Empezaré diciendo que soy madre de tres hijos aún muy pequeños, de tres, cinco y siete años. Siempre he sentido el deseo de ser madre, los sentía cerca antes de que nacieran, su existencia me completa, me motiva, me inspira, no lo puedo evitar los adoro. Son dos niños y una niña, ella es la mediana lo que significa que el tercero lo tuvimos de modo reincidente e intencionado. Había soñado con ellos, los había deseado, buscado y esperado y tardaron mucho en llegar. Pero al fin se obró el milagro y a día de hoy somos familia numerosa.
Al ir creciendo resulta que te adentras junto a ellos en un micro mundo, un mundo escolar, de asociaciones de padres, parques infantiles, fiestas de aniversario, sesiones maratonianas de extraescolares, actividades lúdicas, didácticas, culturales, educativas y de ocio vertiginosas, de chats macro activos, de compendios e indicaciones, de normas y objetivos, de expectativas exponenciales, un micro mundo que no imaginabas que existía.
En ese mundo de caos hiperorganizado y mega supervisado he tenido revelaciones vitales . La primera es que mis hijos maravillosos, fantásticos y excepcionales, son niños afortunadamente normales y en segundo lugar que yo, la mujer que lleva queriendo ser madre desde que tengo memoria, que he anhelado y leído sobre la maternidad libros, artículos y decálogos varios, resulta que soy una madre imperfecta. MADRE IMPERFECTA. Y mi marido por ende un padre imperfecto. Que nuestro día a día a menudo es un caos, una locura, una oda a la improvisación y que mis fabulosos niños, no son perfectos.
En este devenir inesperado he descubierto que hay hogares de niños perfectos,verdaderos prodigios, seguro que conocéis algunos. Son esas familias que cuando aconsejan en una sesión educativa que los niños hagan solos los deberes, comentan rápidamente –“ mi niño los hace solo, sin supervisión, sólo entrar por la puerta…”-, son esa familia que cuando te instan los profesores a que tu niño o niña lea todos los días un par de páginas apuntilla-“ uy! Mi niño lee todos los días, a veces libros enteros…”-. Son familias cuyos hijos(según sus madres) jamás olvidan la carpeta en clase o el libro en casa, esos que según sus progenitores siempre informan del material adicional que han de llevar y cogen de más para compartir, se preparan solos la mochila desde 1º de primaria, no han pasado una noche en vela, duermen los festivos hasta la 10, tienen talento musical, escénico y deportivo entre otrostalentos, son los niños que no ensucian, ni desordenan, los que no hacen ruido y son obedientesde modo permanente , pequeños genios. Contagiados por una nueva tendencia a la alza que igual ya habéis detectado, igual ya habéis observado que últimamente los hijos poseedores (según sus padres) de altas capacidades ha crecido de modo exponencial imagino que para seguir el decálogo de padres perfectos, no vayan a tener un hijo normal, de talentos comunes que rompa su excepcionalidad. Y sus madres son las relaciones públicas de sus talentos, prestas a señalar los defectos ajenos, tus carencias inclusive las que no consideras que tienes, esas madres puntuales de casas inmaculadas, manicura perfecta y melena de peluquería, que amanecen con andares tranquilos, sobre zapatos de moda, con la sonrisa puesta y rostro descansado y que a pesar de tener asistenta y niñera siempre, siempre están muy, muy ocupadas, más que el resto, como si salvaran el mundo cada día y pese a eso tienen tiempo de ir a los restaurantes de moda antes que nadie, apuntarse a todos los saraos, organizar las compras de regalos y decidir si se beta la entrada a alguien en un evento social. Esa madre que nunca se queda sin entradas para un concierto, sin sombrilla en la playa o sin vacaciones perfectas que contar en las redes .
Las primeras veces aluciné porque se da el caso que las familias perfectas de niños perfectos, congregan un importante compendio de virtudes, talentos y cualidades, innatas en el vástago en cuestión herencia de esos papis perfectos de manual, que te miran como si fueras una madre en prácticas.
A menudo consiguen que te sientas justo así. Las madres perfectas suelen tener hijo único. Un único hijo o hija perfecto fruto de su propia perfección.
Es un talento que yo no alcanzo a conseguir, que le vamos a hacer, empezando porque yo tengo 3 hijos, por lo visto erré el cálculo, ya me lo dicen con asiduidad “- uff, tres, que locura, me estreso de pensarlo….”, hace no mucho inclusive una persona cercana, una buena persona de hecho, me dijo “a veces no os desharíais de uno..?” en fin en esos momentos descubro que aún tengo capacidad para sorprenderme.
Como decía tengo tres niños geniales desbordantes de normalidad y yo soy una madre claramente imperfecta. El nuestro es un hogar sencillo, caótico, lleno de ruido, de risas, a veces de llantos, de olvidos y tropiezos, un hogar imperfecto lleno de luz y de amor.
Imperfecta, me ha costado aceptarlo, porque yo hago malabarismos por las mañanas para no llegar tarde, salgo disparada por la puerta con la casa en medio de la vorágine del desorden tras de mí. He de insistir a mi hijo mayor para que lea o haga deberes. En verano me arrastro hasta nuestras fabulosas playas, cargada de bolsas y capazos como si fuera de mudanza,huyendo del sol y de los biquinis por igual mientras camino en vaivén sobre la arena rocosa a la que no me acostumbro, casi nado en un agua que encuentro fría de manera perenne y vuelvo exhausta a casa de nuevo cargada de bártulos y de sal ocultando mis michelines tras las ligeras ropas veraniegas. Yo lejos de encontrar momentos de relax para leer aquella novela que empecé mes atrás, me debato entre lavadoras y montañas de ropa, entre listas de la compra inacabables, campos de minas de juguetes y guerras de almohadas, muerta de sueño, de risa y de felicidad de manera constante.
Y es que al final he averiguado que en el mayor número de los casos las madres Perfectas MIENTEN y mienten descaradamente de modo reincidente hasta creer su propia mentira y sus hijos olvidan los deberes como todos en alguna ocasión, hacen los deberes a regañadientes más de una tarde, prefieren jugar en un parque al que no van nunca a seguir llenando horas extraescolares de conocimientos para concursos de talentos que no siempre tienen y que a menudo son ellas que necesitan dar brillo a su realidad tal vez por qué sin eso les parezca falta de luz.
Así pues bienvenidas las madres cansadas y estresadas, las que sobornarían por una buena siesta, por una tarde de masajes y velas aromáticas, las que salen por la puerta con la cama por hacer o los platos por fregar, las que sobreviven sin asistentas, niñeras o chofer, las que sobrevuelan las calles de su pueblo o ciudad sin la melena planchada o rizada a golpe de tenacilla, las de uñas sin manicura permanente, sin zapatos que son muy tendencia y lo último de lo último en aplicaciones de móvil . Disfrutemos de nuestra imperfección pues estoy convencida que nuestra falta de perfección y de mentiras dará lugar en el futuro a unos niños ya adultos saludables y felices. Y a nosotras o nosotros satisfechos de una vida honesta en formas y contenidos y llena de saludable y fabulosa imperfección.