Nos llama la sangre como nos llaman las alturas.
El peligro del salto.
Nos llama a la contemplación descendente.
La unión con el rito.
Nos llama la sangre a la fiesta instintiva, a la ofrenda.
¿Has saboreado la sangre mezclándola con tierra?
Nos llama tanta sangre negada, suero ensangrentado y oculto.
Teñida borbotea una bestia.
Explosión que tensa los cartílagos,
liberando sangre cierra el ciclo.
Eva, con dedos ensangrentados, señala tu frente.
Reverberan los coágulos del estigma,
estrecha mirilla de la vergüenza:
conocimiento recogido en un cuenco dañado.
Sello que se abre. Sangre de virgo.
Dulce sabor de simiente desecha en agua de luna,
pigmento oleoso que indica la senda a la matriz bienhechora.
Sangre derramada viva en su regreso.
Y tú María,
boca acallada, cómplice azul,mártir quebrada,
¡háblanos!
Grita la verdad desde ese huerto rojo de vida.
¿Qué hiciste, enterraste la placenta o te la comiste?