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ISSN 1989-4163

NUMERO 134 - VERANO 2022

 

Memorias de un Tuno Cuando Woodstock (III) - La Selección

Joaquín Lloréns

Por fin, un día de principios de diciembre, en el tablón de anuncios de la Universidad y junto a las convocatorias de los próximos exámenes, encontré la que esperaba desde el inicio del curso. La "Muy Ilustre, Noble, Higiénica, Galénica y Galante" Tuna de Medicina de Valencia convoca plazas de nuevos tunos. Los interesados, han de presentarse en el paraninfo de la Facultad el día 10 de diciembre a las 16 horas para la primera prueba escrita.

Allí nos presentamos Ramón y yo a la hora indicada. Un joven algo mayor que nosotros nos hizo pasar a un aula, donde nos indicó que nos sentáramos. Allí había un grupo de varios hombres y algunas chicas jóvenes. Los aspirantes éramos unos 16 aspirantes a tuno y nos mirábamos unos a otros con cierto nerviosismo.

Nos entregaron unas hojas y un bolígrafo y nos pidieron que fuéramos respondiendo a las preguntas que nos iban a ir dictando. Las preguntas eran del tipo: “Si se te cae un vaso de vino en un bar, ¿qué harías? ¿Recoger los vidrios, dejarlos en el suelo, pedir otro vaso?” o “Si te invita un tuno de derecho a un porrón, ¿qué harías? ¿Rechazarlo, beber un trago y devolvérselo, beberte todo el porrón y pedir otro?” o “Si ves a otra tuna cantando una serenata a la novia de un tuno de la "Muy Ilustre, Noble, Higiénica, Galénica y Galante" Tuna de Medicina de Valencia, ¿qué harías? ¿Unirte a ellos, pedirles que vayan a otra parte, empezar a tortas con ellos sean cuales fueran las consecuencias, irte a beber un vino?” o “¿Qué harías si en medio de una serenata se te rompe la cuerda de la guitarra?” o “¿Qué harías si una actuación de la tuna coincide con un examen?” o “Si a un tuno veterano le gustase tu novia, ¿se la prestarías?”

Una vez recogidos los ejercicios, se los repartieron entre los que formaban el tribunal y se nos mandó salir de la sala.

Al rato  se nos fue haciendo pasar al aula, pero ya uno por uno. Al volver a entrar, los tunos veteranos recorrían la vista sobre nuestro examen y comenzaban a comentar en alto algunas respuestas en tono de burla: ¿Así que tú eres Pedro Miraflores? Sí. ¿No te parece que tienes un apellido sarasa? No ¿Así que  no le prestarías la novia a un tuno veterano? No, salvo que él me prestase la suya. Carcajadas en la sala. Y así proseguían durante un rato con lo que venía a ser la prueba oral. Durante la misma, intervenían todos los tunos presentes, sin orden ni concierto. De pronto uno te preguntaba: ¿Con qué mano te la machacas? Con la derecha, que la izquierda ya no pinta nada en España. ¿Cuándo perdiste la virginidad?, etcétera. En muchas de las cuestiones, de lo que se trataba era de poner en apuros al aspirante. A mí me sorprendió el tono subido de muchas de las preguntas, especialmente por la presencia de la madrina, con su beca, en el centro del tribunal y la de muchas otras muchachas.

A fin de cuentas, de lo que se trataba era de poner en apuros a los aspirantes y divertirse a costa de ellos. Cuanto más desparpajo se mostraba y más ingeniosamente se contestaba, mejor, aunque siempre teniendo cuidado con no dejar en evidencia a un tuno veterano, ya que esa circunstancia podía tener consecuencias funestas durante el período del primer año, en que te veías sometido a la voluntad de los veteranos.
Luego te hacían cantar alguna canción clásica de la tuna, como “Clavelitos” o similar y proseguían mofándose de cualquier defecto en tu entonación y demás. Por último, se exigía una prueba de tocar algún instrumento. En mi caso, mi guitarreo dejaba bastante que desear, con lo cual las bromas y carcajadas fueron múltiples. Cuando ya empezaba a desesperar, el Presidente me mandó salir y me ordenó que esperara fuera hasta que los demás aspirantes terminaran la prueba. Una vez que todos mis compañeros pasaron por pruebas similares se nos volvió a llamar y se nos fue admitiendo con frases tipo:

“Pedro Miraflores. A pesar de tener usted un apellido del que uno se avergonzaría, de que canta usted como una carraca, que tiene menos gracia que un sieso tocando la guitarra y de que dudemos con fundamento de que jamás llegue a ser un tuno como Dios manda, le admitimos como novato a prueba durante un año en la "Muy Ilustre, Noble, Higiénica, Galénica y Galante" Tuna de Medicina de Valencia. A pesar de que nos cuesta creer que pueda regenerarse durante este tiempo, se le da esta magnánima oportunidad. Durante este año, será tutelado por el Muy Ilustre Quevedos, quien a final del curso lo recomendará como tuno o nos indicará la conveniencia de expulsarlo de la misma. Durante este tiempo, Quevedos será como un dios para usted y será a él quien le informará de cuanto sea menester. Habrá de obedecerle en cuanto éste tenga a bien mandarle, sea cual fuere lo que le ordene... ¿Está dispuesto a ello sin dudar o abandona con vergüenza y deshonor nuestra tuna en este momento? Estoy dispuesto, contesté. En ese caso, vaya usted haciéndose con el traje de tuno”.

 

 

 


 

 

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