La felicidad
Hoy amanecí sin dinero
y mi hijo sonreía.
Ayer
al caer la noche
hablé por el móvil con mis pequeños
que viven al otro lado del país
y mi perrita me daba lengüetazos en las mejillas
y no me dejaba explicarles la angustia
de estar lejos.
No podía sino reír y escuchar que
Esteban había terminado la tarea
y que Alex
logró meter dos goles hacía unas horas
y se preparaban para dormir
tan lejos de mis brazos.
Por la tarde leí unos cuentos malos de Bolaño
y de nuevo “Historia del Ojo” de Bataille.
Di unas horas de taller literario
comí unos tamales
dormí abrazado a mi mujer
con mi bebo a nuestro lado
y la perra
siempre encima de nosotros.
Hoy desperté con la certeza
de la felicidad
paseando por la casa.
Eternidad.
Cuando un escritor parte de este mundo
la oscuridad se reacomoda
las palabras se sienten huérfanas de luz
y aletean en los libros
su tristeza
su abandono.
Déjalas salir
déjalas volar hacia tus ojos
que se inyecten en tus pensamientos
admítelas como parte de tu historia
son palabras huérfanas
que la humanidad lectora debe recibir.
Esa es la forma en que todo escritor que parte
renace y
reencarna en nosotros y
se hace eterno.
Misantropía hedonista.
Bebía mucho,
grandes borracheras sin control
con tal de volverme
un tipo amigable.
Dejé de beber
al mismo tiempo que decidí
que hablar con los demás
carecía de sentido.