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ISSN 1989-4163

NUMERO 84 - VERANO 2017

El Reposo Absoluto de tu Insomnio

Ramón Asquerino

II Sáxeo

Un ser frágil/que ara també és darrere d’una pedra.
(Un ser frágil/que ahora está también detrás de una piedra).
Perdiu jove (Perdiz joven) de Càlcul d’estructures (Cálculo de estructuras):
Joan Margarit

Y aprenderme el idioma de los muertos para hablarte,
antes del Juicio Universal,
abrasados ceniza con cenizas
y a nuestras cenizas abrazados.
 De Y aprenderme el idioma de los muertos para hablarte

 

**
Te he vuelto a ver tan muerta detrás de tu piedra,
te he prestado un rato la sombra,
te he contado para tu tumba el secreto de las nubes,
que se me han puesto a llover encima
como un lunes eterno.
Te he visto crecer dormida
y se me han escapado dos besos
que traía bajo la chaqueta para que nadie me los viera al entrar.
Me he ido sin mirar atrás,
como otro Lot de piedra, mármol a mis propias quejas,
a la madreselva que dejaba su selva,
y, como ella, he trepado por tu silencio pidiéndote
que sigas conmigo, de piedra, aunque sea,
con toda tu piel dormida.

Los besos sin fecha de tus labios,
la butaca satisfecha y sin delirios,
y por la mesa camilla se sienta
 un rescoldo sin el café de la tarde,
una brasa de silencios;
de luna mojada están tus labios secos,
el reposo absoluto de tu insomnio
duerme, como estás despierta
en esta pesadilla sin tus manos.

Me has puesto a contarte
aquella verde soledad del agua,
 de las lecturas el reposo de las comas
en los renglones fatigado tu dedo índice,
la suavidad de tu voz de amaneceres,
el inerte y sentado vacío de la luz,
los meses de junio cuando nos marchábamos,
la intangible verdad de las veredas
por donde huías para refugiarme contigo,
para confiscarme contigo
 bajo la palidez sofocada del verano.
Y te he contado
de los geranios de malva, de la palmera y del níspero,
de la noche, de la tarde caída y recogida
entre jazmines de mareos dichosos
entre tus manos desesperadas de piano.
Pero del más allá desde donde me ibas a venir a ver
 aún te estoy esperando, y no me conformo
con esta soledad de la piedra,
sáxeo, acantilado, costa sin costado,
con la sombra que te di el domingo,
con ese horario abierto de los cementerios,
con el reposo absoluto de tu insomnio:
Porque te despierto a diario,
buscándonos.

Quieta.
Te llamo, y no bajas.
Te escarbo y no subes.
Te escribo y me contestas:
En el remite,

tu delicada muerte.

 


Muerte

 

 

 

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