Desde los cántaros como metáfora a las tit-stars 2.0, la música y las tetas han ido de la mano –Kesha ha confesado que toca el piano con ellas- y, como toda relación amorosa con dependencia emocional, han tenido sus más y sus menos, sus momentos álgidos y de bajón, sus euforias y sus depres.
He aquí un repaso cronológico subjetivo, simple y superficial, de la convivencia reciente –Josephine Baker, aunque pionera, nos queda un poco lejos- de la por los entendidos tan menospreciada pareja de hecho.
Los 70’s: oda a las tetas
Dice la RAE que cántaro es una «vasija grande de barro o metal, angosta de boca, ancha por la barriga y estrecha por el pie y por lo común con una o dos asas», y da un par de definiciones más. Para el humorista Fernando Esteso y el combo Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina, -grandes héroes setenteros de variado calibre-, sin embargo, a la RAE le falta una: teta. ¿Quién no se acuerda, de los más veteranos entre nosotros, de «La Ramona» (1976)? «La Ramona es pechugona, tié dos cántaros por pechos», entonaba (sic.) el entonces ubicuo y pseudopaleto Esteso mientras el zoom de Valerio Lazarov intentaba aportar algo de modernidad al conjunto. Por su parte, los músicos nicaragüenses de vasto nombre se las daban de finos con su one hit wonder «Son tus perjúmenes, mujer» (1977) que, entre términos autóctonos desconocidos en España, como «sulibeyan» o «soripeyan», dejaban caer también la comparativa del cántaro y la teta: «Tus pechos, cántaros de miel, cómo reverbereyan, cómo reverbereyan, tus pechos cántaros de miel». Tanto va el cántaro a la fuente…
The original tit-stars y otras historias ochenteras
Y entre portada (Marisol, 1976) y portada (Marta Sánchez, 1992) tetamusical de la revista Intervíu, transcurrieron los ochenta, la década que nos trajo a las dos S: Sabrina y Samantha Fox, the original tit-stars o teta-estrellas. Esas dos mujeronas inauguraron la categoría, -en la memoria de TVE y el país entero queda la teta rebelde del Especial Fin de Año de 1987 de la italiana-, y aunque para meter morbo la prensa las hacía pasar por rivales, nada más lejos de la realidad: en 2010 la morena y la rubia grabaron juntas y casi revueltas (Fox es bisexual) una versión del cañonazo de Deborah Harry y Giorgio Moroder, «Call me», en plan MILF.
Mucho más elegante se mostró Malcolm McLaren con su «Something’s jumpin’ in your shirt» (1989), en el que una tal Lisa Marie revoloteaba en blanco y negro dejando que sus nada desdeñables pechos saltaran dentro de su camiseta, como manda el título de la canción, a la vez que unos bailarines se daban al vogue un año antes que la reina del pop, cuyas tetas tampoco tienen secretos para nadie y que veríamos en plan sesión continua durante toda la década posterior.
Tit-stars 2.0
Los añorados noventa no fueron el mejor caldo de cultivo para la tetamúsica, –exceptuando, pues, a Madonna-, con su grunge, su britpop, las supermodelos, las boybands, las Spice Girls y «Friends».
En cambio, la llegada del siglo XXI trajo consigo no una debacle informática como se temía, sino una nueva oleada de tetas y música así, juntitas. Uno de los momentos cumbre en España fue la irrupción en 2003 de una girl band formada por Sonia Monroy, Yola Berrocal y Malena Gracia, tres starlettes sin demasiado currículum conocido por aquel entonces cuyo denominador común eran unas buenas tetas y sus apariciones constantes en la prensa rosa: las Sex Bomb. Javier León, el compositor de su mayor éxito, «Ven, ven, ven», -y de otros de sus temas como «Si llama dile que he salido» y «Armas de mujer», así como de «Peligrosa» de Gracia en solitario-, en vistas a nuestra curiosidad por saber cómo se trabaja con una tit-star, cuenta que «en la mayoría de los casos no suele haber contacto entre el artista y el autor ya que este negocio funciona mediante intermediarios (editores, representantes, compañías discográficas… toda esa gente sin talento que vive a costa del talento de los demás)». Vaya, yo ya veía a Javier rodeado de tetas en el estudio… pero no. «A veces tengo la oportunidad de conocer a los cantantes en sus actuaciones, donde acudo para poder saludarles personalmente y agradecerles haber escogido mis canciones. Aunque también se dan las casualidades como coincidir en un bar con Sonia Monroy», de la que comenta que está colaborando con él en un nuevo proyecto en solitario, «para el cual hemos maquetado ya algunos temas en mi estudio. Es una chica muy trabajadora que no para quieta un momento y planea un giro musical a su carrera que sorprenderá a muchos». Avisados estamos, aunque en su cuenta de Twitter los fans de la Monroy le piden lo que le piden.
Ya puestos, le preguntamos a Javier, que también es el artífice de éxitos para artistas tan dispares como UPA Dance y Miguel Angel Muñoz, Los Lunnis, Raúl y Missiego, entre muchos otros, cómo se prepara uno para componer para este tipo de cantantes. ¿Se sabe antes? «La mayoría de las veces sí, aunque también los repertorios dan muchos tumbos y a menudo lo que originalmente era para un determinado artista acaba grabándolo algún otro. Por ejemplo, «Ven ven ven» fue compuesta para Fórmula Abierta y finalmente lanzada por las Sex Bomb.»
¿Listas sin tetas, tontas con tetas?
Los que no sabemos nada de este negocio y juzgamos los libros por sus cubiertas, tendemos a creer que las tit-stars son unas tipas siliconadas y facilonas y poco más. Javier no está de acuerdo: «Qué duda cabe de que una delantera bien expuesta puede ser un excelente reclamo en un escenario o en un videoclip, pero eso no lo es todo. Si no se cuenta además con un mínimo de talento y con una canción pegadiza y bien ideada, no se va a ninguna parte. Lo cual constituye la responsabilidad y el privilegio del autor.»
Nos gusta creer que estas chicas no son ni muy listas ni muy leídas, que no se puede tomar a alguien en serio cuyo negocio musical se base en unas tetas. Ay, cuánto prejuicio. Que se lo pregunten sino a la Monroy, que vendió más de 50.000 copias del «Ven ven ven», o a la antes mencionada Sabrina, con la que Javier de buena gana colaboraría, al igual que con Samantha Fox, ambas cachorrillas del trío mágico de productores Stock, Aitken and Waterman (los genios tras KylieMinogue, Rick Astley, Bananarama y otras glorias ochenteras): «Sabrina sigue siendo a día de hoy el único artista italiano de todos los tiempos que ha conseguido ser número uno en Estados Unidos, ahí es nada.»
Como dice el refrán, dame tetas y dime tonta.