“¿Será el frío impedimento?”, Greta Solís
Tienes, no, posees, tres segundos. Son tuyos. Tres segundos como todos los triángulos con sus ángulos muertos dignos de tal geometría. El primer segundo, de presentación y misericordia y el tercero de cortesía y despedida. Ahora escucha acerca del segundo segundo. Asciende, descendiendo, nunca dejes de resucitar. Exhala, escala, no tengas alas pero planea raso. Ese es el paso. Hila, enhebra pero nunca desprecies las haches mudas. Hablarán solo por delatarte. Trepa, tiembla, trepana, haz de tripas tropa, devanea con tu vanidad por ley adquirida, pero sobre todo sobrevive para contármelo. Sobrevivir es vivir por encima de la vida. Quiero la prueba fehaciente, eficaz y efectiva, sin alardes efectistas. La prueba. Una pistola con silenciador ansía escuchar el grito de su resultado. Ese es el objetivo. Y ahora, ahora. Uno, dos… Oh, solo has tardado dos segundos. Par. Eso es asumir con profesionalidad impecable de las matemáticas verdaderas el ser sicario de vocación. Sé que en el tercer segundo, el de cortesía, me apuntarás a mí. Volvamos al primer segundo. El de la misericordia, el que se confunde con el tercero. El de la cortesía en la despedida.
