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NUMERO 00 - MARZO 2009

 

Literatura Kebab

David Torres

Todo el mundo se habrá preguntado alguna vez (yo sí) de dónde coño viene la carne de kebab, ésa que parece la pata de un elefante despellejada bailando el chotis frente a una estufa calorífica. Una vez vi a unos tipos que acababan de abrir la tienda y sacaban el cacho carne congelada de una bolsa como el que extrae el capullo de un cadáver en un accidente de avión de una nevera tres meses después del desastre.  Hace siete u ocho años, en Estambul probé unos döner kebab deliciosos que no tenían nada que ver con el kebab habitual en el ecosistema madrileño. Tampoco sus filetes de carne ensartados unos encima de otros y chorreando grasa tenían nada que ver con la mojama giratoria que nos sirven por aquí. En Londres, este verano, Mijangos y yo probamos un kebab por la zona de Candem Town que tenía un increíble sabor a cordero. Nos pasamos el rato quitándole la salsa.
Creemos que la literatura se hace al horno o al vapor, pero qué va: la literatura se hace al kebab. Se hace ensartando pedazos de libros leídos, experiencias, recuerdos y anhelos, y haciéndolos girar lentamente al fuego. Hay autores mazacote, que ensartan el troño ultracongelado en el palo y sirven el novelón frío y sin cocer. Luego lo meten entre pan y pan de cualquier manera, le cuelan la lechuga de actualidad y lo aderezan con la salsa de una intriga templaria, y hala, a comer. Son libros insípidos que no saben a nada porque no tienen nada dentro. Sus artífices no sólo no tienen nada que decir sino que tampoco han leído con mucho aprovechamiento. Por suerte también hay cocineros cuidadosos, que cortan suavemente cada página con el mismo mimo con el que el cocinero turco afeita el vals de carne frente al fuego. De los buenos libros el lector puede vislumbrar, chorreando entre la suculenta amalgama de páginas, no sólo el tierno y honesto calor del pan sino también la paciente y laboriosa acumulación de lecturas previas: las lonchas Faulkner, las lonchas Kafka, las lonchas Marsé, las lonchas Poe, pacientemente entreveradas con salsa de tebeos antiguos y ciruelas Borges.

 

@ Agitadoras.com 2009