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ISSN 1989-4163

NUMERO 84 - VERANO 2017

La Señora Waterproof y el Señor Stainless Steel

Julio Soler

Resistentes al tiempo y al embate de los elementos. Así debemos ser los emperadores recién nombrados pero alejados de la urbe romana. La clave es poder llegar y llegar puntual. Para que los hechos se cumplan debemos hacer caso a la ley de la gravedad. Empezar nuestro lejano recorrido por un pico alto y dejarnos caer por la calzada hasta abandonarnos al objetivo. Nuestro punto de partida ha sido, es y será porque estamos en pleno viaje, el Puerto de El Pico, 1.352 m. sobre el nivel de un mar todavía lejano o quizás inalcanzable. Un recorrido largo, distinto a la concisión de la  vía apia entre Brindisi y Roma, pero con la suficiente longitud para reflexionar y asumir, encajar. Haremos el viaje de golpe o de tirón, con esta cómoda carruca, sin pausas, las necesarias para convencer y alimentar a los caballos que esperan una vida digna en las carreras de cuadrigas y tomarnos algún helado de garum mezclado con anfetamina de cianuro para mí y con biodramina sin cafeína para ti, de algún pozo de nieve ambulante que nos ayude a amortiguar el paisaje fugaz y conservar la templanza. Y es que quiero que duermas. Pero yo no cerraré los ojos en horas, días, en años o quizás nunca. Cavaré mi propia sombra pues he de vigilarla constantemente. La traición cercana, casi adosada, hace que mi especie evolucione y asomen más ojos por toda la extensión de mi cuerpo. Mirar por todos los lados porque por todos los lados voy a ser mirado. He visto aguadores en la ribera del río Alberche, son aduladores peligrosos como las sirenas de cánticos inefables de la Odisea. Soslayaremos el Garona y no sentiremos nostalgia de atravesar el Mar Rojo. No son esas las aguas que tenemos que abrir. Cuando crucemos ya sin remisión el Ródano, allí sí que vislumbraremos a los desentrañadores de  aves migratorias augurando nuestro destino.

Pero estás dormida, sigues dormida, Señora Waterproof y no sé si yo te manumití o fui yo el manumitido por ti. Despertarás ya en Roma y sin jet lag. Sé que tienes el síndrome del hogar abandonado, de nuestro salón de estar o ser, abandonado, de nuestra vida abandonada, pero son tiempos extraños y debemos desenmascararlos. Hay traiciones incrustadas en filamentos de crin de caballo de raza Damocles a la vuelta de cualquier colina. Tengo que saber si de verdad  voy a ser emperador. No por la fatalidad sino por el deber de llegar a Roma puntual. Si cumplir con el tiempo sirve de algo.

Despierta, ya comparecemos a las siete colinas. Despierta, oh Señora Waterproof, mi amor, mi Livia, compartamos reloj de arena de pulsera a prueba de todo menos de nada. Llegamos a la ciudad eterna, cosa que no se podrá decir nunca de nosotros pero al menos lo intentamos. Puntuales y a prueba de todo menos de nada.

 


Pensar (y no claudicar)

Ilustración: Fernando Ramos

 

 

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