El éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo
Winston Churchill
Estimado editor:
Gracias por responder a mi correo. Frases como «Le hemos leído con atención para valorar su posible publicación pero lamentamos comunicarle que actualmente no tiene cabida en nuestras colecciones» suelen ser la nota de rechazo estándar para todos los escritores que intentan abrirse camino en el implacable mercado editorial. Como de costumbre, al departamento de lectura de rigor le basta con un capítulo de la obra para desestimarla de inmediato. Resulta humillante que, después de cuatro años de trabajo y un currículum medianamente aceptable, echen mi libro a los leones con tan solo leer una página al azar. Conclusión: una puta pérdida de tiempo. No he llamado a la puerta adecuada.
Por desgracia, el mundo editorial carece de cojones. Literalmente. Vivimos en un país dominado por políticos corruptos, explotado por las grandes empresas y hundido en la miseria económica y espiritual. Existe infelicidad, pobreza y desesperación. Los suicidios se encuentran a la orden del día y la mayoría de los pequeños empresarios han cerrado las puertas de sus negocios. Esta es nuestra realidad, mal que nos pese. Creo que un novelista debe hablar sobre el mundo que lo rodea, observar el lado oscuro de nuestra sociedad y sacarlo a la luz. Los universos utópicos dominados por las clases poderosas, el consumismo, el deseo sexual insatisfecho y las fantasías absurdas tienen un valor artístico dudoso. Puede que por ello mi novela se les haya atascado en el fondo de la garganta. La vida no es toda luz, armonía y color. Aunque no lo crean, sentimientos como la tristeza, la depresión y el hastío son el pan de cada día para millones de personas.
«Leída tu obra he de decir que es muy buena, tanto la narrativa, como la historia, pero resulta demasiado depresiva». Efectivamente, no basta que un libro cumpla un nivel de calidad aceptable, también tiene que ser un canto a la humanidad, la belleza de las puestas de sol y el algodón de azúcar. Señores: estoy hasta los huevos de tantas gilipolleces. ¿Los hippies no se habían extinguido en los sesenta? Parece que me equivoco, la paz y el amor reinan en el mundo editorial. Se respira incienso, hay flores por los pasillos y se practica el sexo libre. Supongo que las ventas son lo único que importa, llegar al máximo número de compradores con basura comercial y estereotipada. Maravilloso. Supongo que si Albert Camus les enviara el manuscrito de El extranjero lo rechazarían por ser negativo. Miro a mi alrededor y me repugna todo lo que veo: no puedo ser hipócrita al respecto y fingir que la vida es maravillosa. Con razón Paulo Coelho triunfa como un gramo de speed en una rave: siempre hay esperanza al principio del túnel.
«Hemos tardado un poco más en contestar porque su trabajo estaba en el departamento de lectura, pero aún así siento comunicarle que no ha sido seleccionada para nuestras próximas publicaciones». Acabo de echar un vistazo a las nuevas publicaciones en vuestra página: un libro de terror, literatura erótica de vampiros y una antología Z. Ahora lo entiendo todo. Entonces, ¿por qué coño pidieron que les enviara un manuscrito de novela negra? Voy a prostituir mi arte, como una zorra de polígono industrial, para que después de realizar la presentación de turno, los ejemplares sobrantes se pudran en un almacén. Os doy un año de vida, como mucho, antes de que el barco se hunda. Mundos Épicos, por poner un ejemplo, podría serviros de inspiración para el futuro.
«Dejamos el manuscrito en nuestro poder y si en algún momento vemos viable su publicación, nos pondremos en contacto con usted». Claro, esperaré sentado mientras tomáis una decisión, compañeros. Esto me recuerda a los viejos tiempos, cuando invitaba a salir a alguna chica y ella respondía «Debo estudiar. Te llamaré cuando tenga tiempo. Ya nos veremos». Por suerte, el libro ha sido publicado, tiene una portada magnífica, está distribuido a nivel nacional y las críticas (aún siendo una obra no apta para nenazas) han sido positivas. No hay nada más deplorable que la condescendencia; me es preferible una negativa. Acabo de darme cuenta de un detalle fundamental: solo publicáis a autores gallegos. La misma visión nacionalista que en mi casa. Estupendo… Juraría que me he vuelto a equivocar de puerta.
Me gustaría que alguien me explicara los criterios que siguen los departamentos de lectura a la hora de elegir un libro. ¿Debe ser comercial? ¿No puede hablar de drogas, incesto, locura, prostitución, asesinatos o muerte? ¿Tiene que seguir el estereotipo de joven de póster nazi —rubio y con los ojos azules— que trinca un sable láser y decide que va a gobernar la galaxia? ¿Secretarias inexpertas dominadas por tronados forrados de pasta? ¿Madrid en llamas dominada por una invasión de muertos vivientes? No puedes imaginar, querido lector, lo asqueado que me siento en algunas ocasiones respecto al mundillo literario. Fijo que si despachara cien mil de ejemplares todos los meses el nivel de subnormalidad imperante para con mi obra se vería drásticamente reducido. Piénsalo, ¿crees que me equivoco?