acaba de salir, publicado por Sloper, el libro-música de Philip Meridien, el creador antes conocido como Felipe Hernández.