El martes 18 de mayo, se celebró, el Día Internacional de los Museos. El Museo, con sus objetos presentes y ausentes, es el Notario y depositario de la Memoria de un momento histórico determinado, que define, y no sólo de los acontecimientos importantes, sino, y sobre todo, de la vida social de ese momento, reflejado en cuadros y elementos realizados en una época determinada. Y lo que encontramos en ellos, no sólo es la belleza de algunas obras, sino lo que significan, y que nos permite, como si de una máquina del tiempo se tratara, vivir un período y conocer y comprender, cómo se desarrollaba la sociedad en el momento de ser producidas, porque por encima de lo aparente, hay unas lecturas, que son las que nos permiten conocer cómo era esa sociedad.
Y al pensar en ello, me vino a la mente, la exposición "Invitadas Fragmentos sobre mujeres ideología y artes plásticas en España (1833-1931) " del Museo del Prado, que comenzó el 6 de octubre y acabó el 14 de marzo de 2021.y en la que se expusieron 130 obras, referentes a la mujer, tanto de cuadros de pintoras femeninas, como de cuadros que la tienen como protagonista.
Quizás el título de "Invitadas", no fuera el más apropiado, porque venía a reforzar, precisamente, lo que se quería evitar, ya que uno es, "invitado", cuando va a un lugar ajeno, y quizás este título parecía indicar, que el Museo del Prado era un lugar ajeno a las artistas femeninas, al que se las "invitaba".
Y este ha sido uno de los grandes problemas de la mujer, los estereotipos. Por una parte se encontraba, la mujer florero y la descarriada que se sale de las normas sociales impuestas o admitidas, y por otra parte, la santa, la mujer heróica, la mujer excepcional, que sobresale, pero con ellos, se olvida a la mujer normal a la anónima, a la que lucha diariamente, en las labores y trabajos, para llevar adelante una casa, o lleva una tienda, como han hecho siempre, sin que esta labor les haya sido reconocida.
No es de extrañar, que la labor artística e incluso su vida personal, de estas artistas, haya sido ocultada. Una de las imágenes mas populares y cuyo autor/a desconocemos, es el de una mujer abrazando a su hija. Pero este cuadro, tiene autora, es un autorretrato de 1789, de una de las grandes pintoras francesas, de una gran sensibilidad, Madame Vigée Lebrún y su hija.
Pero hay una pintora cuya vida personal y también artística, es muy peculiar la de Anna Dorotea Lisiewska, cuyo autorretrato, refleja a una respetable señora de 55 años de edad, con un libro entre las manos. Pero este, no refleja su vida personal, cercana a la de una bohemia ilustrada, y que le llevó de ser una tabernera dedicada a su marido y a sus cuatro hijos durante 15 años, a abandonarlos con su marido para llevar una vida artística en París que le conduciría incluso a ingresar, como miembro, en la Real Academia de Pintura y Escultura de París. Este triunfo no impidió, que los problemas económicos la llevaran a abandonar París, y volver a su Berlín natal. Allí fue llamada por Federico de Prusia para decorar el Palacio de Sanssoucim en Potsdam, ciudad cercana a Berlín, Su éxito fue extraordinario y sería considerada como una pintora de Corte. Pero ¿cómo una tabernera había podido llegar a ser pintora de Corte y con tanto éxito que la misma Catalina Grande de Rusia, fuera una de sus clientas?
Su padre, Georg Lissiewski, fue un conocido retratista polaco, que se había trasladado a Berlín, trabajando en la Corte de Federico I. Sus tres hijos, dos hijas y un hijo, aprendieron a pintar con él. Y se dedicaron a la pintura. Incluso el hijo trabajaría para Leopoldo III, Duque de Anhalt-Dessau,
Anna Dorotea, a los 24 años, se casó con un tabernero de Berlín, y dejó la pintura para dedicarse al negocio de su marido y a sus hijos. Pero un día con casi cuarenta años, decidió dejarlos y volver a pintar. Se marchó a París en donde conoció a Diderot, el famoso intelectual que publicaría juntamente con d,Alembert, los 17 volúmenes de la Enciclopedia Francesa, y con el que viviría. Pero también se cansó de Diderot, y juntamente con los problemas económicos le hicieron volver a Berlín, y en donde el éxito, le haría ser una de las pintoras de retratos preferidas por la aristocracia.
El 21 de julio se cumplirán los trescientos años del nacimiento de esta pintora, atípica para las costumbres de su tiempo, que pasó de tabernera a pintora de Corte. Cuya vida y obra casi había caído en el olvido.