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ISSN 1989-4163

NUMERO 11 - MARZO 2010

 

Una Trinchera Desdibujada

Jesús Zomeño

            Lo que ansío de esta guerra es sobrevivir y tener un hijo. No importa lo que suceda si podemos olvidar después.

Lancelot se ha encontrado en el bolsillo un sobre vacío y no recuerda lo que contenía. Tiene todo el día para obsesionarse con el detalle. No está escrito y tampoco sabe cuando fue la ultima vez que lavó el pantalón. Puede que incluso estuviera ahí antes de la última colada. Mira el interior del sobre una y otra vez, como si al asomarse tantas veces abriese alguna puerta. No hay nada dentro, no tiene remite y si le da la vuelta comprueba que tampoco destinatario. Vuelve a abrirlo por si acaso.

Laurent mira a su izquierda porque no se fía. Está nervioso. Dice que la izquierda revolucionaria les ha traicionado al rendirse en Rusia a los alemanes. Ahora no se fía de su izquierda, presiente un riesgo constante por ese lado. Mira por encima del hombro. El peligro siempre viene de la izquierda, repite. Ha dejado de ser anarquista, prefiere alejarse del problema.

Lazare engrasa su fusil y cada vez que lo hace le gusta hablar de mujeres. Algunos se sientan alrededor para escuchar sus fantasías. Basta un poco de grasa para que Lazare comience a dar detalles mientras frota con el paño el cañón. Está sentado a la izquierda de Laurent y por eso éste no se fía de él. Aunque nadie lo sepa, Lazare es homosexual.

Lény rasca la cuchara contra el fondo de una lata. No le quedan melocotones, ni almíbar, pero le gusta seguir pasando la cuchara hasta limpiar la mancha del último jugo. No piensa en nada, carece de ambiciones cuando pasa todo el día rascando con la cuchara esa lata vacía. Al menos cree en Dios y por eso no pierde la fe en esa cuchara.

Léo busca un botón que ha perdido esta mañana. Lo busca por el suelo y entre su ropa. Llega a desnudarse y también mete la mano dentro de los charcos de la trinchera y en el barro. Es el botón de arriba, el que cerraba su camisa alrededor del cuello y le obligaba a sacar la lengua porque le apretaba. Sabe que está en algún lugar a su alrededor porque no se ha movido. Mira en la lata de Lény, no encuentra nada pero sospecha que haya podido tragárselo antes.

Léon duerme.

Léonard escribe una carta y mira a Lancelot con codicia.

Léopold se está rascando. Hace un momento escupía al suelo. Creo que dentro de nada va a levantarse para beber agua, cuando lo haya hecho volverá a sentarse y se quitará el casco para dejarlo sobre la rodilla. Es predecible. Después mirará al cielo, es un acto reflejo que siempre repite cuando se siente desprotegido y, como no verá ningún avión, dirá aquello de que los aviones no sirven para nada. Sin embargo, por no tentar a la suerte, volverá a ponerse el casco.

A Lionel le dan asco las moscas y les pone nombre antes de matarlas. Nombres franceses porque así le parece más cruel aplastarlas después con la palma de la mano y eso le satisface más. También porque las moscas sufren más al morir si tienen nombres franceses. Matar alemanes es sencillo ya que no tienen sentimientos.

Lisandru sonríe cuando escucha a Lazare hablar de mujeres. No tiene dientes, por eso no mastica la comida, ni disfruta del sabor y se conforma con un mundo de oídas. Anoche no escuchó el bombardeo, tampoco vio al sargento cuando un trozo de metralla le hirió en el hombro. No sabe dónde está el botón de Léo, creo que tampoco está seguro de quién es Léo. Puede incluso que Lisandru no esté aquí.

Loan orina en una botella porque le han dicho que si orina piedras será porque tiene una infección de riñón y lo mandarán al hospital. Cree que el dolor de orinar piedras no existe porque la guerra ya nos ha hecho inmunes al dolor. El marica de Lázare es un cerdo engañando a Loan con esas tonterías para verle de reojo el badajo.

Logan arroja piedras a un bote vacío. Una detrás de otra. Sólo algunas caen dentro, la mayoría fuera, pero él sigue lanzando. No demuestra ninguna emoción si acierta o si falla. Cuando no le quedan piedras se levanta a recoger más. Llevo mucho tiempo mirándole. Cuando tiene que levantarse sí que demuestra emoción, aunque sea de fastidio. Creo que el bote no forma parte del juego, el juego consiste sólo en ver lo que tardan las piedras en acabarse.

Lorik se pregunta por qué el orden alfabético le coloca a él siempre en último lugar. Odia la chulería del cabo Lambert, un gascón de baja estatura y primo del escribiente que hizo la lista de esta escuadra. Odia llamarse Lorik y odia las cosas como son, por eso pone la mano arriba cada vez que deja caer al suelo una manzana.

A veces creo que llevamos demasiado tiempo aquí. Hace calor. Apenas son las once de la mañana. Cuando termine la guerra tendré un hijo para olvidarlo todo y comenzar de nuevo. Un hijo que no haya conocido nada de esto. No le pondré nombre y procuraré que viva aislado para que no haya nadie que le haga ver que no hay esperanza.

 

 
 

Desdibujada

Ilustración: Miracoloso

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