La Nieve Caliente
Holly
Lo que encuentro más fascinante de Helmut Newton es su capacidad para mostrar los límites de la personalidad de las mujeres. Hay un contraste entre sumisión y fortaleza, deseo y castración, belleza y sexualidad, maltrato y caricia que explica bien la dualidad, o la multiplicidad, de aspectos de la vida de una mujer. Sé que los hombres no son planos pero, a diferencia de las mujeres, su deseo puede ser evidente sin juicio ni castigo y suelen tener menos dobleces que las mujeres, quizá porque la violencia les rodea y tampoco se condena especialmente porque muchas veces se ve como fuerza, capacidad. En las mujeres, la crueldad es de otro tipo. A menudo psicológica pero a veces también física. Pero de una materialidad distinta. La violencia de las mujeres es el rechazo, la apatía, la desgana y la insatisfacción. La violencia de los hombres es el uso de su fuerza física.
Siempre he pensado que el mundo de Helmut Newton , Newtonlandia si se prefiere, es femenino porque es opuesto al de, por ejemplo, Terry Richardson . No es porque Richardson sea sexual, al contrario, ni porque roce -o sea- pornografía con chicas más guapas... es otra cosa. A Richardson le gusta degradar. Hay algo que te tiene que poner los pelos de punta, si eres modelo, y te llaman a trabajar con ese hombre. Sus chicas parecen colocadas la mayor parte de las veces y fingidamente alegres a su lado, generalmente, con él desnudo también.
En el caso de Helmut Newton no hay nada de eso. A Newton le gustan las mujeres. Todas. Pero, claro, más las bellas, más las fuertes, más las poderosas. Es verdad que prefiere a las rubias, altas y delgadas, con piernas largas. Pero tiene muchas fotos con fuerza de mujeres morenas, de mujeres feas y de maniquíes de plástico que, por otro lado, parecen de carne. No es que Helmut Newton no torture un poco a sus modelos, eso va en el oficio del fotógrafo, pero sus modelos nunca son trozos de carne. Carne bonita, como las de Richardson , pero carne. Carne de cadáver, despedazada y troceada, casi violada.
Newton, en cambio, tiene un cosmos propio. Generalmente es de sol, con palmeras, con fotos a color, vestidos vaporosos, mujeres en bañador, pelos con mucha laca, casas de lujo, piscinas de aguas turquesas y arenas doradas. Todo ello contra cielos muy azules, aceras muy blancas y demás repertorio. Valen también las habitaciones de hotel, bien lujosas bien sórdidas, y las calles de París, sobre todo, o de alguna ciudad, de noche, iluminadas con la luz eléctrica, y con mujeres congeladas en algún momento de su deseo. Vulnerables porque quieren, generalmente. Porque se dejan. A veces maltratadas, cierto. Pero es que a las mujeres a veces las maltratan.
Suele uno asociar a Helmut Newton a las imágenes en color aunque a mí me gusta mucho su fotografía en blanco y negro y varias de esas imágenes son las más famosas. También me parece que uno asocia el verano a las imágenes en color: la arena blanca, el mar azul, antorchas o similar, y vestidos coloridos y vaporosos, movidos por el viento y mojados por el agua. Eso es lo que se suele ver en Vogue y similar. Pero en 1965, en verano, Helmut Newton publicó este editorial, todo en blanco y negro. No es que sea un trabajo memorable, por supuesto que no, pero yo lo encuentro bonito y eso me vale.
Me gustan porque hay ventiladores y me gustan los ventiladores. Me gustan porque el blanco y negro puede ser cálido. Porque la nieve es blanca y puede resultar caliente.