El mes pasado empezamos a hablar sobre las importantes consecuencias que tuvo el 11 de septiembre dentro de la cultura norteamericana. No sólo fue un mazazo a la política del país y al propio american way of life, sino que tuvo consecuencias de todo tipo dentro de la industria cultural. Al fin y al cabo, la cultura nos sirve para explicar el mundo, para posicionarnos ante él, para decir quiénes somos. Y si hay un icono de la cultura popular americana del siglo XX que destaca sobre todos los otros, ése es el Capitán América.
Nacido en la década de los 40, los orígenes del Capitán América son más antiguos que los de su editorial Marvel. En una de la portadas más famosas de esa época, el Centinela de la Libertad aparece dándole un formidable puñetazo en la boca a Hitler. Es evidente pues, que ya desde el principio, el personaje tenía una clara finalidad propagandística y patriótica. El personaje languidecería tras la Segunda Guerra Mundial hasta que fuera recuperado por el tándem Stan Lee-Jack Kirby en plenos años 60. El personaje fue creciendo y tomando matices gracias a los guiones de Stan Lee, donde vemos a un héroe diferente, sin poderes especiales, sintiéndose desplazado de su época, y cuyo recuerdo de la IIGM, fundamentalmente de la muerte de su compañero Buckey, le atormenta. El personaje, pues, fue adquiriendo una humanidad que le convertía en un personaje más redondo. La etapa de Lee y Kirby del Capitán América supuso la recuperación definitiva del personaje, que ya no abandonaría el universo Marvel; aun más: se convertiría en uno de los principales superhéroes y el líder indiscutible del supergrupo más poderoso del planeta: los Vengadores -ahora mismo, en la cresta de la ola por la película que se ha estrenado-, un grupo que tiene entre sus filas incluso a dioses de los panteones griegos y nórdicos, con el Capitán América como cabecilla para velar por los intereses del mundo libre.
El personaje, pues, ha tenido una dilatada carrera, que se ha correspondido, evidentemente, con los vaivenes sociales de su país. Si de la época pre-11S destaca la etapa del guionista Mark Waid, en la que se tocan temas como la globalización mundial (por parte de los valores norteamericanos) y sus efectos colaterales, o la definición de sueño americano -ideal por el que lucha el Capitán América-, la credibilidad de los políticos y la fanatización de las masas, hoy me gustaría dedicar un poco de espacio a Ultimate Capitán América, obra de Jason Aaron y Ron Garney, publicada originalmente durante 2011 y que Panini Cómics ha editado recientemente en España. Y me gustaría hacerlo porque, aparte del hecho de que es un cómic muy bien hecho, con un gran sentido de la narración (recordemos que el guionista es también el autor de la serie negra Scalped, posiblemente el mejor título que publica DC Vertigo) y un dibujo sencillamente espectacular, Ultimate Capitán America tiene una fuerte carga ideológica prácticamente desde la primera página, que nos obliga a posicionarnos ante ella.
La obra enfrenta a Steve Rogers, nuestro Capitán América, con otro supersoldado que ahora parece que trabaja para los países asiáticos ofreciéndose para encontrar la manera de crear a su vez otros supersoldados. Lo primero que nos llama la atención del argumento es de la pérdida de la hegemonía mundial de EEUU, metaforizada en esa pérdida de la exclusividad de tener superhéroes ("Hace meses que nos llegan informes de la proliferación de supersoldados. Irán tiene un programa en marcha. Lo mismo China, puede que incluso Al Qaeda tenga acceso al suero", nos dicen. Un planteamiento parecido tomó Warren Ellis en su reciente obra Supergod.). Rogers se enfrenta, pues, con este Frank Simpson y pierde. En este primer enfrentamiento Simpson ya le echa encara su actitud, extensible a su país: "Te crees un héroe de verdad, ni te das cuenta de cuánto te desprecia el resto del mundo. Ni te das cuenta ni te importa." Cuando Rogers se recupera, le explican que Simpson es un supersoldado como él, que combatió en Vietnam y que desapareció en la selva hasta el momento, en que parece que colabora con países como Corea. "Un traidor", sentencia Rogers. Así que el Capitán América irá en su busca para acabar con la amenaza que supone. Pero es curiosa la dicotomía: en el fondo, se están enfrentando dos Américas: la de las guerras ganadas (IIGM) contra la de las guerras perdidas (Vietnam).
Ultimate Capitán América ofrece en sus dos protagonistas, héroe y némesis, un balance de afectos muy inestable. En ocasiones, el Capitán América puede resultar muy desagradable (le dice a un restaurador camboyano que toda su comida huele a letrina), en tanto que Simpson parece que habla con la voz de la cordura (al menos, desde una perspectiva no-americanocéntrica), intentando hacer ver a Rogers de lo equivocado de su ideología postcolonial, hablándole de las intervenciones de EEUU en el derrocamiento de Allende en Chile, de los efectos del agente naranja, de Darfur o Guantánamo... Parece razonable hasta que empieza a disparar en la cara a los soldados de SHIELD. La lucha final a martillazos (¿un eco de uno de los títulos de Nietszche?) no tiene desperdicio; el hecho de que al perdedor se lo vayan a comer los cerdos del poblado, tampoco. Finalmente el Capitán América (no lean más si no quieren saber el final) acaba con Simpson ante sus seguidores, la mayoría de ellos menores de edad, y les advierte que si no bajan las armas serán tratados como enemigos. La última escena, en la que Rogers visita a su archienemigo en el hospital, impedido y atado a la cama, para leerle la Biblia desde el Génesis, es muy elocuente. Se ha restablecido el orden, y todas las dudas que quería sembrar su enemigo en la mente del Capitán América no han surgido efecto. Dios, Patria... y Capitán América.
El trabajo de Aaron sigue, a nuestro juicio, la senda que había abierto Mark Millar en sus propios Ultimates, donde el Capitán América es un hombre reaccionario y de fuertes convicciones conservadoras. Aaron nos traza también un personaje en esta línea: sin fisuras, con unas ideas muy claras y con un sentido de la americanidad que ha decidido luchar fuerte por sus intereses. "¿O te has creído -decía el Capi de Millar- que esta A que llevo en la frente es por Francia?".