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ISSN 1989-4163

NUMERO 74 - VERANO 2016

Cinco de Mayo (la Madre)

Francisco Manzo-Robledo

 

     

-¡A mi Miguel lo mataron sus ambiciones! ¡No! ¡Sí...  las compañías lo arreglaron! Hace varios meses me había comentado que traía a varias entre ojos, pero que el gobernador no quería entrar en polémicas con los mismos que lo apoyaron a ganar el puesto. Así se usa entre políticos: los malosos te apoyan con dinero a manos llenas y luego, ya en el puesto, te haces de la vista gorda para que luego ellos hagan lo que quieran. Bueno, yo no sé si yo podría hacerlo; una de mujer y madre de familia tiene otras aspiraciones, aunque también las habemos... Miguel era el contralor del estado, o sea, a él le tocaba controlar, ¿no? Es decir, que lo que se pagara, fuera lo que realmente se tenía que pagar en todo, hasta lo de clips en oficinas; él tenía que firmar todo para pagar. Me dijo que ya el gober le había dicho que no se metiera mucho con los de la lista...Mi Miguel no era de pleito, quería llegar a un arreglo con los dueños de las compañías, pero comenzaron a llegarle amenazas de que si no le bajaba le iba a costar muy caro, que se cuidara porque ya estaba condenado. Decía que los dueños pagaban protección a los malandros de los cárteles de la droga y a los pesados del gobierno, pero solo los de la lista; ésos eran los preferidos porque nadie más entraba al negocio de venderle o construirle al gobierno y a sus políticos, pero a éstos de a regalado. Él decía que andaban bailando cientos de millones de dólares, ¿se imagina? Ni siquiera pesos. Y además, que no era justo que las compañías gozaran ese dineral, después de que se les pagaron muy bien las obras y sus productos; aunque también decía que ya habían repartido tajadas con los jefes en el gobierno. Que yo sepa, a mi Miguelito no le habían dado nada de nada. Mi Miguelito era muy honesto, aunque su hermano decía que era un soberano pendejo por no robar más. Y fíjese que mi Miguel ya andaba muy emocionado porque había comprado una casa súper grande en Acapulco, y la iba a inaugurar el cinco de mayo con una fiesta de las que dejan recuerdo, pero a ver... Toda pagada, con muebles y hasta yate en la playa privada; eso ahora le toca a su familia...A mí ya me había comprado una casa con jardín y alberca, un huerto con árboles de mango, platanales, guayaba y zapote prieto. Cuando murió mi marido, hace más de cinco años, en esa ocasión mi Miguelito salió al frente con todos los gastos, porque no... Miguel, mi marido, no dejó ni un catre en qué caerse muerto, más bien deudas, deudas por todos lados y otras dos familias que creían que había dejado dinero...si viera. La familia de mi Miguel, hasta ahora, ha tenido una vida confortable...les ha durado...porque sea lo que sea: a su mujer la traía como reina de Francia, con ropa de marca y hasta choferes, tres; ella se quejaba mucho con él, por los choferes que no obedecían lo que ella mandaba, los quería traer de esclavos... A ver ahora qué dice. A los hijos, ni se diga: las mejores escuelas, ropa de moda, coches del año y dinero para todo lo que se les antojara, viajes al extranjero, a veces nada más de compras a esos que le dicen malls en Hollywood y en Miami y en Paris y Roma, sin contar los viajes de Semana Santa a Sevilla; en eso creo que a Miguelito se le pasó la mano: los hijos no agradecen nunca nada.... A Miguel, en cuanto entró a trabajar con el gobierno, le comenzó a ir bien porque siempre manejó dinero, mucho dinero...pero todo lo que dejó a la familia lo ganó honradamente, por su inteligencia, por su trabajo honesto, por eso subió hasta donde llegó, pero mientras más alto estaba, más suspicaz se volvía. Realmente no sabemos qué tanto tenía el finado, porque él en su esposa no confiaba, más confiaba en mí, pero tampoco me decía mucho de sus cosas; lo que sí me entregó fueron unos títulos de acciones de compañías extranjeras: Apple, Microsoft, Monsanto y unas compañías en las Islas Caimán, ahí las tengo en el ropero de mi cuarto. Ella se queda con lo del seguro de vida, ¡un dineral!..., luego las seis casas aquí en la ciudad, además de la de donde viven, los carros, todos de modelo europeo; las propiedades en Europa y Estados Unidos, y las cuentas de banco, las que se conocen. A mí me dejó un guardadito en cash, es muchito, en dólares y euros, además de las acciones, pero no crea que me hace ilusión: yo hubiera preferido quedarme en la calle, vivir bajo un puente, que no me hubiera dejado nada, pero tenerlo con nosotros. Ganaba mucho, aunque no sé cuánto, pero se veía que era mucho... se lo merecía. Pero fíjese...hasta al chofer mataron, pobre, ése ni la debía y ni siquiera se imaginaba en la que se metía cuando se ofreció a llevar a mi Miguel a Puebla y en día de asueto.  Fue en el camino, poco antes de entrar a la ciudad, ahí los dejaron, iban con rumbo a una reunión de contralores de todo el país, uno de cada estado. Miguelito decía que lo iban a nombrar presidente de la asociación; era un puesto decorativo, pero que eso le fortalecía para hacer lo que planeaba. Ahí quedaron tirados, hasta una figura con tiza dibujaron en el pavimento. Los dejaron como criba para arena, de las de los albañiles: incrustaciones de bala por todo el cuerpo, los dos como san Benito. Dios los bendiga y tenga en su santa gloria, peor para nosotros que aquí nos quedamos, y por lo menos yo, sola, muy sola...se llevaron a mi único retoño.



 

 

Cinco de mayo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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