Opiniones Robinsonianas (XXVI) - Los Tontos del Barrio
Mª Ángeles Cabré
En una reciente entrevista de Jordi Évole al etarra arrepentido Iñaki Rekarte, muy crítico con la formación terrorista, este confesaba que en ETA entraban los tontos de cada barrio, los más burros. Tal vez sea eso lo que explica la razón de su existencia durante tantos años: sólo los tontos formaban parte de ella (amén de algún listillo que los dirigía para su propio beneficio, como sucede siempre en esta clase de grupos y en otros de similar calaña).
Vaya por delante que yo sí creo en la existencia de tontos y listos, de tipos y tipas brillantes y tipos y tipas mediocres, de grandes personas y de personas minúsculas. Creo que hay gente con talento y gente que no tiene ninguno, gente que vale la pena y gente que no vale nada, ni siquiera un café compartido con prisas. La aseveración de Rekalde me ha llevado a pensar que lo que sucede es que los tontos de cada barrio hace ya demasiado que están muy bien instalados en todas partes. ¿Hacia dónde mirábamos mientras los más necios ascendían y se aposentaban en los lugares más estratégicos para desgracia de todos?
Abro los diarios, enciendo la televisión y no veo más que tontos y tontas a diestro y siniestro haciendo tonterías mayúsculas. Ríase usted de Jesús Gil metido en un jacuzzi rodeado de señoritas en biquini y haciendo proselitismo de su tarea como alcalde de Marbella. Al menos en esa imagen bochornosa el juego quedaba claro, no había doblez. Ahora tenemos una buena dosis de Giles (en el doble sentido) en sus dos acepciones: la ostentosa y la discreta, aunque ambas pesan igual en la balanza de la gilipollez.
No puede ser. Me empieza a doler la cabeza, me duele indeciblemente, me va a estallar… ¿De verdad los políticos que nos guían y los que aspiran a guiarnos son los tontos de cada barrio? ¿Los responsables de usar los caudales públicos, de ordenar nuestras calles, nuestros transportes, nuestras escuelas y nuestros hospitales son los menos capacitados y los peor preparados? ¿Y los que generan opinión con libros, artículos e intervenciones en debates radiofónicos y televisivos, lo son también? ¡Dios nos coja confesados, habemus stultus ! Resulta que nos guía la élite extractiva, pero al revés, la peor cualificada y de peor calaña.
Nos pongamos como nos pongamos, muy listos no parecen. Leo y oigo cada burrada que no doy crédito. Mentes realmente limitadas bracean perdidas en los meandros de la política y la gestión. Ponderan sobre lo divino y lo humano que da vértigo. Deciden esto y lo otro se diría que después de lanzar los dados al azar. Cualquiera opina de lo que sea desde la más rotunda ignorancia. Ya dijo Platón que los sabios hablan porque tienen algo que decir, mientras los tontos lo hacen porque tienen que decir algo…
Son los “tutólogos” (los que fingen saber de todos y de nada saben), invitados a sentar cátedra sin fundamento alguno y sin saber cautivar ni siquiera durante treinta segundos. Gentes con la capacidad dialéctica del perro Pulgoso de Hanna-Barbera, encargados de insuflarnos sabiduría, conocimiento y… criterio. Criterio, palabra ya extinta, ya para siempre extraviada quién sabe en qué vueltas del camino, donde pereció silenciosamente junto a su hermana gemela, el sentido común. ¿Yacen ambas acaso junto a alguna de esas fosas republicanas que el superviviente espíritu franquista insiste en no abrir aún?
Véase si no la campaña para las elecciones municipales de hace unos días, plagada de despropósitos. En la de Barcelona, con más de cinco millones de parados en todo el país, el PP colgaba carteles encabezados con la palabra “trabajo” y pasquines donde se leía “El Raval no puede convertirse en un gueto islámico”. Mientras en la vecina Badalona, donde residen muchos inmigrantes, el alcalde aún reinante “limpiaba” la ciudad. Claro que tampoco se quedaba corto el PSC, tratando con impropia grosería a los ciudadanos en sus banderolas con un chirriante “No fotem!”, es decir, “no jodamos”. Querido Risto Mejide, hacedor de la campaña en cuestión, qué gol les has colado: qué listo tú y qué tontos ellos. Para mear y no echar gota, que se dice en lenguaje chabacano.
Ante la evidencia, es difícil negar que la estulticia campa por todos lados, sobre todo en las más altas instancias. Y si los tontos nos gobiernan, nos guían, nos orientan, nos prescriben…, la pregunta clave es: ¿dónde están los listos? Está visto que en sus casas, con los oídos tapados y posiblemente leyendo Las metamorfosis de Ovidio.