Así Están las Cosas
Javier Cánaves
Parece que los seres humanos, basándonos en lo que cuentan los diferentes medios y dependiendo de la inclinación de cada uno, solo puedan ser catalogados de cuatro maneras diferentes: fachas, nazis, radicales o anti-sistema. Fuera de estas cuatro categorías, el desierto absoluto. Así están las cosas. Hace unos días, vi una foto en la que aparecían algunos de los miembros de una formación política de nuevo cuño que se presentaba a las elecciones europeas. Entre ellos, había un tipo que, tiempo atrás, me estafó 40 euros. Fue ver la fotografía y pensar: así están las cosas. Hay quienes apuestan por la desmemoria y el pasar página pero, curiosamente, cuando el tema les hace cosquillas, se transforman en seres parecidos al Funes borgeano y son capaces de recordar lo que uno dijo de refilón durante una noche de borrachera. Así están las cosas. En estas tierras existe un ejemplar que profesa a raja tabla la religión liberal y, sin embargo, exige regularización extrema por parte del estado o la administración autonómica con tal de que no se le escape ni un solo céntimo de los muchos que posee. Por supuesto, esto es entendido e, incluso, aplaudido, y es que así están las cosas. Ya es un hecho irreversible: la Antártida se derrite y la desertización crece, lo que obliga a millones de personas a abandonar sus hogares. Así están las cosas. Yo odio, tú odias, él odia, nosotros odiamos, vosotros odiáis, ellos odian. Bien, ya lo sabemos. Por lo demás, la gente entiende lo que quiere entender y de ahí no la sacas. Y sí: así están las cosas