Comenzaré recordando qué es un “Anillo de Moebius”: es una superficie con una sola cara y un solo borde. Tiene la propiedad matemática de ser un objeto no orientable. También es una superficie reglada.
Rubén Castillo es autor, les refresco la memoria, de una novela titulada Anillo de Moebius (Sloper, 2014)y con La voz oscura ha vuelto ha desarrollar una historia en la que, principio y final se unen irremediablemente después de caminar por una superficie única, plana y con los límites perfectamente delimitados y perfilados.
En su anterior novela Los días humillados (Murcia Libro, 2016) fue capaz de mantener al lector en un estado de tensión muy, muy alto. En esta ocasión, desde el inicio de la trama; la zozobra, el desasosiego y el misterio es un todo uniforme. No podemos dejar de leer, al tiempo que vamos elucubrando que sucede y, lo más inquietante, por qué ocurre en la forma descrita.
Un profesor universitario de fama poco honorable (es engreído con sus colegas, despótico con sus becarias y demasiado cariñoso con ciertas alumnas) se ve envuelto en el desasosiego desde el día en el que recibe un correo electrónico en el que se le conmina a cumplir unas órdenes. A partir de ahí descubrirá que está siendo objeto de un espionaje imposible y de un chantaje que lo pondrá al borde de la locura. ¿Quién y por qué está manipulándolo? Unos muñecos descabezados, una visita al cementerio y otros sucesos inquietantes irán cobrando sentido hacia el final de la obra, cuando descubra la identidad de su extorsionador…
Trece capítulos trece narrados en forma tranquila y pausada -como es Rubén- con una carga emocional que pareciera querer arreglar cuentas con colegas de profesión o denunciar ciertas actitudes impropias en la carrera docente -engreimiento, despotismo y exceso de cariño con el alumnado-. Sabemos que la endogamia y el corporativismo son defectos muy asentados en la epidermis universitaria.
Es de destacar que Jaime Diez, protagonista central de la historia, se dedique a la bioquímica y no a la literatura -la respuesta en la entrevista que acompaña a estas líneas-. Han de leer muy atentamente, y si tienen paciencia háganlo con papel y lápiz tomando notas, verán que el “anillo” es perfecto y el final de quitarse el sombrero. La voz oscura y ¿por qué no, La venganza?
Aunque, en principio, la novela está dirigida al público adolescente, juvenil, olvídense de la etiqueta y tomen la novela sin reparos porque van a disfrutar con una gran puesta en escena -o en páginas-. Pasen y lean.
Rubén Castillo Gallego (Murcia, 1966) es profesor de literatura y crítico literario. Ha publicado hasta ahora más de una quincena de libros, tocando casi todos los géneros literarios: cuentos (Hegel en el tranvía), novela corta (La mujer de la mecedora), ensayo (Palabras en el tiempo), reseñas (Ventanas de papel), narrativa juvenil (Las cuevas de las profecías), poesía (Por un país desconocido) y, sobre todo, novelas (Las grietas del infierno, El globo de Hitler, Anillo de Moebius, Los días humillados).
Tiene una mujer, cuatro hijos, tres amigos y diez mil libros. No cree en la homeopatía, ni en las dietas, ni en la gente pesada; pero sí en los libros de Borges, el café, el salmón ahumado y la gente que sabe escuchar.
Pertenece a la Orden del Meteorito de Molina de Segura.
Dialogamos con Rubén… para los lectores de Agitadoras… Gracias…
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace La voz oscura?
R.- Nació casi de casualidad. Una tarde estaba dándole vueltas a la frase de Rodari (“Qué pasaría si…”) y me dio por pensar cómo podría espiarse a una persona sin que, aparentemente, fuera posible: con las ventanas cerradas, en una habitación sin cámaras ocultas, etc. Y tirando del hilo fue surgiendo el argumento de la obra. A veces, es tan fácil organizar un argumento que el primer sorprendido es el futuro autor. A mí me sucedió con esta novela, que desde el principio enfoqué hacia un público adolescente, pensando en mis hijos mayores.
P.- El protagonista, profesor de Bioquímica ¿por qué no de Literatura? ¿Cómo se ha documentado?
R.- Claro, pero es que eso me hubiera resultado demasiado fácil. Yo soy, como usted bien sabe, profesor de literatura, así que lo hubiera tenido chupado. El desafío está siempre en ser otro; o al menos en intentarlo… Durante mi época de estudiante universitario conviví en el piso con un estudiante de medicina y el atlas anatómico de Sobotta me tenía fascinado. Era precioso. Al final, he terminado por utilizarlo en un libro, jajaja.
P.- ¿Ha querido, indirectamente, ajustar cuentas con algún colega?
R.- No, no, ni indirectamente ni directamente. La literatura está (o tendría que estar) por encima de esas mezquindades. Es natural que, a la hora de construir a los personajes, se piense en personas reales, pero en este caso se trata de mezclas, no de seres únicos. Todas las figuras que aparecen en la novela son el resultado de unir lo que vi, lo que me contaron, lo que imaginé, lo que se decía…
P.- Engreído, despótico, demasiado cariñoso... ¿Es una denuncia frente a ciertos comportamientos, en el mundo cerrado y endogámico de la universidad, principalmente?
R.- Creo sinceramente que no. He utilizado a un profesor universitario baboso y prepotente, pero eso no quiere decir que los vea de esa manera, o que juzgue que la mayoría son así. Alguno habrá, claro. Pero también los hay integérrimos, y extraordinariamente cultos, y amabilísimos. Para este argumento necesitaba a un tipo de personaje y lo construí con esos mimbres. Nada más.
P.- ¿Se ha encontrado con algún compañero con parecidas características?
R.- Por suerte para él, no. Tengo pocos pelos en la lengua, así que no habría tenido el menor rubor en afearle su conducta, tanto en público como en privado. Aquellos que utilizan su poder para amedrentar, humillar o para beneficiarse (en el plano sexual o en cualquier otro) me repugnan. Y ya voy teniendo una edad perfecta para no incurrir en hipocresías ni en paños calientes. Afortunadamente, el azar no ha querido ponerme a ninguno así en mi entorno.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son??
R.- Disfrutar de la recepción de esta novela entre los adolescentes. Hay varios amigos y amigas que están barajando la posibilidad de poner la obra como lectura en sus centros de enseñanza, así que si tengo suerte y merezco ese generoso regalo podré encontrarme con lectores muy variados de la obra. Será interesante escuchar lo que opinan sobre la obra y sobre sus protagonistas… A finales de 2018 tendré ya editada otra novela, dirigida a un público adulto… pero eso aún está lejano.