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ISSN 1989-4163

NUMERO 54 - VERANO 2014

El Porqué de la Patada en el Culo

Agitadoras Opina

“¿Acaso no os dais cuenta de que la fuerza de un movimiento se encuentra en el hombre al que ese movimiento devuelve la libertad?” Antoine de Saint- Exupéry.

 

Para entender lo sucedido en las pasadas votaciones, y la patada en el culo a los dos partidos de la eterna alternancia, no hay nada como radiografiar a la sociedad española, sin ceder a la tentación de los tontos, que no es otra que dejar de mirar a la luna para observar al dedo que la señala. Un hombre, un voto. Y esto es así desde siempre. Por eso no conviene pasar por alto que en este país hay más de cinco millones de parados, más de dos millones de familias sin ingresos ni ayuda social de ningún tipo, un 55% de jóvenes sobradamente preparados que no encuentran trabajo y que uno de cada tres menores de 16 años vivió en el año 2013 el riesgo de la exclusión social o la pobreza.

Tampoco conviene menospreciar el hecho de que para un CRECIENTE porcentaje de españoles- y no precisamente los que han ido a votar, sino los otros, los que ya piensan que ni siquiera merece la pena- votar con aroma a contabilidad B, corrupción y prebendas, resulta repugnante. Podríamos apuntar al PP con nombres por todos conocidos, pero también al PSOE, con un José Blanco que es décimo de la lista o con un tal Carlos Muelas, responsable del dinero de la fundación Ideas, a punto de ser eurodiputado. Presencias injustificables y perennes, como la de Ana Mato, ministra de Sanidad y esposa de uno de los chorizos de la trama Gürtel, no ayudan a sacarnos de la poltrona.

También hay que asumir como RAZONABLE (y lógica) la reacción de votantes nada revolucionarios, pero sí defraudados con el sistema; son cientos de ciudadanos atrapados en productos bancarios-trampa, en los que se dejaron los ahorros de toda una vida y la esperanza de una jubilación saneada. También son votantes los desairados que pusieron todas sus esperanzas en un programa electoral que nunca se cumplió por “exigencias del guión”, como nos explicaron torpemente. Las promesas electorales – como el compromiso de Rajoy de acometer una reforma profunda de la Administración y una revisión del modelo de Estado- que acabaron en el cubo de la basura después del famoso “bote”, aquel con el que el presidente del gobierno celebró su victoria, fueron la guinda del pastel o el pastel mismo, fruto de la discordia, la decepción y el asco.

El resultado de todos estos incumplimientos, de todas estas mentiras, es la desafección de millones de españoles para quienes un político, a día de hoy, es un caradura con tarjeta de crédito a cargo del contribuyente. Así las cosas, ¿quién puede asombrarse del giro de los votos hacia posturas más radicalizadas? ¿Quién se sorprende de que de la coleta de Pablo Iglesias se hayan colgado 1.245.000 españoles?

Abróchense los cinturones, señores diputados, porque en ese horizonte donde se estrena un rey, se anuncian turbulencias.

 

 

 

Patada en el culo

 

 

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