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ISSN 1989-4163

NUMERO 14 - VERANO 2010

 

El Fuego Manifiesto en la Obra de Regina José Galindo
¿Artista contemporánea o provocadora social?

Patricia Garfias

 

En junio de 2005, se entregó el León de Oro de la edición 51° Bienal de Arte de Venecia a una casi desconocida artista guatemalteca, de formación autodidacta, llamada Regina José Galindo. Inmediatamente se vio envuelta en comentarios desfavorecedores de la crítica especializada en arte, ya que apenas años atrás fungía como secretaria en una agencia de publicidad. Si bien había participado en dos ediciones anteriores en dicha muestra, el otorgamiento de este premio trajo consigo una revisión de la concepción del arte que se llevaba a cabo en Latinoamérica.
Las características crudas y realistas presentes en su trabajo, remiten a acciones realizadas en los años sesentas y setentas en europa, inscritos en el llamado Arte Autodestructivo y que trasladándonos a México nos recuerdan a las acciones realizadas por miembros de grupos como SEMEFO o más cercano aún a las acciones en Performance y Body Art realizadas por mujeres como Mónica Mayer o La Congelada de Uva.  

En el año 2000 Galindo publica un libro de poemas titulado, Personal e Intransmisible, antes aparece en dos antologías de poetas jóvenes guatemaltecos, sorteando así una carrera literaria visiblemente opacada a nivel internacional por su trabajo en el ámbito de las artes plásticas. Particularmente destaca en el llamado Body Art, el cual se refiere a los procesos artísticos en los que el artista utiliza su propio cuerpo como soporte material de la obra.

Empleando su cuerpo para realizar piezas que básicamente contienen discursos contestatarios y de denuncia social, se pronuncia en contra de faltas a los derechos humanos y a la mujer, tal es el caso de una acción que realiza escribiéndose la palabra perra en uno de sus muslos con la ayuda de un objeto punzo cortante, haciendo referencia al cuerpo de una mujer mutilada y asesinada que se halló en las calles de Guatemala, siendo éste un caso de los muchos de violencia ocurridos en su país y que han quedado inmunes. Sin duda impactante visualmente, ¿es éste, arte comprometido con la sociedad y la denuncia de abusos de género o una pieza realizada por una provocadora social con ideas muy originales?

En su poesía hallamos el tema recurrente de la muerte y una búsqueda de un fin último, una razón o un por qué de estar vivos, la definición del hombre y lo que lo hace ser humano.  Así, en La Muerte no Tiene Metáfora, Galindo presenta el fallecer como un hecho alejado de planteamientos metafísicos o espirituales, detrás del cual, la vida sigue su curso natural sin interrupciones o modificaciones,  ejemplifica esto al situar en el mismo momento de la muerte la operación mecánica de un reloj, aparato creado por el hombre para medir una construcción netamente humana y fría: el tiempo.

La muerte no tiene metáfora
es simple y clara
            dejas de funcionar
te quedas tieso en medio del todo
el reloj
-mientras-
sigue funcionando

Si contrastamos su trabajo visual y plástico con el trabajo literario, hallamos una constante necesidad de definir y denunciar hechos dolorosos, injusticias sociales a la vez que una búsqueda en su ser femenino, sus miedos y flaquezas y la fragilidad humana. Galindo, al atraer la atención del público a nivel mundial, atrajo a su vez la mirada hacia  las preocupaciones que en toda Latinoamérica se venían gestando en el arte desde principios de los setentas. Ante esta postura, podemos inscribir a Regina José entre la lista de artistas que presentan lo que ellos mismos llaman arte comprometido con la sociedad, y sí bien, desde la perspectiva sociológica el arte necesariamente llevará impreso algún elemento de la sociedad en la que es gestado, ¿es ésta la función de una obra de arte? ¿Tiene el arte que cumplir necesariamente con una función de expresión acerca de algo?

Me centraré pues en las funciones del arte. Para analizar el sentido acerca de su función me referiré al crítico francés de arte  Michel Ragon: “Existe en el mundo universitario cierta tendencia, cada vez más potente, a considerar que los lenguajes antes que nada son informativos” (Ragon: 1985,17). Estas palabras pronunciadas en los años setentas por Ragon son tan vigentes hoy como entonces.

Es fácil escuchar a una persona cuestionarse acerca de lo que un artista está intentando decir. La idea de querer necesariamente descubrir qué es lo que una obra significa fue fuertemente debatida por las vanguardias del siglo XX, según lo que dictan los estándares estas corrientes, el arte se aleja de lo figurativo y las representaciones a imagen y semejanza y se convierte en muchas ocasiones en manchones de pintura o figuras geométricas, con ello, el artista buscaba elementos de experimentación formal y posibilidades estéticas en la obra, obligando con ello al espectador a desprenderse del concepto de querer entender una obra y empezar a asimilarla con otro tipo de percepción. Mucho comenta al respecto Ortega y Gasset en su obra La Deshumanización del Arte:

Tenemos, pues, que improvisar otra forma de trato por completo distinto del usual vivir las cosas: hemos de crear e inventar actos inéditos que
sean adecuados a aquellas figuras insólitas. Esta nueva vida, esta vida inventada previa anulación de la espontánea, es precisamente la comprensión y el goce artísticos (Ortega y Gasset, 1985, 27).

Ante consideraciones como éstas, mi concepción del arte se dirige a un hecho que  no puede limitarse únicamente a la búsqueda de un significado. El arte así entendido es evidentemente una concepción limitada, por lo cual, si Galindo únicamente buscara con su trabajo comunicar en sentido de protesta, estaría negándose como una artista la posibilidad interpretativa de la que nos habla Umberto Eco  en trabajos como Obra abierta, convirtiéndose en una simple vocera.

El mismo Ragon, parafraseando las ideas de D´Arcy Hayman comenta al respecto de las funciones del arte: “El arte no es sólo descubrimiento, sino también ahondamiento, medio de expresión, testimonio, interpretación, instrumento de reforma, enriquecimiento, orden, integración” (Ragon, 1985, 15).

Ante ésta perspectiva del arte el panorama se amplía y entonces nos preguntamos, ¿cumplen las obras de artes visuales realizadas por Galindo con dos o más de estas consideraciones antes planteadas? Sabemos que en definitiva su se caracteriza por la denuncia y por tanto cumple con, por definirla de alguna manera, función expresiva, pero hemos comentado del mismo modo que esta única función no debiera ser la determinante para considerar arte una obra, puesto que, la expresión comunicativa puede encontrarse en diferentes medios y no por esto nos encontramos frente a una obra de arte.

Con estas ideas en la cabeza centrémonos en la obra titulada Himenoplastia  (Galindo: 2005). Dicha pieza consiste en la filmación de la operación quirúrgica a la que Galindo se somete para reconstruir su himen. Este tipo de intervención se popularizó en los últimos años como una oferta más de cirugía estética. La obra le sirvió para participar en la 51° edición de la Bienal de Artes de Venecia , en la cual, la cirugía se proyectó en un cajón de grandes dimisiones pintado de blanco. El resultado de dicha pieza le valió ser premiada con el León de Oro  a la mejor artista joven. En otras ocasiones, Galindo había sometido su cuerpo a condiciones extremas para presentar su trabajo, recluyéndose durante tres días en un hospital psiquiátrico con una camisa de fuerza, o introduciéndose en una bolsa de plástico y dejándose arrojar a un basurero público. Es evidente que en cada caso pretende denunciar violencia o maltrato.

Habiendo hablado de las consideraciones de Ortega y Gasset acerca de una nueva manera de asimilar y acercarse a la obra de arte, pensemos en la propuesta de Umberto Eco para entender una obra de arte visual. En su libro Obra abierta, Eco nos presenta al espectador como un receptor de un determinado mensaje que será determinado por el bagaje y los referentes anteriores que éste haya acumulado. Así, al enfrentarse a la obra uno puede darle una lectura incluso opuesta a la que la persona que se encuentre a un lado pueda darle. De este modo, Eco entiende la apertura de la obra como:

Proposición de un campo de posibilidades interpretativas, como configuración de estilos dotados de una sustancial indeterminación, de modo que el usuario se vea inducido a una serie de lecturas siempre variables; estructura, por último, como constelación de elementos que se prestan a varias relaciones reciprocas(1985,172, 76).

Claro es que la obra también lleva consigo el bagaje de quien la realizó y es este elemento el que le dará la posibilidad de esta multiplicidad de lecturas mencionada por Umberto Eco. Por lo tanto, acercándose así a la obra de Galindo, podemos observar en su trabajo una carga de significados, dándole la posibilidad de generar esta multiplicidad lectora. Su obra, a pesar de tratarse de un trabajo realizado por una “autodidacta en las artes”, no puede negarse como abrumadoramente impactante debido a que la autora saca del contexto cotidiano escenas de la vida diaria y las representa dándoles un nuevo sentido al que ella contribuye con su propia carga emocional y cognitiva transformándolas en piezas de arte. Imposibles de producir en serie, sus piezas son crudas y a la vez suaves con la realidad que denuncian.

 

Referencias

Ragon, Mchael. 1985. [ 1ª. ed. en francés en 1971] El arte ¿para qué?. 3ª. ed. Casterman, Bruselas. Editorial Extemporáneos

Ortega y Gasset, José. 1985. [1ª. ed. s/a] La deshumanización del arte. México D.F: Editorial Planeta.

Eco, Humberto. 1985. [1ª. ed. 1962 en italiano] Obra Abierta. México D.F: Editorial Planeta.

Galindo, Regina José. 2005. Himenoplastia [obra disponible en página de autor] http://www.reginajosegalindo.com

 

 
 

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