Tendencia Radical
Cristina Casaoliva
Los resultados de las recientes selecciones europeas dibujan un perfil de Europa muy distinto del conocido hasta el momento.
Con una participación de poco más del 45% España se sitúa entre los países con menor índice de participación.
Desde la creación de EU en 1979 el nivel de participación ha subido por primera vez en los últimos años. Al contrario de lo sucedido en España, países como Bélgica, Alemania, Luxemburgo y Francia se han involucrado en el futuro de Europa, poniendose a la cabeza en índices de participación, para dibujar una Europa de futuro cada vez más incierto.
Según un estudio realizado el pasado mes de abril, por el Observatorio Imagen Exterior de España (OIE) de Elcano, más de un 40% de los españoles considera que las elecciones para elegir a los 751 diputados al Parlamento Europeo, no son importantes.
Con este panorama concluyen unas elecciones convulsas, con resultados históricos y que marcan una nueva tendencia en la eurozona.
Los líderes habituales de los países de siempre ven mermada su autoridad a golpe de urna y se convulsionan ante la expectativa real de tener que compartir la batuta. Debatir las decisiones que acostumbraban a imponer de modo casi feudal con diputados de los partidos más diversos, de tendencias definidas o grupos radicales, desde partidos eurófogos, a ultra fascistas, grupos nacionalistas o de extrema izquierda.
Los cimientos de su hegemonía de opresión se tambalean y se abren a la vez focos de esperanza y nuevas fauces de terror.
Estamos en manos del pánico, el hastío y la desesperación.
Reconozco que por mi parte, cada vez en más ocasiones imaginar un escenario libre del yugo europeo se me antoja atractivo y viable, como una quimera.
Se dibuja una nueva Europa que genera nuevos interrogantes.
En Grecia gana las elecciones la izquierda radical encabezada por Aléxis Tsípras, consiguiendo seis eurodiputados, aunque los titulares los acapararon los resultados del partido neonazi de extrema derecha Amanecer Dorado que acumulan 3 diputados.
Alemania define estos comicios por la entrada de los ultraderechistas alemanes y los euroescépticos a la Eurocámara , a pesar de la victoria del bloque conservador de la canciller Angela Merkel por poco más del 30 % de los votos.
Los resultados del (UKIP) Partido de la Independencia , marca el fuerte avance de los euroescépticos en el Reino Unido, que defienden la salida británica de EU.
En territorio nacional las elecciones también han traído sorpresas, la primera que el bipartidismo tradicional se rompe por primera vez en la histórica. Los indignados han dejado de ser unos manifestantes incómodos, para convertirse en unos iguales con voz y voto.
El voto masivo a los partidos independentistas en Cataluña, con la clara victoria de Esquerra Republicana logrando un 23,67 % del total de los votos resulta un mensaje contundente no sólo para España, sino para Europa. Un mensaje sobre el que deberían reflexionar en profundidad y dejar de negar la evidencia, esperando que así el problema llegue a desaparecer.
Actuaciones como la inminente puesta en funcionamiento de leyes como la LOMCE con la que se pretende recentralizar la educación, restar autonomía a Cataluña y por supuesto españolizar a nuestros niños o la ya anunciada subida del IVA recomendada por los monstruosos verdugos del FMI, no hacen más que incentivar un arraigado sentimiento, que separa de manera irreversible al pueblo catalán del español.
En Europa una voz importante ha tomado forma y grita muy fuerte, que los pueblos, no quieren seguir formando parte de ningún proyecto masivo creado a base de subyugar al trabajador, de eliminar diferencias culturales, que no queremos formar parte de un imperio feudal en el que el bien de las clases privilegiadas prima sobre la del resto. Donde no se respetan la historia, la lengua y los sentimientos.
No queremos pagar el altísimo precio de la Europa de los privilegiados, como no queremos formar parte de una España fascista, centralizada, mermada de democracia y con obsesión por la homogeneidad. Una España radical y discriminatoria propia de siglos pasados.
La opresión de los países líderes encabezados por Alemania y su canciller, han abierto la puerta a la ira que se contiene levemente.
Se respira un ambiente prebélico. Alentando una revolución no deseada, aunque tal vez necesaria, que derrote la tiranía del sistema caciquista que nos rige, en el que se rescatan bancos y no personas.
Esta Europa en la que se han creado Europeos de primera y de segunda abre las puertas a la lucha, a menudo por caminos erróneos que ya se anduvieron anteriormente.
El pueblo está harto y eso es muy peligroso, se crea una bestia enorme difícil de controlar.
Me alarma enormemente, que los partidos fascistas puedan ahora lucir su fea cara y sembrar sus semillas de rencor y odio.
Europa debe reflexionar sobre esta tendencia radical que crece como una marea.
Tenemos que tomar decisiones, debemos luchar por la cordura, por el respeto y sobre todo por la libertad perdida hace tanto tiempo.