Llevaba mucho tiempo sin emocionarme como me he emocionado leyendo ‘Una casa en Bleturge’ (Siruela), la primera novela de la poeta malagueña Isabel Bono con la que ha ganado el Premio de Novela Café Gijón 2016.
La historia es sencilla, tanto que si quieres saber lo que pasa basta con leer la sinopsis que aparece en la contraportada. Un matrimonio gastado. El hijo que murió. La hija a quien el padre culpa. La madre sobreviviendo con este peso y acompañando a su propio padre en sus últimos días de vida. Nada más. Si el lector busca una novela en la que pasan cosas podría remitirle directamente a los libros que ocupan los primeros puestos de la lista de los más vendidos donde no figura ‘Una casa en Bleturge’. Si el lector busca emoción, romperse por dentro, leer con la boca abierta, este es su libro. Un libro donde sin pasar nada no deja de pasa de todo. Como en la vida.
Bleturge es el lugar que todos creemos que existe, donde huiríamos, el espacio-tiempo que nos espera para devolvernos lo quitado, lo perdido. Bleturge no existe pero es real, como la ausencia, como el dolor, como los sueños.
Se nota que Isabel Bono viene del mundo de la poesía. Y esta observación que apunto como un valor puede que también espante lectores. Pero es que en ‘Una casa en Bleturge’, además de una prosa sólida y contundente, he encontrado la mejor poesía de los últimos años. También me he reencontrado con el género del relato porque los capítulos son autoconclusivos, pueden leerse de forma exenta. Y forman maquinarias perfectas donde las piezas, milimétricas, hacen funcionar todo el conjunto de una manera que me parece milagrosa. Todos los géneros están presentes en ‘Una casa en Bleturge’, también el aforismo. Las frases cortas, las sentencias, a veces versos, hacen que sea imposible una lectura de tirón.
‘Una casa en Bleturge’ tiene además la virtud de que la historia no engancha en el sentido convencional de la palabra, es decir, no estás deseando saber qué va a pasar después, cosa que convierte su lectura un ejercicio tan placentero que lo que te pide es detenerte en vez de seguir, pararte en lugar de correr en busca de un final que no importa. Porque en Bleturge cada principio ya contiene un final. Hay un nombre para cada cosa. ¿Por qué no hay un nombre para los padres que pierden a sus hijos?, escribe Bono en uno de los capítulos más hermosos del libro ‘Palabras’. Hay otros capítulos que son verdaderas joyas. ‘Herencia’, ‘Ser gato’, ‘De pesca’, ‘Golpes’, ‘Sapo azul’, ‘Orden’, etc. Cada pasaje un poema, cada poema un golpe, cada golpe un soplo de vida. Porque si de estas palabras pudiera desprenderse que ‘Una casa en Bleturge’ es un drama, es que me he explicado mal. Bleturge es donde llegamos después del drama, el agujero por el que sacamos la cabeza para respirar. Un libro en el que se entra de una manera y se sale de otra. Un libro como pocos. Uno libro como ninguno. Hay libros que son el libro del año. Otros son el libro de una vida. ‘Una casa en Bletutge’ pertenece a la segunda categoría. No se lo pierdan. Por favor.
