Días extraños, estos,
días de felicidad enlatada
y besos de porcelana
besos de plástico de colores
besos mudos
besos con sabor a muerte.
Días extraños, sí,
con el calendario dando sus últimos
coletazos
y amigos olvidados llamando
para una comida a la que no piensas
asistir.
Días de burbujas
de pedos y eructos
de Cristo sollozando envuelto
en pañales de
papel de aluminio, la cruz
a la vuelta de la
esquina.